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20 DE DICIEMBRE DE 2024
La Justicia realizó una inspección ocular en Lavalle. Dos testigos se contradijeron
La testigo, Esther Santana, indica al juez Bermejo dónde vio por última vez a Olivera. Fotos: Axel Lloret
Verónica Gordillo - Fotos : Axel Lloret
Publicado el 21 DE AGOSTO DE 2015
El barrio Los Paraísos de Curi, ubicado en Tres de Mayo, Lavalle, perdió por unas horas su habitual tranquilidad. Hasta el lugar llegó el presidente del tribunal que lleva adelante el juicio por la desaparición de Soledad Olivera, así como los abogados de las partes e integrantes de Policía Científica, quienes reconstruyeron el camino que, según los dichos de una testigo, hizo la joven la última vez que la vieron con vida, el 18 de noviembre de 2011. Sin embargo, hubo algunas contradicciones.
El único imputado en la causa por privación ilegítima de la libertad es Mariano Luque, ya que quedó probado que mantenía una relación con Olivera, que intercambiaron mensajes de texto antes de su desaparición y que iba a encontrarse con él la última vez que la vieron con vida. La inspección ocular en la casa y en el barrio donde vivía la joven de 33 años fue una medida que solicitó la defensa de Luque. Los integrantes de la Segunda Cámara del Crimen, presidida por Mateo Bermejo, aceptaron la petición, que se concretó esta mañana.
En la medida participaron dos de las tres hermanas de Olivera, Marcela y Mabel Giménez, y tres personas que testificaron en la causa: Esther Santana, quien fue la última que la vio con vida; Ariel David Yanzón, el policía que investigó el caso; Luis Currallanca, padrastro del imputado, y el exdirector de la escuela Virgen del Rosario, José Luis Faillace. También estuvieron presentes el fiscal especial Santiago Garay –quien lideró la investigación luego de la desaparición–; Darío Tagua, por el Ministerio Público Fiscal; el querellante por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación, Fernando Peñaloza, y los abogados del imputado, María del Carmen y Adolfo Aguilar.
La escuela y el barrio
Jueces y abogados recorrieron los 43 kilómetros que separan la Ciudad de Mendoza de la localidad de Tres Mayo. A pocos kilómetros de ingresar al distrito por la ruta 56 está la escuela Virgen del Rosario, a la que asisten los hijos de Olivera y donde era alumna Johana Chacón, la adolescente que fue vista por última vez el 4 de septiembre de 2012. Por ese caso, la comunidad y las maestras se enteraron de que nada se sabía de Olivera e iniciaron una campaña para encontrar a las dos mujeres con vida.
Un kilómetro más adelante se encuentra el barrio Los Paraísos de Curi, donde Soledad vivía con sus tres hijos, en la tercera casa de la calle principal. El lugar está rodeado de fincas y hacia el fondo se ubica la propiedad que administra Luis Currallanca y donde vivía Luque, hasta que fue imputado y trasladado a la Penitenciaría.
Jueces, abogados y testigos se reunieron en la puerta de la casa de Soledad. El presidente del tribunal explicó el objetivo de la medida, tomó juramento a los testigos y le preguntó nuevamente a las hermanas de la víctima a qué hora salió de la casa; ellas confirmaron que fue poco después de las 15.00. En ese momento se produjo una contradicción, ya que Marcela –una de las hermanas de Soledad–, dijo que tomó hacia el sur, mientras la última testigo que la vio aseguró que fue con rumbo norte.
El presidente del Tribunal pidió a los uniformados de Policía Científica que hicieran un croquis de la ruta que tomó la joven según la hermana. Luego el grupo hizo el trayecto que marcó la testigo Esther Santana. La mujer explicó que venía de trabajar en bicicleta por la ruta, que vio a Soledad y que esta le comentó a los gritos que le habían enviado un mensaje de texto donde le ofrecían un trabajo, por lo que iba a la finca de Don Mario o de Mariano, ya que no alcanzó a escuchar bien.
La testigo también señaló que la dueña de un kiosco ubicado en la calle llamada Ramal 4 vio a Olivera. Pero los jueces esperaron a la mujer, quien les aseguró que la última vez que la vio fue la noche anterior, cuando fue a comprar a su negocio.
El grupo continuó el recorrido por la calle de tierra, donde a un lado se encuentran las casas del barrio y al otro, fincas y campos abandonados. Unos 300 metros en dirección sur ingresaron a la finca que administra Currallanca, donde vivía Luque.
Al pasar la tranquera hay dos casas: una, donde vive la familia Currallanca y –donde vivía Luque– y la otra, donde se quedan los dueños de la propiedad cuando están en Lavalle. Los representantes de las partes ingresaron a ambas viviendas, aunque la prensa no pudo acceder.
A unos metros de las casas se ubican corrales de animales y después continúan 12 hectáreas, la mayoría plantada con olivos.
En la casa también estaba Beatriz Chacón, la hermana de la adolescente de 13 años que desapareció en 2012 y pareja de Luque. El fiscal Garay –quien investigó ambos casos– siempre abonó la teoría que Luque era la conexión entre las dos desapariciones, ya que con Olivera mantenía una relación, mientras que Johana y sus hermanos –entre ellos, Beatriz– vivían en la casa de los Currallanca desde que su padre, Bernardo Chacón, les permitió que se quedaran en esa casa.
Luego de mirar las viviendas ubicadas en la propiedad, el grupo recorrió el camino inverso hacia la casa de Olivera. Tanto los abogados defensores como los de la querella se mostraron satisfechos con la medida, ya que consideraron que permitió a las partes y a los jueces tomar dimensión real de las distancias y de los lugares consignados en la causa.
El abogado querellante Fernando Peñaloza consideró que con la medida se ratificó todo lo que está contenido en el expediente de la causa; principalmente, que Olivera tomó el camino que señaló la testigo y que ese camino la condujo a la casa de Luque. En cambio, los defensores de Luque –María del Carmen y Adolfo Aguilar– recalcaron que hubo una contradicción entre dos testigos respecto del camino que tomó Olivera cuando salió de su casa la última vez que se la vio con vida y que quedó probado que en la finca de la familia Currallanca no existe ningún lugar físico que permita mantener a una persona contra su voluntad.
El jueves próximo, los integrantes de la Segunda Cámara del Crimen escucharán los alegatos de los abogados de la defensa y de la querella, y luego dictarán sentencia.
Un pedido de Justicia
El exdirector de la escuela Virgen del Rosario, a la que acudía Johana y a la que siguen asistiendo los hijos de Soledad, José Luis Faillace, calificó la situación como triste e indignante. Dijo que el Estado no dio ninguna respuesta frente a los casos de una adolescente y una madre de las que nada se sabe, y que esta falta de respuestas está relacionada con la situación de vulneración social en las que vivían.
El docente defendió el papel que asumió la comunidad educativa para dar a conocer los casos y reclamar justicia. Dijo que es muy importante el compromiso que asuman todos los colegios frente a cualquier vulneración de derechos que sufran sus alumnos. “El expediente de Soledad estuvo 9 meses en el cajón de una fiscalía. Con Johana hubiera pasado lo mismo si no fuera por el compromiso de la escuela”, recalcó.
Las hermanas de Soledad pidieron saber qué pasó con su hermana. Marcela reclamó a Mariano Luque que diga la verdad, ya que está convencida de que tuvo relación con la desaparición. En el mismo sentido, Mabel dijo que buscan respuestas, saber si su hermana está viva o muerta. “Una persona no desaparece, no se la traga la tierra, algo le pasó y queremos saber”, reflexionó.
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