Historias de gasistas mendocinas desafían la división sexual del trabajo
Unidiversidad quiso saber cómo es desempeñarse en un ámbito dominado tradicionalmente por varones. Además, el punto de vista de una socióloga que repasa la historia del tradicional reparto del trabajo.
Patricia es gasista matriculada y fue discriminada por ser mujer: su hija contó su historia en las redes y recibió miles de mensajes con ofertas de trabajo / Foto: TN
Florencia Martinez del Rio
Publicado el 31 DE AGOSTO DE 2021
Los roles y estereotipos de cada género en torno a los empleos están cada vez más cuestionados. Sin embargo, la historia de una gasista a la que no le dieron trabajo por ser mujer que se viralizó en la red social Twitter y evidenció que su existencia. Unidiversidad dialogó con gasistas matriculadas de Mendoza sobre su trabajo diario en un ámbito en el que históricamente predominaron los varones. Además, la socióloga Graciela Burgardt explicó cómo la división sexual del trabajo se impuso en las sociedades modernas hasta la actualidad.
El tuit fue publicado la semana pasada por la hija de la gasista a la que le preguntaron “si sabía lo que era un caño” y “si estaba capacitada”. Posteriormente, le dijeron que no necesitaban sus servicios. La publicación recibió miles de comentarios de repudio y, a su vez, de apoyo a la profesional.
En Mendoza, son alrededor de 40 las gasistas matriculadas registradas en la página web de Ecogas. La mayoría opinó que, con el paso del tiempo, el machismo ha ido disminuyendo, pero, a lo largo de los años de trabajo, han recibido comentarios que ponen en duda sus capacidades por el solo hecho de ser mujeres. A la vez, existen muchos clientes que prefieren contratarlas a ellas, contaron.
Analía Cabrera es arquitecta y gasista matriculada. Contó que vivió el machismo desde chica con el argumento de no tener experiencia. “No he tenido clientes con el machismo incorporado, pero sí tengo colegas a las que les pasa que, por ser mujeres, no les tienen la misma confianza. Hay gente machista, pero no los clientes, sino el constructor: llegar a la obra y que sean todos hombres. Me ha pasado de pelear, tener que poner mi postura. Te dicen que si sos mujer, hay cosas que no sabés o no tenés fuerza”.
La profesional, fascinada con el rubro desde su adolescencia, comentó que muchas veces, al llegar al lugar, los clientes se sorprenden al verla: "Me ha pasado últimamente de llegar y que me digan: 'Ah, pensé que el gasista matriculado era un varón'”.
Una historia similar es la de Roxana Esquivel, gasista matriculada y maestra mayor de obras: “Fue difícil al principio comenzar a trabajar, fui ganando experiencia y carácter para imponerme en la obra porque son todos varones, con mucha práctica. Se te hace difícil decirles lo que tienen que hacer y cómo. Me decían: 'Usted no sabe nada por ser mujer', 'Nosotros sabemos más que vos'. Así era antes, no tanto ahora".
Esquivel, que además trabaja como inspectora del área calefacción en escuelas, comenzó a los 33 años a trabajar en instalaciones de gas. Contó que con sus colegas en Ecogas no tuvo problemas, pero sí con los inspectores. "Algunos, si veían el nombre de mujer cuando miraban las inspecciones, ya lo consideraban motivo de rechazo", afirmó.
Para Alejandra Hernández, técnica en construcción de edificios e instaladora matriculada, vivimos en una sociedad machista, donde, si bien las mujeres han tomado otro protagonismo, siguen estando expuestas al machismo. Recordó la experiencia de realizar trámites en Ecogas: "Cuando los trámites eran presenciales, la espera era de varias horas, entre 80 o 100 varones. Estaba embarazada y no les nació darme la preferencia. Muchas veces me tuve que plantar y pedir que me atendieran”.
Mujeres y empleos
Al analizar diversas cifras sobre empleo, rubros y género, la conclusión es que, en el país, la división sexual del trabajo se mantiene: los varones están más insertos en el mercado laboral que las mujeres, ellas trabajan en actividades de menor remuneración y mayor precarización, y tienen menos participación en sectores como la construcción y las industrias.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) del primer trimestre de 2021 indican que la tasa de desocupación en el país fue del 10,2 %. Al analizar por géneros, las estadísticas señalan que esta tasa es mayor entre las mujeres que entre los varones: el 12,3 % y el 8,5 % respectivamente. A su vez, la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo es solo del 45 %, es decir que la mitad de las mujeres en edad de hacerlo no trabaja ni busca empleo, dado que la mayoría está realizando tareas domésticas no remuneradas, según Grow, género y trabajo.
Ahora bien, ¿en qué sectores trabajan las mujeres que sí tienen empleo? Uno de los que más las contrata es el comercio, rubro que da trabajo a casi la misma cantidad de varones que mujeres. A su vez, existen actividades altamente feminizadas ,como la salud y la educación, con un promedio del 70 % de su fuerza; y el servicio doméstico, donde más del 95 % de sus trabajadoras son mujeres.
En las antípodas, se encuentra el rubro de la construcción, integrado en el 95 % por varones y solamente el 5 % por mujeres. Los factores que inciden en contra de la inserción de las mujeres tienen que ver con los sesgos vinculados al uso de la fuerza, a la falta de interés de insertar mujeres en ámbitos altamente masculinizados y a la resistencia a romper códigos de convivencia establecidos, entre otros, según Glow.
Varones en ámbitos tradicionalmente feminizados
La socióloga Graciela Burgardt, que ha estudiado la participación laboral de las mujeres y también su inserción en la UNCUYO, señaló que en la década de los 90 había más varones que mujeres en carreras de medicina e ingeniería, pero en dos décadas, eso se ha transformado e invertido. Hoy hay mayor participación de las mujeres en todos los niveles, pero sobre todo en el universitario.
