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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
La autora es vicegobernadora de la provincia de Mendoza.
Foto: Victoria Gaitán para Unidiversidad
Clandestino. Secreto. Oculto. Encubierto. Prohibido. Ilegal. Aún peor, asesina. ¿Cuántas mujeres y sus historias quedaron encerradas en estos términos? Mujeres que sin más, son juzgadas y criminalizadas.
Confío en el criterio de cualquier mujer frente a la decisión de practicarse un aborto. No confío en el marco impuesto que la rebaja a la indignidad de someterse, so pena de penalización, a la decisión de otros que no atraviesan su situación. Creo en la autonomía de su decisión y creo en criterios progresivos de derechos, no en el conflicto de los derechos absolutos. Todos y todas coincidimos en este debate que queremos menos muertes y menos abortos. El problema es cómo lo logramos.
A esta hora, hay mujeres internadas en hospitales públicos por un aborto clandestino. ¿Cuántas son en Mendoza? ¿Cuántas en el país? No lo sabemos con precisión porque lo clandestino no entiende de estadísticas, de educación, de acompañamiento, de contención, de prevención y atención de la salud.
Luego del debate en ambas Cámaras pondero el gran paso que dimos como sociedad: poner luz sobre un enorme espacio oscuro atestado de lágrimas y muerte. El Estado asumió que hay un problema grave y fue discutido con transparencia, de cara a la sociedad, con pluralidad de voces y es uno de los ejercicios deliberativos más importantes que se hayan escuchado -sobre este tema- a nivel mundial. El logro fue alcanzar mayor conciencia y comprensión de la situación de vulnerabilidad e inequidad en la que viven las mujeres y la certeza de que la sociedad se encuentra en un proceso dinámico de cambios que reinterpreta los derechos individuales y las concepciones vigentes.
Soy parte de quienes creen en un Estado que reconoce los problemas y quiere darles solución. Soy de las que creen que dar un marco legal a la autonomía de la voluntad de la mujer y brindar servicios desde el Estado disminuirá la tasa de mortalidad y de abortos (así lo demuestran los países que avanzaron en ese sentido). Estoy convencida de que una mujer que no se sienta condenada y esté abrazada por la contención de los servicios del Estado, analizará opciones, podrá ser acompañada y cuidada. Por el contrario, hay quienes creen que salvarán “dos vidas” negando la realidad, avalando la clandestinidad y criminalizando a la mujer. Piensan que disminuirán los abortos amparados en el refugio de interpretaciones de normas que la misma sociedad interpela y sólo con la herramienta de educación sexual. No escuché en ninguno de los debates dados en ambas Cámaras una sola propuesta integral superadora a la que se trató.
Cada partido político se hará cargo de lo suyo, yo decido mirar al mío. La Unión Cívica Radical fue guiada siempre por ideales de libertad, igualdad y solidaridad, pilares del sistema democrático y siempre apoyó cambios profundos en educación sexual integral, salud reproductiva, fertilización asistida, identidad de género, muerte digna, divorcio vincular, ley de cupo, por mencionar algunas ampliaciones de derechos.
Hoy nuestro bloque votó mayoritariamente por el no, avalando la clandestinidad, pero también avalando -intencionalmente o no- a sectores sociales que se sienten con la autoridad moral de juzgar, de señalar con el dedo, de coaccionar a quienes piensan distinto; esto y el pedido de nuestra juventud radical debería llamarnos a la reflexión. El silencio de quienes no se expresan al respecto, es también cómplice.
Necesitamos avocarnos al trabajo interno de recuperar el liderazgo que supimos tener en la defensa y conquista de un Estado Laico Democrático de Derecho en los momentos más difíciles de nuestra historia. Y lo haremos haciendo la lectura correcta de una sociedad que no dará marcha atrás en la equiparación de derechos entre hombres y mujeres y que busca dinámicamente, en todos los ámbitos, las herramientas para lograrlo.
Soy madre de tres amadas hijas. El sentido de la maternidad es el mejor sentido que me regaló la vida y respeto a cualquier mujer que decida no serlo, porque también entiendo la soledad en la que muchas veces nos encontramos para llevar adelante tan inmensa responsabilidad de ofrecer a quien nace una vida digna.
No me siento con el derecho de imponerle mi voluntad a nadie y mucho menos creo que sectores de nuestra sociedad deban hacerlo. Los planteos de fe servirán para aliviar el alma de los que crean, pero para aliviar los problemas terrenales que enfrentamos será necesario contar con nosotros mismos, con nuestra mejor predisposición, vocación de dialogo y escucha activa. Sólo con el aporte respetuoso, desapasionado y tolerante de todos y todas lograremos superarnos y garantizar vida, vida digna.
sociedad, aborto legal, laura montero,
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