Identidad de género: “No hay un solo paradigma de hormonización y eso se tiene que decir en los consultorios”
En diálogo con Gerónimo Carolina González Devesa, desde Unidiversidad intentamos reconstruir un panorama sobre la situación actual de la hormonización prevista en la Ley de Identidad de Género. Cuáles son los nuevos paradigmas que desafían a la medicina tradicional.
Foto: Facebook Innovación Social UNCUYO
El 9 de mayo de 2021 se sancionó la Ley 26743 de Identidad de Género. Entre los derechos reconocidos, junto con la autopercepción, figuran tanto el cambio registral –modificación del género en los documentos públicos– como la hormonización. Sobre este último punto, y a diez años de aquel día histórico, desde Unidiversidad dialogamos con Gerónimo Carolina González Devesa. Es profesional de la salud –médique generalista–, trabaja en el Hospital Perrupato de San Martín y fue la primera persona de Argentina en obtener el DNI sin género binario.
La hormonización es la adaptación corporal mediante la administración de medicación para adecuar el cuerpo a la identidad y género autopercibidos. Su garantía está prevista en el artículo 11 de la Ley de Identidad de Género. Como se incluye en el Plan Médico Obligatorio (PMO), cualquier profesional de la medicina puede hacer un acompañamiento de esta terapia, en cualquier centro de salud del país. Por esta razón, también, las obras sociales y prepagas lo deben costear económicamente.
Sin embargo, asegura González Devesa, la realidad es que muchas obras sociales no aceptan ni siquiera órdenes de estudios de quienes no tienen una especialidad médica, como es su caso.
En Mendoza, los obstáculos para acceder al derecho de hormonizarse son muchos. Existe nada más un endocrinólogo especializado en hormonización, solo sigue un protocolo y no siempre adecua sus conocimientos a las demandas de quienes le consultan. Además, está en falta el gel que se debe usar para empezar a suministrar la testosterona, y, por si fuera poco, es común que exijan una primera consulta psicológica a quienes buscan empezar un tratamiento de adaptación corporal.
Sin embargo, la falta de oferta es generalizada: en todo el país, cuenta este profesional de la salud, solo existen una o dos personas que hacen vaginoplastías y peneplastías. Hay muchos servicios que se podrían agregar para alcanzar la identidad autopercibida, como fonoaudiología, kinesiología y hasta nutrición.
Nuevos paradigmas, nuevos desafíos
En la actualidad, el mayor desafío es romper el paradigma binario con el que se viene trabajando. Hay quienes siguen llamando "tratamiento hormonal cruzado" al tratamiento de adaptación corporal. Esa palabra, “cruzado”, evidencia todo un trasfondo que supone que se están mezclando hormonas de un tipo de cuerpo con otro. La realidad, explica este especialista, es que nadie tiene la misma cantidad de hormonas que otra persona.
Los nuevos paradigmas sociales van generando nuevas demandas en la medicina tradicional. Antes se hablaba de transicionar de masculino a femenino o viceversa, pero el no binarismo pone en jaque esos conceptos. Hoy puede pasar que alguien quiera incorporar ciertos caracteres corporales con testosterona, por ejemplo, pero eso no significa que, además, vaya a querer realizarse mastectomía, histerectomía o peneplastía. Antes solo había un camino: lo que llamaban “el camino completo”. Esa estructura binaria hoy se pone en cuestión y se demanda que se modernicen tanto las investigaciones sobre hormonización como los tratamientos disponibles.
“Lo cierto es que no hay un solo paradigma de hormonización, y eso se tiene que decir en los consultorios”, sostuvo Gerónimo Carolina González Devesa.
Foto: Resistencia No Binarix
En la charla, este médique no habla de “pacientes” sino de “usuaries”. Evidencia que se posiciona desde una perspectiva social de la medicina: no la entiende como un saber unívoco con el que una persona ilustrada va a iluminar a otra, sino como un servicio que se presta a una persona para garantizar su derecho a la salud. De hecho, aseguró, “la mayor parte de la consulta es la charla”; después analiza si es necesaria la revisión o algún pedido médico.
