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La profesora titular de la cátedra de Literatura Italiana María Troiano de Echegaray cuenta sobre la inmigración italiana en la Argentina, cómo se amoldó al país y su vinculación con la literatura.
Facultad de Filosofía y Letras
Vanesa Seno, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras
Publicado el 13 DE OCTUBRE DE 2015
El inmigrante italiano se adaptó estupendamente a la Argentina; sin perder sus raíces, amó la nueva tierra. Acá se casó, tuvo sus hijos y, en algunos casos, va cada tanto a visitar su país. Escribe en español porque le interesa difundir acá, entre los argentinos, todo lo contrario al inmigrante alemán, que escribió en su idioma. El italiano no perdió lo suyo pero incorporó lo nuevo.
El caso de Alfio Camarda
Desde el Etna al Aconcagua. Postales de un inmigrante (1930‐1951) es un libro escrito por Alfio Camarda, inmigrante italiano que escribe su autobiografía, su vida en Italia hasta que vino a la Argentina. Es un texto que tiene valor de ejemplo de vida, en la que el dolor y la alegría, el sufrimiento y el placer se mezclan y se equilibran para ir moldeando al ser humano que, al llegar a cierto punto del camino en el que se detiene y se da vuelta para mirar hacia atrás, puede decir con orgullo: “He vivido y soy un hombre feliz”. Aquí, un fragmento:
“Un día de ese verano, […] me encontré con una anciana de pelo plateado y algo encorvada. Sentí como una atracción hacia ella y la saludé. Mantuvimos un breve diálogo y recuerdo que me miraba con insistencia, le pregunté por qué y me contestó que le parecía saber quién era yo, y que tenía un mensaje para mí. La indagué sobre el contenido, y con palabras muy suaves pero muy seguras, me anunció que pronto yo me iría a la Argentina, y agregó: “en los cielos del sur de América se encuentra tu estrella y debes ir a buscarla”. Puso los brazos detrás de la espalda y se fue caminando despacio”.
Recuerdo que me quedé un buen rato, realmente no sé cuánto tiempo, anonadado por la predicción. Lo cierto es que cuando al fin reaccioné y la busqué con la mirada, la prodigiosa anciana ya no estaba, fue imposible ubicarla y jamás la volví a ver”.
Por Vanesa Seno, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras
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