El siglo XX tuvo sus pandemias, una de ellas fue la Gripe de Hong Kong o Gripe de Mao, que iniciada en 1968 recorrió varios países del mundo hasta penetrar en la América del Sur. Sin embargo, no es recordada, a pesar de haber tenido una tasa de mortalidad especifica más alta que la que ostenta hasta la fecha la actual Covid 19.

El desconocido virus se presentó en China. Hong Kong en poco tiempo reportó 500.000 casos de ahí que se la dio a conocer con el nombre de esa ciudad. Se expandió rápidamente, llegó a Estados Unidos junto con los soldados que regresaban de Vietnam, poco tardó en llegar a América del Sur y a la Argentina. Los adultos mayores fueron el grupo más vulnerable.

Su enigmática existencia puede explicarse, porque se trató de una pandemia con escasa cobertura periodística; se desplegó en un contexto internacional donde otras noticias ocupaban las páginas centrales de los periódicos y noticieros. La humanidad estaba a punto de dar un gran salto con la llegada del hombre a la luna, pero también muy atenta a las posibles consecuencias de la Guerra Fría, o a la Guerra de Vietnam. El temor a las banderas rojas (comunismo) y el ardor que encendía la figura emblemática del Che Guevara y la Revolución Cubana, acaparaban la atención de la época.

La pandemia no fue presentada como un problema epidemiológico para la población, sino como un inconveniente siempre presente y latente de alterar cualquier evento ya fuera político, científico o deportivo. En general no se decretaban cierres, cuarentenas, o suspensiones de eventos, sino que se apelaba a la responsabilidad individual en un contexto donde las autoridades minimizaban el mal, dado que la misma Organización Mundial de la Salud sostenía que se presentaba bajo "formas benignas".

Esto generó una sensación social de alcance global de apacible pandemia y de ahí se puede explicar por ejemplo la realización del festival de Woodstock considerado hoy en día como el más importante de la historia de la música rock, que se llevó a cabo en agosto de1969, cuando la pandemia aún seguía su curso y una inmensa aglomeración de jóvenes le otorgó un lugar en la historia de la música.

No abundaban ni en la prensa nacional pero tampoco en la internacional, noticias vinculadas a los efectos del virus en algunos países. Poco y nada se informaba acerca que Berlín frente al colapso del sistema sanitario primero y de los cementerios después, se habían visto obligados a almacenar cadáveres en los túneles del metro, o que en Inglaterra a principios de 1970 se superaban los 2.800 muertos semanales, o que en Estados Unidos escuelas, pabellones de hospitales y bases militares estaban cerradas como consecuencias de los contagios.

A la falta de centralidad periodística, se sumó otro factor tan determinante como el anterior, existía un clima de época marcado por la fe en la ciencia, los antibióticos y las vacunas. También, y a luz de lo sucedido con el Coronavirus es claro que en los años sesenta (siglo XX) la muerte de mayores de 65 no era vista como inadmitida, en ese aspecto la prolongación de la esperanza de vida ha provocado cambios y las acciones que se emprenden como las reacciones sociales frente a la Covid-19 están imbuidos de esas nuevas formas de percibir la salud, la muerte, el contagio y la enfermedad, que son propias del nuevo siglo.