El proceso de hormonización
Para hacer un tratamiento de adaptación corporal, no es necesario tener realizado el cambio registral en la partida de nacimiento. La hormonización se puede iniciar cuando las personas empiezan con su propio desarrollo hormonal. Si le usuarie tiene menos de 13 años, debe ir con la compañía de una persona adulta, que no es necesario que sea la madre o el padre; después de los 16, según el principio de autonomía progresiva que sostiene nuestro Código Civil, no necesita ese acompañamiento.
“Con preadolescentes, cuando empiezan con los cambios hormonales, lo que se puede hacer, principalmente con los cuerpos que vienen con testosterona, es usar bloqueadores de testosterona; y a los cuerpos que vienen con estrógeno, se les puede dar testosterona”, explicó.
Sin embargo, advirtió que el tema de “niñeces y adolescencias trans y no binaries puede ser complicado” y es importante que se consulte a especialistas. Por ejemplo, se puede recurrir a los manuales y protocolos de Andy Panziera, especialista en psicoterapia, que no solo son una guía para las niñeces y juventudes trans y no binaries, sino también para sus familias: “Son muy pocos los casos en los que las personas son realmente acompañadas por sus familias”. También hay mucha información sobre hormonización en la página web de la Fundación Huésped.
Qué atraviesa un cuerpo hormonizado
Pasaron tres años desde que Gerónimo Carolina González Devesa obtuvo la aprobación administrativa para que en su partida de nacimiento no figurara ni “femenino” ni “masculino” hasta que recibió su DNI no binario. Aunque en 2018 el Renaper había dicho que le otorgaría su documento sin género binario, esto se concretó recién a mediados de 2021.
DNI no binario. Foto: cortesía Gerónimo Carolina González Devesa
Sin embargo, desde mucho antes, Gerónimo Carolina había empezado a hormonizarse como paso previo a hacerse la mastectomía. Comenzó con el tratamiento de adaptación corporal a los 29, después de separarse de su esposa, y ya lleva más de seis años. “Es un proceso de readaptación en el mundo”, relata.
Una constante es sentir todas las miradas encima; y también tener que responder preguntas “que ni vos tenés claras” sobre el propio cuerpo, las relaciones sexoafectivas, el nombre. Es algo que las personas cis –cuyo género coincide con el sexo asignado al nacer– no atraviesan. Las personas trans y no binaries reciben opiniones sobre “qué sí, qué no, hasta dónde”, y también muchas preguntas sobre su genitalidad.
“Importa cómo nombrar las genitalidades y cómo planteárselo a las personas, porque hay cosas de las que se habla livianamente y las personas trans quizás no pueden ponerles palabras”.
El acompañamiento psicológico no siempre garantiza un sostén emocional, explicó, ya que hay profesionales de la salud mental con mucha capacidad, pero cuando se les introducen temáticas trans, “hacen agua”. Transexuales, transgénero y no binaries reciben, sobre todo, prejuicios. De hecho, cuando comenzó a hormonizarse, Gerónimo Carolina temió quedarse sin trabajo.
Uno de los temás más complicados y cotidianos, puntualiza González Devesa, es el baño: “Los baños son binarios”. Allí dentro se socializa de forma distinta, y ahora que usa baño “de varones”, se encuentra relacionándose con códigos masculinos que no siempre le sientan cómodos. El trato que recibe en el ámbito laboral tampoco es el mismo: “Antes era ‘la doctorcita’, y ahora, ‘Doctor, cómo le va’”.
Ya no se identifica como mujer, pero tampoco como varón trans. No binarie es la identidad con la que se siente cómode. Hoy alcanzó la imagen que siempre quiso de sí.
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