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31 DE AGOSTO DE 2017
Estrategias para "jugar" con lo natural
Glandularia, Stipa y Schinus como protagonistas del paisaje.
Por Eugenia Videla, Sonia Fioretti y María Teresa Ponce, especial para Revista Experticia
Publicado el 19 DE OCTUBRE DE 2015
"Las ideas pueden ser y son cosmopolitas, pero no el estilo, que tiene un suelo, un cielo y un sol que le son propios". François-René de Chateaubriand (1768- 1848)
Crear un jardín en consonancia con el entorno nos da la posibilidad de "jugar con el paisaje natural", sacando el máximo partido de las plantas que están en equilibrio con las condiciones del lugar. Lo sustentable nos invita a mirar en forma integral el paisaje, donde el ambiente (geología, suelos, topografía, características hidrográficas, clima y microclima), lo sociocultural y lo económico brindan un carácter único e irrepetible.
Una jardinería sustentable es aquella que hace un uso eficiente de los recursos (agua, suelo, vegetación, insumos, mano de obra), explorando los modos de combinar la vegetación y los materiales para conseguir el mejor efecto en relación con su estética y función. Se estudian detenidamente las condiciones del lugar y el tipo de plantas adecuadas para crear un jardín disfrutable y "vivible". Como punto de partida, la planificación del espacio verde es fundamental en todo tipo de emprendimiento para que se mantenga y luzca en el tiempo.
¿Qué es una jardinería natural y sustentable?
La sustentabilidad ecológica impulsa a adoptar sistemas de manejo de recursos y tecnologías correspondientes para utilizar la mínima cantidad de los mismos, compatible con una máxima expresión del producto que perdure en el tiempo. Este concepto debe estar presente en todas las etapas de un proyecto paisajístico, desde el diseño hasta su ejecución y mantenimiento.
¿Cuáles son las plantas adecuadas para nuestro jardín de clima semidesértico?
El uso de especies rústicas en condiciones críticas ha sido un denominador común de gran parte de los pueblos que habitaban los ambientes áridos. La práctica de economizar el agua, seleccionando las especies en función de la tolerancia al estrés hídrico, ha sido una tradición de los pueblos de Asia, sur de Europa, norte de África y, en forma más reciente, de las comunidades aborígenes de América xérica.
En Colorado (EEUU), hacia 1981, se concibió un estilo de jardinería denominado "xerojardinería", cuyo objetivo era la creación de espacios verdes donde se disminuía y racionalizaba el consumo de agua y se proponían técnicas para promover este tipo de jardines economizadores de agua. Entre los principios de la xerojardinería también se menciona el uso de plantas apropiadas, tales como las autóctonas de distintas zonas áridas del mundo: entorno del Mar Mediterráneo; zona de Chile Central; región del Cabo en Sudáfrica; centro, sur y sudoeste de Australia; gran parte de California y plantas de la diagonal árida Argentina, nuestras nativas.
En general, según los preceptos ya enunciados, a la hora de elegir plantas para nuestro jardín, podemos adoptar cualquier criterio en tanto resulte razonable y lógico.
Primer criterio
El material vegetal debe ser resistente a sequía –conviene evitar las plantas exigentes en agua–, y debe estar adaptado a las condiciones del lugar en cuanto a clima y microclima, suelo, topografía, entre otras. Muchas veces se utilizan especies nativas que además ayudan a conformar la identidad.
Segundo criterio
Elegir las plantas según las características ornamentales y funcionales que requiera el proyecto. ¿Queremos dar sombra, delimitar caminos, ocultar visuales, dar toques de color, exaltar perfumes, conseguir variaciones estacionales?
Tercer criterio
Preferir especies rústicas para minimizar tareas de mantenimiento (podas, fertilizaciones, tratamientos fitosanitarios). Por ejemplo, para la conformación de céspedes en Mendoza, la "chipica" es considerada la especie ideal por su resistencia a la sequía, a la salinidad y al ataque de plagas y enfermedades. Si bien su color invernal es denostado por muchos, su amarilleo ofrece una variación estacional que permite potenciar la composición, destacando la habilidad del diseñador.
¿Cuál es nuestro recurso limitante?
Sin lugar a dudas, el agua es el recurso limitante en las zonas áridas. Esencial para la vida, lo es también en el momento de la implantación y durante el desarrollo de la planta.
En Mendoza, debido al clima árido con pocas lluvias veraniegas y alta insolación, además de elegir plantas adecuadas, debemos pensar en regar para lograr un jardín reluciente. Lo fundamental es hacer un buen uso del agua mediante lo que denominamos "riego eficiente". Ante la realidad de la cada vez más aguda escasez de agua, el interrogante es qué cantidad de agua y qué frecuencia de riego emplear para que las especies alcancen su óptimo valor ornamental. El cultivo experimental bajo condiciones de riego controladas permite obtener la información que nos ayuda a responder estas preguntas.
Ensayo de campo
Las gramíneas son un grupo de plantas ornamentales rústicas que en los últimos años se comercializan por ser adecuadas a la jardinería de zonas áridas. Sin embargo, faltan datos precisos acerca de su expresión a diferentes condiciones de cultivo. Los ensayos realizados en la parcela experimental de la Cátedra de Espacios Verdes (Facultad de Ciencias Agrarias, UNCUYO) apuntan a medir su valor estético a través de la altura de la planta, diámetro de la mata, época y duración de la floración, invasividad, entre otras variables consideradas.
Muhlenbergia es un género introducido recientemente al mercado local: presenta follaje persistente, de color verde todo el año, inflorescencias que sobrepasan la mata vegetativa y un largo período de floración sin desarticulación de las espigas. Se estudia el comportamiento de tres especies de este género: M. capillaris, M. emersleyii y M. rigens en respuesta a diferente lámina de riego (200 mm, 400 mm y 800 mm de lámina anual equivalentes a 5, 10 y 20 litros por planta por semana en los meses más cálidos, respectivamente).
Muhlenbergia capillaris presenta su óptimo valor ornamental asociado a un mayor consumo hídrico (800 mm). Con el mínimo aporte de agua (200 mm), la planta no muere pero sufre, lo que se refleja en su pobre desarrollo.
Muhlenbergia emersleyii se adapta bien a los diferentes tratamientos. Sin embargo, el equilibrio entre consumo de agua y expresión se manifiesta con el volumen medio de agua (400 mm).
Muhlenbergia rigens presentó gran plasticidad y eficiencia en el aprovechamiento del recurso hídrico. Si bien 200 mm no alteran su desarrollo, el óptimo valor ornamental se logra con 400 mm.
Por Eugenia Videla, Sonia Fioretti y María Teresa Ponce
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