Hermanas de los árboles, el cambio necesario

El documental "Sisters of the trees", hecho por cineastas de Mendoza, está a punto de ver la luz.

Hermanas de los árboles, el cambio necesario

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Priscila Jardel Castello

Publicado el 31 DE MAYO DE 2018

Hoy por hoy, y después de que el cine mendocino tuviera un sorprendente y gran estreno en Cannes, la ciudadanía menduca empieza a darse cuenta de que quienes se dedican al séptimo arte en nuestra provincia tienen mucho para dar en cuanto a calidad, formas y modos de contar historias.

Este caso es bastante particular. Hablamos de un documental pensado desde aquí pero realizado en India, más precisamente en las tierras áridas de Rajasthan. Este equipo está conformado por Camila Menéndez (dirección y cámara), Lucas Peñafort (dirección y sonido) y Victoria Chales, productora general del documental, quien dialogó con Unidiversidad acerca de este maravilloso proyecto.

Para contextualizar parte de la realidad de esta región, hay que decir que en India el grado de alfabetización de los hombres alcanza el 75,3 %, mientras que el de las mujeres llega al 37,7%. El 30 % de las mujeres adolescentes están casadas y el 22 % ya tienen uno o varios hijos. En tanto, el abandono escolar genera una gran cantidad de mano de obra infantil: trabaja el 12 % de los niños y niñas de entre 5 y 14 años (alrededor de 26 millones en total).

Según la Unesco, 31 millones de niñas no están escolarizadas y, de ellas, 17 millones nunca lo estarán (también les pasa a los varones, pero son 4 millones menos). Otras 34 millones de adolescentes tampoco tienen la oportunidad de aprender las habilidades básicas para conseguir un trabajo y manejarse en la vida. De los 126 millones de jóvenes analfabetos del mundo, el 61 % son chicas.

En India, si el embarazo da como resultado el nacimiento de una niña, la familia debe decidir entre el aborto selectivo (feticidio), asesinar a la niña recién nacida o, si eligieron que siga con vida, ingeniárselas para que cuando “la casen” puedan pagar la dote de 54 mil rupias (aproximadamente dos años de sueldo).

“En general, no son abortos selectivos. Las matan ya nacidas porque la sonografía es ilegal y si el médico te dice el sexo del bebé, va preso. Gran parte de la población vive en la ruralidad, el 80 %, si mal no recuerdo. Por eso no saben si es nena hasta que nace. Lo que hacen es darle cebada, eso la deshidrata y la termina matando. La matan en la casa o la tiran a la basura. En el 'mejor' de los casos, tiran a la mujer a la calle para que se vaya a otro lado con cría y todo”, cuenta Chales.

Para empeorar el panorama, las estadísticas registraron 245 mil delitos contra mujeres, entre los que se encuentran secuestro, asesinato por dote, acoso o crueldad marital. Y aunque está establecida la pena capital para las violaciones (que no condena a policías ni a maridos), una mujer es violada cada 20 minutos.

Es esta realidad la que este grupo de cineastas comienza a investigar y descubre que en Rajasthan existe un pequeño pueblo llamado Piplantri, donde las mujeres ya no tienen miedo de dar a luz a una niña.

 

La idea

“La película surge cuando una amiga nos cuenta la historia de Piplantri. Inmediatamente lo gugleamos. No lo podíamos creer. Era un pueblo pequeño que estaba cambiando 5000 años de pensar igual. Sin dudarlo, decidimos que teníamos que ir a filmarlo”, recuerda la productora.

Desde 2005, cada vez que nace una niña en Piplantri, se plantan 111 árboles en su nombre para celebrar la ocasión. Un hombre llamado Shyam Sunder Paliwal perdió a una hija de 16 años y decidió plantar un árbol en su memoria. En su dolor, no podía creer que a veces las personas pudieran poner fin a la vida de su propia hija sólo por razones económicas.

Entonces se dio cuenta de que los árboles deberían plantarse, no para conmemorar la muerte, sino para celebrar la vida de todas las niñas. Así nació la idea: convenció a los aldeanos, uno a la vez, de que la base de un futuro brillante era cultivar árboles, cuidar el agua y educar a las niñas.

