“Yo nunca había pensado en hacer la transición de género. Como la ingeniería mecánica es un área que todavía está muy dominada por varones, me parecía imposible poder hacerlo, pero en un momento no pude más”, dice Fran Bubani, que se convirtió en la primera investigadora trans de la carrera de científica del Conicet .

“Un día decidí no vivir más como un personaje, no seguir viviendo un teatro”, recuerda. Fue cuando obtuvo la estabilidad laboral de haber entrado a la carrera científica y decidió proyectar su transición. Habían pasado casi ocho años de la sanción en Argentina de la Ley de Identidad de Género 26743, que se aprobó en 2012, estableció que las personas trans deben ser tratadas de acuerdo a su identidad autopercibida y puedan ser inscriptas en sus documentos personales con el nombre y el género vivenciado. Nunca imaginó que era la primera persona de la carrera científica del Conicet que lo hacía”, explica a Cintia Kemelmajer, que realizó la entrevista publicada en la página del organismo.

En las aulas deberá respetarse la identidad autopercibida del alumnado

La Dirección General de Escuelas (DGE) puso en vigencia, a través de la Resolución 362, el nuevo protocolo para la modificación de identidad en virtud de las leyes nacionales 26150 de Educación Sexual Integral, la Ley 26743 de Identidad de Género y la Ley 26618 de Matrimonio Igualitario, para garantizar el derecho a la educación, asegurar las condiciones de igualdad y respetar las diferencias.

De Belo Horizonte a Bariloche

Fran supo desde pequeña que quería dedicarse a la ciencia, por lo que, cuando terminó el secundario en la ciudad brasileña de Belo Horizonte donde creció, no dudó en anotarse en Ingeniería Mecánica. Luego de graduarse, siguió la maestría, el doctorado y el posdoctorado; estos últimos pasos, ya en Bariloche, específicamente en el Centro Atómico.

En 2016 ingresó a la carrera de Conicet y comenzó a pensar en hacer la transición. Primero pasó por la cirugía de reasignación de género, luego obtuvo un nuevo DNI con su identidad de género autopercibida y, en enero de este año, se convirtió en la primera investigadora trans del Conicet.

La investigadora cuenta que la transición fue difícil porque la hizo cuando tenía 39 años, y mucha gente que la conocía todavía no aceptó o entendió su decisión. Dice que se encontró con mucho desconocimiento alrededor de la Ley 26743, pero también tuvo sorpresas, como la forma en que se manejó el Conicet.

Ley de Identidad de Género: deudas, conquistas y desafíos

El martes pasado se celebró el quinto aniversario de la Ley de Identidad de Género, en homenaje al 9 de mayo de 2012, fecha en la que se ampliaron los derechos para toda la ciudadanía argentina en esta materia.

“La manera en la que se manejó la parte administrativa fue un ejemplo de cómo deberían funcionar las instituciones de Argentina —asegura—. Di la noticia cuando tenía fecha de la cirugía porque tenía que tramitar la licencia médica para operarme, y no tuve ningún tipo de problema. Después, cuando fui a presentar mi nuevo DNI, también: todo fue sin cuestionamientos ni barreras, inmediato, como corresponde. Fue espectacular”.

Después de varios meses de haber concretado la transición de género, Bubani dice que siente un gran alivio. “Yo tenía una carga muy grande por no ser auténtica. Eso ya está”, dice. “Presentarme y vivir como realmente soy, tener el reconocimiento de mi identidad de género autopercibida, es muy importante, me da muchísima calidad de vida, me hace sentir mucho mejor, aunque sigue siendo una lucha constante el tema de que algunas personas lo tomen en serio, respeten y cumplan el marco legal”.

Ley de Identidad de Género

Diego Pedernera, de la Organización Mendocina de Integración, y Uma Daniela Flores, Docente en contextos de encierro, destacan la importancia de que Mendoza adhiera a la Ley de Identidad de Género y los obstáculos que deben sobrellevar.

Ingeniería de los materiales

Bubani trabaja en uno de los laboratorios del Centro Atómico Bariloche y asegura que su objetivo es contribuir al desarrollo de materiales más económicos, con menos impacto ambiental, que sean útiles para la sociedad.

“La ingeniería de los materiales están en todas las áreas de la vida cotidiana: en la ropa que usamos, en los materiales que se usan en salud, dentro del cuerpo humano en prótesis, hasta en los autos y los aviones. Quienes nos dedicamos a esto podemos ayudar en distintos desarrollos que tienen impacto en la vida cotidiana. En mi caso particular, estudio e intento predecir cómo se van a comportar los materiales en un proceso de fabricación o en una máquina, como puede ser un avión o un auto. Es algo que permite garantizar que una pieza va a ser segura”, explica la investigadora.

Desde el comienzo de su carrera, Bubani se fascinó con esa posibilidad de trabajar en los materiales con los que se fabrican las máquinas y se especializó en aleaciones metálicas. “Trabajo puntualmente con modelos que tratan de explicar qué les pasa a los metales bajo distintas condiciones, en ver cuáles son los fenómenos que suceden en los materiales, con el objetivo de poder predecir qué va a pasar si hacemos determinada cosa, en determinadas condiciones, con el afán de perfeccionar lo que no funcione bien”, explica.

El objetivo es trasladar los resultados de esas investigaciones que realizan en el laboratorio a diferentes industrias: la de construcción civil, la automotriz y hasta la aeroespacial.