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La candidata demócrata a la Casa Blanca obtuvo un triunfo en el primero de los tres debates con Donald Trump, según la mayoría de las encuestas.
Foto publicada por El Comercio, de Perú
Unidiversidad / La Nación
Publicado el 27 DE SEPTIEMBRE DE 2016
La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, ganó el primer debate presidencial a su rival, el republicano Donald Trump, según la mayoría de los sondeos. La exsecretaria de Estado obtuvo una victoria según el 62 % de los encuestados por la cadena CNN, que en su mayoría eran demócratas, mientras que el 27 % respondió que fue el magnate el que se impuso en el cara a cara celebrado en la Universidad de Hofstra (Nueva York).
El 41 % de los 521 encuestados se identificó como votante demócrata, mientras que el 26 % lo hizo como republicano, mientras que el resto no identificó una filiación política.
La periodista Silvia Pisani advirtió en La Nación que el magnate republicano golpeó de entrada, pero la candidata demócrata cerró mejor el primer cruce de los tres pautados. Si bien el debate fue uno solo y duró 90 minutos, Pisani señala que puede haber habido dos debates. La primera hora mostró a un Donald Trump efectivo, guiando la conversación y seguro. Pero la hora siguiente fue de Hillary Clinton, con la exsecretaria de Estado direccionando la conversación y mostrando hasta qué punto es conveniente prepararse para estos cruces. El resultado final la mostró a ella como ganadora.
En materia gestual ocurrió otro tanto. Hillary arrancó dura. Había ensayado hasta los saludos. Incluso la broma inicial con la que quiso arrancar: "Creo que esta noche me acusarán de todo lo que ocurre", le salió mal. Trump, rápido, replicó: " ¿Por qué no?", en clara referencia a la larga presencia de su apellido en la esfera pública.
Él arrancó suelto y divertido. Ella, dura y contenida. Pero en la medida en que pasaron los minutos, las pantallas mostraron a un Trump sediento, de ceño fruncido y mirada, por momentos, perdida. Tratando de explicarse, gesticuló tanto que hasta el saco le quedó fuera de línea.
Clinton, en cambio, se mantuvo igual. Sonriente, mirando fijo y con una estrategia audaz: dejarlo hablar. Los buenos estrategas dicen que ese es un truco arriesgado pero efectivo: dejar que el adversario hable hasta enredarse solo. "¿Ustedes escucharon lo que dice? Simplemente, escúchenlo", invitó después.
Los mejores momentos de Trump fueron en la primera media hora, que, para los expertos, es la que más vale, ya que es la de mayor audiencia y la que fija un criterio inicial.
Fue el momento en que se habló de lo que mejor conoce: comercio y puestos de trabajo. Donald Trump encontró su mejor línea argumental en considerar a Hillary Clinton como parte de los problemas existentes. "Ha estado haciendo lo mismo durante 30 años y seguirá haciendo lo mismo", acusó. Le reprochó ser parte de la élite política que creó los problemas que hoy deben combatirse. Usó la experiencia de Clinton como arma de ataque, como culpable de lo que ocurre. Lo curioso es que no se haya preparado para la otra parte de la misma mirada: él qué haría en su lugar.
Los tramos siguientes, sobre racismo, seguridad y política internacional, fueron los que mostraron a Clinton más sólida. Forzó a Trump a dar la que, posiblemente, sea la explicación más larga de la historia sobre por qué no presenta su declaración de impuestos. Y sonreía mientras él lo explicaba. Él contraatacó con los correos privados. "Cometí un error y asumo toda la responsabilidad por ello", dijo Clinton. Trump no tuvo por dónde seguir. Siguió pegando golpes y Clinton, sonriendo.
Los candidatos volverán a debatir los próximos 9 y 19 de octubre en San Luis (Missouri) y Las Vegas (Nevada), respectivamente.
Reflexiones a partir del debate
Según cuenta Silvia Pisani en La Nación, una de las conclusiones más vehementes del debate la tuvo el director de cine Michael Moore. Conocido por sus furibundas críticas a los republicanos, sostuvo que el gran ganador de la noche fue Donald Trump, no tanto por lo que él hizo sino porque, desde su perspectiva, Clinton no es capaz de movilizar con igual fuerza. Una línea que, si bien no fue la mayoritaria, fue defendida por otros con argumentos similares.
Para David Axelrod, uno de los artífices de la campaña que llevó a Barack Obama a la presidencia, una de las facetas más importantes de este tipo de cara a cara es demostrar cómo los aspirantes a la Casa Blanca reaccionan a la presión o a las provocaciones. "Porque, si algo puedo asegurarles, es que la Presidencia es mucho peor" que los golpes bajos que hayan podido verse. Desde esa perspectiva, a su juicio, "fue una gran noche para Clinton", que resistió sin perder el control las continuas interrupciones de su adversario.
En tanto, Gail Collins, una de las analistas estrella de The New York Times, aseguró que la noche fue "terrible" para Trump. Esto es así no tanto por lo que sostuvo sino por lo que demostró de sí mismo: "Que le cuesta muchísimo reconocer que se ha equivocado" y que es incapaz de escuchar. "Eso demostró con las caras y los gestos de desprecio" con que lo sorprendió la cámara.
Según Arthur Brooks, del American Enterprise Institute, con sede en esta ciudad, los dos perdieron la oportunidad de mostrar algo más que sus estereotipos habituales. Desde su perspectiva, esto es un Donald Trump que volvió a mostrarse como fuerte y decidido, y una Hillary Clinton sólida y profesional que invirtió buena parte de su tiempo en descalificar una vez más a su adversario. "Ninguno de los dos fue capaz de ir más lejos ni mostrar argumentos más de fondo", reprochó.
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