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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Así lo expresó un grupo de trabajadores de la educación. Se debe a la recarga de trabajo y al temor por la responsabilidad frente a un contagio.
El cuerpo docente comparte dudas respecto de cómo actuar ante un posible contagio. Foto ilustrativa / Prensa Gobierno de Mendoza
Verónica Gordillo
Publicado el 23 DE FEBRERO DE 2021
Más dudas que certezas, más preguntas que respuestas: esa es la combinación en medio de la cual las y los docentes volvieron a las aulas en Mendoza. Esa falta de claridad, aseguran, es lo que produce una gran incertidumbre, sumada al temor por la enorme responsabilidad que sienten ante el contagio de alguno de sus estudiantes.
El regreso a la enseñanza presencial en medio de la pandemia por la COVID-19 se materializó en la provincia el lunes 8 de febrero para el cuerpo docente y dos días después para estudiantes que por diversos motivos presentaron trayectorias débiles. Esta fue una especie de prueba, ya que asiste una pequeña cantidad de alumnos y alumnas, una situación que cambiará a partir del 1.º de marzo, cuando regresen a las aulas los niveles primario y secundario, tanto de gestión pública como privada.
Un grupo de docentes consultado por Unidiversidad coincidió en asegurar que el sentimiento que prima en las escuelas es la incertidumbre, por la falta de respuestas y de claridad frente a las dudas. También explicaron que experimentan una gran presión, no solo porque deberán adaptar los contenidos tanto a la presencialidad como a la virtualidad, sino por la responsabilidad que tendrán ante el posible contagio de algún o alguna joven.
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Preguntas sin respuestas
Marisa, profesora de Artes Visuales en primaria y secundaria de gestión pública, cuenta que en las escuelas predominan la confusión y la incertidumbre, no solo entre docentes, sino también entre las familias. La profesora explica que, en primaria, el personal directivo comentó que tenía libertad para elaborar un protocolo teniendo en cuenta las características de la escuela, por lo que diseñaron dos modelos de “burbujas”, con un máximo de 13 estudiantes. Sin embargo, días después, les comentaron que desde el gobierno escolar sacarían una circular con una estructura rígida de funcionamiento.
Marisa analiza cómo adaptar los contenidos a las clases presenciales y virtuales, teniendo en cuenta que las tareas prácticas son esenciales en su especialidad. Su preocupación pasa especialmente por la primaria, porque ahí es clave el vínculo emocional y es complicado que niños y niñas mantengan la distancia y utilicen el barbijo.
La mayor preocupación de la profesional es su responsabilidad frente a un posible contagio y la forma en la que debe actuar, teniendo en cuenta la gran cantidad de estudiantes con los que estará cada semana. A esto, comenta, se suma el temor a contagiarse y la posibilidad de poner en riesgo a su familia.
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Sin protocolo claro
Una situación parecida es la que describe una terapeuta del lenguaje y especialista en desarrollo infantil temprano que se desempeña en un servicio ubicado dentro de una escuela de educación especial de gestión pública, abierto a la comunidad. Explica que las autoridades no tienen un protocolo claro para actuar en la sala, donde trabajan en psicomotricidad con niños y niñas recién nacidos y hasta los 6 años, con movimientos libres y objetos a explorar, y donde es clave el acercamiento.
La profesional comenta que la escuela cuenta con los insumos primordiales, como termómetros, elementos de higiene y personal para limpieza, pero que será el equipo docente el que deberá proveerse de materiales específicos, como barbijos transparentes. De lo contrario, será muy difícil el trabajo en el que la gestualidad es esencial.
La terapeuta cuenta que en la zona donde trabaja, la supervisión pediría a los adultos un certificado médico que avale que chicos y chicas están en condiciones de asistir al servicio, una solicitud que evalúa como compleja, teniendo en cuenta la población que asisten y la disponibilidad de centros de salud. Otro de los aspectos que plantea la profesional es que llega a su lugar de trabajo en transporte público de media distancia, que en las últimas semanas estaba repleto, sin mantener distanciamiento y con el único cuidado del uso de barbijo.
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Recarga laboral y mental
Romina, profesora en el área de Humanidades en cuarto y quinto año de una escuela secundaria de gestión privada, comparte la misma sensación de incertidumbre y asegura que siente una recarga laboral y mental.
La docente comenta que volvieron a la escuela sin demasiadas certezas sobre cómo actuar, aunque con un protocolo que se cumplió, teniendo en cuenta que son pocos los y las estudiantes que asisten a clases, algo que cambiará en unos días. Explica que dentro del aula la situación es compleja: cuesta que mantengan la distancia, que se dejen el barbijo puesto, que no se presten cosas y sobre todo cuesta la lejanía, la falta de vínculo, de contacto.
“Hay demasiados no sé, y ese desconocimiento de cómo actuar recae puramente sobre nosotras. Entonces, la verdad es que uno va intentando resolver las dudas como puede o como le parece. Es complejo, es agotadora la carga mental, nos exigen adaptar contenidos para la presencialidad y la virtualidad, y también recae sobre el cuerpo docente el poder actuar rápido frente a situaciones riesgosas”, comenta.
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Cumplimiento del protocolo
Lorena, psicopedagoga que trabaja en una escuela de gestión privada, cuenta que se cumplió el protocolo establecido durante las semanas de recuperación de contenidos. Pese a esto, explica que el cuerpo docente siente incertidumbre frente a la posibilidad de contagios y sobre cómo actuar frente a estas situaciones, dudas que los directivos buscan aclarar tanto a quienes enseñan como a las familias de sus alumnos y alumnas.
La profesional explicó que los y las estudiantes son recibidos por las autoridades e ingresan directamente a los cursos, y que el cuerpo docente fue estricto en la necesidad de que mantengan el distanciamiento, el uso del barbijo y en la necesidad de que no se presten elementos. A partir del 1.º de marzo, aumentará la cantidad de jóvenes, aunque son pocos por curso, lo que facilita el distanciamiento.
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