Hallazgo arqueológico: descubren en Mendoza construcciones incas más al sur de lo pensado
Se trata del punto más austral descubierto en Argentina. El acierto derriba la creencia de que habían llegado por el Camino del Inca, como máximo, hasta el río Mendoza. Participó el Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UNCUYO-Conicet).
Foto: Prensa UNCUYO / Gobierno de Mendoza
Históricamente, se ha sostenido que los incas, en su extenso recorrido a lo largo de la cordillera de los Andes por el Qhapac Ñan (el Camino del Inca), habían llegado hasta el río Mendoza. Sin embargo, un grupo de arqueólogos y arqueólogas del Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UNCUYO-Conicet), acompañado por personal de la Dirección de Recursos Naturales del Gobierno de Mendoza y Gendarmería Nacional, realizó dos descubrimientos de suma relevancia sobre construcciones atribuidas a su civilización, en lo que representa el hallazgo arqueológico más al sur de la Argentina.
El impactante descubrimiento de construcciones pircadas pone en evidencia que este pueblo ocupó y controló los ambientes cordilleranos entre los ríos Mendoza y Diamante.
La revelación se llevó adelante en las inmediaciones de la laguna del Diamante y del volcán Maipo. Se supo que incluso llegaron a construir un espacio sagrado: para los arqueólogos, ese lugar tenía al volcán y la laguna del Diamante como wacas, es decir, sitios sagrados. Los espacios fueron identificados como LD-S25 y LD-S26, y presentan estructuras arquitectónicas numerosas y complejas.
El denominado LD-S25 incluye más de 20 estructuras generadas mediante muros bajos de roca, entre las que se destacan recintos y espacios pircados con formas rectangulares, uno de ellos, de grandes dimensiones (57 por 10 metros); recintos con plantas circulares de alrededor de 3 metros de diámetro; un camino de acceso de 40 metros con sus límites demarcados con rocas medianas y pequeñas, un muro doble lineal de 20 metros y dos pisos empedrados.
El otro sitio arqueológico, denominado LD-S26, está conformado también por un conjunto importante de estructuras pircadas, pero, en este caso, predominan las de planta circular, que se destacan por sus dimensiones (algunas de alrededor de 10 metros de diámetro) y por tener en sus centros apilamientos de rocas que, estiman los arqueólogos, debieron tener forma de columnas antes de derrumbarse parcialmente. Estas columnas de piedra, que aparecen tanto dentro como fuera de los grandes círculos de LD-S26, en la época de los Incas, recibieron el nombre de "topus" o "sayhuas" y servían para marcar distancias, límites y también, como en este caso, para hacer observaciones astronómicas.
El primer estudio de los sitios LD-S25 y LD-S26 fue realizado el día 5 de marzo por un grupo de investigación conformado por Víctor Durán (Investigador del Conicet y docente de la UNCUYO), María Sol Zárate Bernardi (Becaria doctoral del Conicet y docente de la UNCUYO), Agustín Castillo (estudiante de la carrera de Arqueología de la UNCUYO), Alberto Orellano y Jimena Martínez (Dirección de Recursos Naturales del Gobierno de la Provincia de Mendoza).
Estos nuevos hallazgos son cruciales para la Arqueología de la región, que ha considerado históricamente que los Incas establecieron su límite meridional en el valle del río Mendoza, por donde pasaba el Qhapac Ñan (el Camino del Inca). Tanto en Chile como en Argentina, predominan posiciones que consideran que los ambientes cordilleranos altos de las cuencas de los ríos Maipo y Diamante fueron ocupados, hasta momentos históricos recientes, por sociedades cazadoras-recolectoras procedentes de las planicies orientales.
"El haber encontrado los sitios LD-S25 y LD-S26 muestra claramente que los Incas ocuparon y controlaron los ambientes cordilleranos ubicados entre los ríos Mendoza y Diamante y que construyeron en la Caldera del Maipo un espacio sagrado que seguramente tenía al volcán Maipo y a la Laguna del Diamante como wacas", afirmaron los investigadores.
Observatorio astrológico
Sobre los topus o sayhuas, las y los investigadores argumentan que existe una posibilidad de que se hayan usado para marcar la salida y puesta del sol durante los solsticios o equinoccios.
"La asociación de este sitio con observaciones astronómicas es por lo pronto una hipótesis, que se ha generado al tener en cuenta que algunas de las estructuras circulares están alineadas y otras pueden alinearse con puntos naturales que se destacan en el paisaje, por ejemplo, la cima del volcán Maipo o las cumbres de otros cerros, y también portezuelos", dijeron.
Por otra parte, relevaron apilamientos de forma cónica o piramidal ubicados en cumbres menores situadas al poniente, que "son claramente visibles desde el sitio y pueden haber marcado la puesta del sol". Aunque los estudios arqueoastronómicos recién comienzan a proyectarse, las y los especialistas estiman que arrojarán resultados muy novedosos.
Centro ceremonial
El origen de estos nuevos hallazgos se dio cuando Andrés Pérez Peric –de la Fundación Código Andino– y Nicolás Palacios hicieron estudios y descubrieron, en imágenes satelitales, los sitios LD-S25 y LD-S26. Eso alentó a que convocaran por su experiencia a Durán. El equipo de investigadores, luego, propuso que LD-S26 fue un enorme instrumento de medición astronómica generado por los incas que debió vincularse al sitio LD-S25, y que ambos fueron el lugar de destino de un camino ceremonial.
"De una ruta de peregrinaje, que partía de la actual ciudad de Santiago, donde los incas establecieron una capital provincial un siglo antes de la llegada de los españoles a Chile Central y Cuyo", adelantaron.
Además, en ambos sitios aparecen marcas de rayos sobre grandes bloques oscuros. "Se estima que, a través de estas marcas, que en ocasiones hacían los propios Incas logrando formas similares, se veneraba al dios del rayo (Illapa o Tunupa)", explicaron. Destacaron que este tipo de prácticas ha sido registrado en otros puntos de Argentina, Chile y Bolivia en asociación con la expansión inca.
Tareas in situ
Respecto de las tareas arqueológicas realizadas en el sitio, las y los investigadores afirmaron que se generó un registro fotográfico de las estructuras y el ambiente de ambos sitios, se recolectó material arqueológico, como cerámica y artefactos líticos (de piedra) que aparecían en superficie, y se hizo una pequeña excavación en LD-S25 para obtener muestras de carbón que permitan hacer dataciones radiocarbónicas. A finales de marzo, se hará un nuevo trabajo de campo en colaboración con Nicolás Palacios Prado y Andrés Pérez para hacer mediante un dron y un GPS geodésico el relevamiento aerofotogramétrico de ambos sitios.
Fuente: Prensa UNCUYO / Prensa Gobierno de Mendoza
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