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Aunque la polarización es previa a la tecnología, las redes sociales visibilizan las diferencias. Algoritmos, emociones y fake news, los motores del enfrentamiento.
Foto: pbs.twimg
Unidiversidad / Ángeles Balderrama
Publicado el 26 DE OCTUBRE DE 2020
Personalistas y anti personalistas en la época de Yrigoyen o del Peronismo y la Unión Democrática, son algunos ejemplos de polarización política y social que marcaron la historia del siglo XX. Actualmente, aunque kirchnerismo y antikirchnerismo sería la línea que agrieta al país, la temática también se traslada a la cultura, y uno de los ejemplos más actuales se vincula al racismo en Estados Unidos. Cualquiera sea caso del siglo XXI, todos tienen un elemento extra: las redes sociales como dispositivos que distorsionan la realidad y visibilizan las diferencias. Algoritmos, emociones y fake news, los motores que avivan el enfrentamiento.
“La polarización política es una estrategia que permite fidelizar y evadir la crítica interna, por lo tanto es responsabilidad de las dirigencias. En buena parte del mundo estamos viendo un incremento de la polarización, que impide la discusión de las políticas a implementar, como el caso de la cuarentena, que en vez de discutir si funciona o no, y bajo qué condiciones se realiza, se traslada a la perspectiva de que si defendés la cuarentena es porque estás a favor del Gobierno. Es algo que no tiene ningún tipo de sentido, pero eso hace la polarización, que toda la deliberación pública dependa de cómo se posiciona cada uno frente a las dos alternativas que polarizan”, explicó el politólogo y director de la Carrera de Ciencia Política y Administración Pública de la UNCUYO, Julio Aguirre.
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Con el masivo avance de las redes sociales, una gran cantidad de personas en distintas partes del globo logró relacionarse con base en sus intereses hasta formar grupos de pertenencia. Estas comunidades virtuales, alimentadas por la información que circula en la web, se unieron bajo una serie de reclamos que no eran tan nuevos, aunque siguen siendo disparatados, como el medieval terraplanismo.
Aunque no es un fenómeno nuevo, para el sociólogo Guillermo D’Angelo, “estamos transitando en Argentina una importante polarización” que se visualiza hoy en dos grandes frentes políticos: El Frente de Todos y Juntos por el Cambio. “La gran diferencia entre la polarización del siglo XX y XXI es el nuevo formato que se utiliza como medio para canalizar ese enfrentamiento”.
“Las redes sociales, obviamente cambian la lógica, pero en décadas anteriores este mismo enfrentamiento político y social se daba a través de otros medios como diarios, revistas, TV o directamente en la calle. Lo que observo como diferente, es que la discusión en redes sociales o por WhatsApp te invade en forma constante y tiene niveles de violencia demasiado altos – pero en otros momentos históricos la violencia política ha sido superior en la Argentina y en toda la región. Daría la impresión de que el consumidor de redes, o su mayoría, tiene que opinar de todo, y eso también genera que los temas que son tendencia cambien muy rápido”, indicó D’Angelo.
En un contexto de ascenso y protagonismo de las redes sociales, se podría pensar que ellas contribuyen a la potenciación de la polarización, aunque no siempre es así. Sin embargo, mientras más polarizado esté un país, “los gobiernos tienden a ser menos eficientes”.
Volviendo al análisis del politólogo, Aguirre sostuvo: “Está muy difundido que las redes aceleran el proceso, pero soy un poco escéptico. Si uno analiza comparadamente las distintas sociedades, hay algunas como Estados Unidos o Argentina en las que, en los últimos diez años, cada vez usamos más redes sociales y estamos más polarizados. En otros países se da el efecto contrario, es decir, cada vez se usan más redes sociales pero la polarización política tiende a disminuir. El problema tiene que ver con los algoritmos de las redes. Pasa con políticos que nos dicen ‘mirá lo que está pasando, esto dice la gente’ y muestran algo en Twitter, que no es para nada representativo de la sociedad”.
En este sentido, Laura Bolognesi, Licenciada en Comunicación Social y especialista en Comunicación Transmedia, expresó a Unidiversidad que las tecnologías, en general, y las redes sociales, amplifican todos los procesos sociales en diferentes niveles, es decir, no sólo en su alcance geográfico, sino también en cuanto a la profundización de las diferencias. “No hay intermedios, no hay lugar a la reflexión, a una opinión distinta de las opciones que las redes sociales nos ofrecen”.
“El famoso algoritmo de las redes sociales y los buscadores funcionan de modo tal que lo que vemos, escuchamos y leemos sea exactamente lo mismo que ya creemos, y que interactuemos con otros usuarios que piensan igual. De esa forma, se dan conversaciones en círculo en el ámbito digital que van polarizando las del mundo offline también. Así, creemos que lo que vemos en nuestras redes es ‘la realidad’, sin dar espacio a pensar que pueden existir tantas percepciones de un mismo objeto como personas que lo observan. Por otro lado, las fake news y los trolls cumplen una función de distorsión, generación de conflicto y direccionamiento ideológico”, destacó Bolognesi.
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De esta manera, para D’Angelo, el algoritmo le evita al ciudadano peronista o anti peronista el trabajo de tener que concurrir a comprar el diario afín con su ideología. “En varias investigaciones profesionales hemos corroborado que la posición política es previa, y que el medio sirve para reforzar las ideas y no a la inversa”.
¿Hay o no polarización?
El encuestador político, Elbio Rodríguez, consideró que el país no está polarizado ya que los porcentajes no son mayoritarios: un 34 % está polarizado y un 66 % no tiene posición definida. “Argentina no está polarizada, mucho menos el marco de una crisis. Hay una gran mayoría que tiene confianza en el Gobernador y en el Presidente. No se puede ser enemigo del piloto y azafata cuando el avión se viene cayendo”.
“En los estudios de Mendoza, la gran grieta como tal suma un 34 % e incluye a quienes quieren a Anabel Fernández Sagasti y Alberto Fernández, pero no quieren a Alfredo Cornejo o a Rodolfo Suarez (17,5 %), y viceversa (16,5 %). Esa gente tiene posición y juega en las redes, pero entre ellos. Después hay un 66 % que no tiene posición clara y hasta pueden querer a Fernández y Cornejo. Con respecto a las marchas, a las calles saldrán 5 millones a favor y en contra, de 27 o 28 millones de personas que votan en Argentina”, remarcó Rodríguez a este portal.
En términos generales, la grieta puede ser vista como positiva o negativa para el sistema democrático. Mientras que para D’Angelo la polarización enriquece el debate, siempre y cuando sea dentro de ciertas reglas, para Aguirre, se trata de un efecto antecesor de los procesos que erosionan la democracia. No obstante, ambos coinciden en que “dentro del sistema se necesita una deliberación pública de calidad”.
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