La Guerra de Malvinas es un hito más que importante en la historia reciente de Argentina. Fue el 2 de abril de 1982, hace 35 años, cuando bajo el gobierno de facto de Leopoldo Fortunato Galtieri las Fuerzas Armadas desembarcaron en el territorio que había sido ocupado a la fuerza por Gran Bretaña en 1833. Fue un intento de la Junta Militar de “perpetuarse en la Rosada”, tal como dice la canción.

No obstante existe una enorme confusión entre lo que es la Guerra de Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y la Causa Malvinas. La primera es parte de la segunda. La guerra duró desde el 2 de abril hasta el 14 de junio de 1982, mientras que la causa surgió en 1833 y sigue vigente en la actualidad.

Prueba de lo que aquí se afirma es que hay jóvenes que ni siquiera vivieron la Guerra de Malvinas y, sin embargo, son parte de la causa, la mantienen viva y aportan desde sus lugares a la memoria y el reconocimiento a los excombatientes y veteranos del conflicto bélico.

Tales son los casos de los mendocinos Pablo Suárez, Elisabeth Olivera y Elena Segreti. Desde la arquitectura, la ciencia política y la psicología, respectivamente, estos jóvenes han desarrollado -o están desarrollando- proyectos que tienen que ver con la Causa Malvinas y con la visibilización y el homenaje a los excombatientes.

Como consecuencia de la contemporaneidad de la disputa armada, cabe decir que los hechos aún son debatidos. Pero hubo un común denominador entre los tres entrevistados y protagonistas de este informe especial: tanto Pablo, Elisabeth y Elena coincidieron en que los excombatientes de Malvinas son héroes y corresponde hablar de ellos de esa manera. Porque a pesar de todas las circunstancias y condiciones, dieron su vida en una guerra que forma parte de una causa que une a la sociedad, incluso a una tan polarizada como la argentina. Es a ellos, principalmente, a quienes estos tres jóvenes honran con sus iniciativas.