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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
La respuesta es sí. La explicación a esta y otras preguntas, desde el análisis de varios especialistas de Ciencia Política y Administración Pública de la UNCUYO.
Foto: El Correo
Este virus COVID-19 de propagación global ha venido a alterar la dinámica social dada desde los inicios del capitalismo. ¿Esta pandemia es una oportunidad para mejorar como sociedad? ¿O no?
Vivimos en sociedades estructuradas sobre la base de un sistema económico capitalista financiero y una pequeña minoría concentra la acumulación de bienes. Esta crisis atraviesa a todos los niveles socioeconómicos, aunque de manera diferente, y exacerba las desigualdades actuales. Ha descubierto las fortalezas y debilidades de los Estados, conducidos por líderes con distintas ideologías, problemas y capacidades, con estructuras sanitarias fortalecidas o recortadas, con economías reales prósperas o abocadas hacia la especulación financiera. Pero es determinante en estos momentos la orientación de las decisiones políticas. ¿Quiénes serán los salvados y quiénes serán convocados a pensar tales decisiones? Esto da cuenta de los liderazgos políticos, cruciales a la hora de acertar en sus decisiones.
Los posicionamientos de las autoridades estatales han sido variados. Algunos decidieron no intervenir en los primeros momentos, apostando a los intereses económicos sobre la salud de sus pueblos. Son ejemplos de ello Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson, Pedro Sánchez y Andrés Manuel López Obrador. Por otro lado, se ubican Angela Merkel y Alberto Fernández, que decidieron destinar abultados fondos públicos para enfrentar la crisis y actuar anticipadamente, priorizando achatar la curva del contagio y, al mismo tiempo, apuntalar la economía para reducir el impacto negativo de la pandemia. Con respecto al accionar de la dirigencia política en nuestro país, sobre todo de quienes tienen responsabilidad de gestión ejecutiva y legislativa, es significativo el grado de coordinación entre los distintos niveles y poderes del Estado, que han mostrado estar a la altura de las circunstancias, salvo algunos ejemplos de actitudes individualistas.
Los diferentes posicionamientos mencionados muestran una tensión entre economía y salud pública, pero oponer la economía a la salud pública es un error. Lo acertado es analizar esa relación atendiendo la combinación de ambas. En lo económico, otorgando asignaciones complementarias para grupos sociales vulnerables y excepciones impositivas temporales; respecto de la salud pública, implementando el aislamiento de los grupos de mayor riesgo y ampliación de camas hospitalarias, entre muchas otras.
Estos diferentes posicionamientos dan cuenta de un mayor protagonismo del Estado frente al mercado, reflejando funciones de las que no puede ni debe desentenderse ante una crisis como la actual, ya sea interviniendo con políticas monetarias como proveyendo bienes y servicios. Esta tensión esgrime una nueva configuración y rol del Estado-Nación, siendo este la única institución que puede reorientar recursos, por ejemplo, desde los destinados a los servicios de deuda hacia políticas sanitarias. Mientras el mercado distribuye de acuerdo a la eficiencia económica y a la capacidad de pago de los consumidores, el Estado asume lógicas de distribución y redistribución orientadas al bien común.
Este planteo reafirma el hecho de que las sociedades que invierten en equipamiento sanitario, en mejoras educativas y en planes para paliar la crisis, destinando grandes pautas presupuestarias a la prevención y ayudas económicas para los sectores más afectados, están invirtiendo. La pandemia está ayudando a reconstruir la concepción que se tenía de lo público, y hace repensar el gasto público en salud y asistencia social, ya que es el Estado el que debe garantizar el bien común. Esto deja entrever cuál es la configuración estatal que necesita la sociedad en términos de urgencia ante una crisis sanitaria. ¿Retornará al Estado de Bienestar?
El COVID-19 y sus efectos se quedarán un largo rato. Nos preguntamos si los Estados y las organizaciones supranacionales serán capaces de alcanzar acuerdos para que la humanidad tenga acceso a las vacunas, si el capitalismo se adaptará, si resurgirán los nacionalismos, si se reverá la escala de valores, y quiénes son los ganadores y los perdedores. Es un buen escenario para replantearse lo establecido y poner en la mesa históricos reclamos. Salvar a la humanidad puede ser solo producto de lo colectivo y de exigir a quienes tienen grandes responsabilidades y capacidad de decisión, milmillonarios y gobernantes, que hagan su parte. En ese sentido, las políticas aplicadas en Argentina están orientadas a protegernos y esa es la buena noticia.
Podés leer el texto completo de los licenciadas/os en Ciencia Política y Administración Pública de la UNCUYO Mariela Romero, Jorge Quiroga, Mauricio Peña y Katherina Vargas, y de la tesista de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública de la UNCUYO Mayra Ronda, en este enlace: https://www.facebook.com/mariela.romero.963/posts/10222578221628176.
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