Hermanas de los árboles ("Sisters of the trees") retrata íntimamente la vida de las mujeres de Piplantri, los cambios positivos y también los desafíos que enfrentan. Las mujeres valientes como Kala, que es la aliada de Shyam Sunder Paliwal, dieron el ejemplo de empoderamiento al mostrar que es posible trabajar fuera de la casa y obtener los propios ingresos.

Lo mismo puede decirse de Bhavari, una mujer fuerte y alegre en sus casi 40 años, que no pudo terminar la escuela primaria, está criando a su hija Nikita y apoyando su educación y su sueño de convertirse en doctora algún día. O de Leela, una joven madre que está plantando árboles en nombre de su niña recién nacida y con este simple gesto, abriendo una gama de posibilidades para su futuro. Son todas facetas diferentes de un proyecto que ya ha cambiado sus vidas para siempre.

“El proyecto de hacer este documental empezó en febrero de 2017. Tuvimos todo un año de preproducción en la que, además de presentar el proyecto a distintos fondos, mantuvimos reuniones con la gente de Piplantri para saber si podían recibirnos. Desde el principio manifestaron su más amplio interés y apoyo. Viajamos en enero de 2018 y vivimos dos meses, en la temporada que se hace la plantación de los árboles. Estas son tierras del pueblo, no de privados”, detalla Chales.

En la plantación trabajan mujeres grandes que nunca pensaron poder tener sus propios ingresos. A su vez, con el cultivo de aloe vera, hicieron un emprendimiento de productos que hace a todo el proyecto sustentable y donde también trabajan mujeres.

“Vivimos con ellos/as, vimos cómo esta iniciativa es llevada a cabo colectivamente. No sólo la cantidad de personas laburando ahí, sino que todo el pueblo controla que los padres efectivamente envíen a sus hijas a la escuela y que no las casen prematuramente. Además, Shyam Sunder Paliwal, el ideólogo, construyó terrazas de recolección de agua de riego y pozos para recuperar de a poco el agua que la mina de mármol más grande de Asia –que está por todas partes– no los dejara en la más completa inanición. Obligó, incluso, a las mineras a plantar árboles”.

 

El financiamiento

Luego de dos meses, en marzo, se trasladaron a Bombay y estuvieron trabajando en la traducción de los crudos que fueron grabados en lengua original Mewari, un dialecto del Marwari, la lengua más importante en el estado de Rajasthan. Obtuvieron el apoyo de la Embajada Argentina y del consulado en Bombay, así como también el de una coproductora local que puso parte del presupuesto de postproducción.

“Hicimos un teaser (una pieza publicitaria que apuesta a la intriga). La post de ese teaser fue hecha en Famous Digital Studio, un estudio importantísimo que nos ofreció sus servicios gratis por la implicancia de la temática. Ahora, a mediados de junio empezaremos el montaje en Buenos Aires, pero con otro mendocino, Santiago Esteves”, agrega la productora.

El tema del financiamiento no es menor, y es que los ahorros de Camila, Lucas y Victoria, “los locos de los árboles”, han sido enteramente invertidos en este desafío, aunque también ha sido indispensable el aporte de Shyam Sunder Paliwal en términos de comida, hospedaje y algunos traslados. “Él fue nuestro gran mentor y a esta altura ya es familia”, confiesa Chales, al tiempo que revela que en la postproducción se sumó Roopa Barua, de Kahini Media y agrega: “Nos falta una última parte del presupuesto de postproducción para poder terminarla y presentarla en festivales. Por eso estamos haciendo un crowdfunding para poder realmente contar esta historia”.

Para que este largometraje documental, que cuenta la historia de un pequeño pueblo en el noroeste de India que combate hace 13 años dos flagelos extendidos por todo el país: el matrimonio infantil y el infanticidio de mujeres, esté listo, necesita de la colaboración de todos/as. Si te interesa defender y cuidar la vida de las mujeres, podés hacer aquí tu aporte monetario.

Mientras tanto, el proyecto en Piplantri sigue dando frutos. Según un informe del diario El País, la proporción de niñas y niños se ha invertido en los últimos seis años, con una natalidad anual de 50 a 62 niñas. Además de mejorar el entorno natural, la plantación de 111 árboles por cada niña nacida en Piplantri también previene los matrimonios infantiles, empodera y cuida a las niñas cambiando su destino, potenciando sus cualidades y protegiendo sus vidas.

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