La especialista advirtió que, si bien las mujeres están incursionando en nuevos rubros y ocupaciones, sería importante que los varones incursionen en los ámbitos tradicionalmente femeninos, como la educación y salud: “Esto se está dando lentamente: hay más enfermeros, por ejemplo, pero sería importante que participaran de forma más comprometida en lo relacionado con las tareas de cuidado”.
De sociedades primitivas a sociedades modernas
La división sexual del trabajo es la asignación de tareas y responsabilidades según el sexo biológico de la persona. A lo largo de la historia, esto implicó que las sociedades se organizaran encomendando a las mujeres el cuidado del hogar y la familia, y a los hombres, actividades ligadas a lo público y al trabajo fuera de casa. Sin embargo, esto no siempre fue así, ya que hubo épocas en las que la humanidad trabajó conjuntamente para subsistir.
Sobre esto, Burgardt explicó que existen diversos trabajos de historiadoras y antropólogas que aseguran que en distintos momentos históricos, según las sociedades, las mujeres y los varones no desempeñaron necesariamente trabajos distintos, y que fue en la sociedad moderna, con las sucesivas revoluciones industriales, cuando se cristalizaron las características, roles y funciones diferentes según el género.
En las sociedades primitivas –señaló la socióloga– probablemente la fuerza física delos varones incidió para que hicieran trabajos que requerían más fuerza, como cazar o construir viviendas, pero hubo momentos en los que las mujeres, además de dedicarse a lo doméstico, realizaban tareas ligadas a la agricultura. “Muchas historiadoras han evidenciado que en la Edad Media, sobre todo en la primera parte, varones y mujeres trabajaban conjuntamente en muchas actividades”, señaló la socióloga, y agregó: “Hay esculturas y pinturas rupestres que muestran a las mujeres cosechando maíz cuando las sociedades comienzan a constituirse como agricultoras”.
Con el surgimientos de los primeros desarrollos industriales es cuando se comienzan a externalizar las diferencias. “Esto comienza a separarse y las mujeres cada vez son más constreñidas a permanecer en el hogar porque la reproducción es sostenida por las mujeres, y acá es importante el factor biológico", explicó Burgardt.
Cuando surgen las industrias, los varones salen de la casa para trasladarse a la fábrica, y ahí comienzan a diferenciarse de una forma más concreta y evidente el "afuera" y el "adentro", afirmó la socióloga. En esta nueva realidad social, las mujeres estaban adentro, ocupándose de la reproducción y del cuidado de hijos e hijas, de la salud, de la alimentación, etcétera. Estas condiciones de vida de Europa occidental luego se trasladaron a sus colonias.
Sin embargo, la socióloga advirtió que no todos los sectores sociales vivieron esto de la misma manera, ya que las mujeres de los sectores populares siempre trabajaron afuera de su casa, ya fuera vendiendo en los mercados o para los sectores más acomodados, dejando sus hijos para cuidar a los de los madres burguesas. "Las mujeres de los sectores medio-altos o de la aristocracia tenían otro tipo de funciones, pero en general estaban obligadas a las tareas de cuidado y administración del hogar, aunque no hicieran los trabajos personalmente", agregó.
Transformaciones
Es en el siglo XIX cuando las mujeres comienzan a tener más acceso a la educación y a ser demandadas en empleos relacionados con la salud y la enseñanza. De esta manera, las actividades que realizaban en el ámbito privado se trasladaron al mundo externo, algo que sigue ocurriendo en la actualidad, como indican las estadísticas.
“Esas tareas son extensiones de lo que tradicionalmente hemos hecho. Estábamos destinadas a la procreación, al cuidado de los niños y de la salud de la familia, así que no es raro que las mujeres sean enfermeras, maestras o médicas. Obviamente, en las últimas décadas se han mostrado cambios progresivos y, en los últimos años, cada vez más acelerados”, comentó Burgardt.
Para la socióloga de la UNCUYO, esto está vinculado con varios factores. Uno es el aspecto demográfico, ya que las mujeres tienen menos hijos que nuestras abuelas, no desarrollan la maternidad como el deber-ser de toda mujer ,y en caso de que lo hagan, pueden distanciar los nacimientos, evitarlos o elegir cuántos tener. “Esto es relativamente reciente en la historia de la humanidad: a mediados del siglo XX, podemos considerar que la procreación y las relaciones sexuales pueden ser automatizadas, con métodos anticonceptivos, etcétera”, explicó.
Otro factor que incidió fue el mejoramiento de las condiciones de salud, que generó una disminución de la mortalidad infantil en el siglo XX. Antes, sostener una población suponía un esfuerzo reproductivo inmenso para las mujeres, ya que más de la mitad de los niños morían en el primer año, puntualizó Burgardt. A la baja de la fecundidad y de la tasa de natalidad se les sumó el acceso a la educación y el avance de la conciencia de la posibilidad de alcanzar derechos. Estos primero fueron civiles, luego políticos, sociales y laborales.
El desarrollo tecnológico también fue fundamental, señaló la socióloga, ya que las máquinas realizan los trabajos en diversas actividades. Además, tanto varones como mujeres pueden manejarlas.
Así como en las sociedades primitivas se valoraba la fuerza física, hoy no es un elemento determinante en casi ninguna ocupación, con algunas excepciones, comentó la especialista. "Por el cambio notable en las condiciones de reproducción y de lo que se exige de las mujeres es que cada vez tienen menos necesidad de ser los factores reproductivos de la sociedad”, agregó.
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