Ghosting: un cóctel dañino hecho de virtualidad y consumismo
Las redes sociales y el sistema de producción priorizan el consumo fugaz y el recambio permanente. Este “usar y tirar” parece haberse extendido a nuestras relaciones.
Imagen ilustrativa
Las relaciones ya no son lo que eran porque el mundo ya no es lo que era. Esta sentencia puede aplicarse a cualquier momento de la historia. Pero ¿hubo alguna vez un cambio tan radical en las formas de comunicación como el que supusieron las redes sociales? En este contexto, surgieron nuevas maneras de nombrar cómo nos relacionamos con los demás. En el caso de las relaciones sexoafectivas, se habla en los últimos tiempos de ghosting.
“Ghostear” a alguien, lo que podría traducirse como “fantasmearlo”, es dejar de contestarle los mensajes, bloquearle en redes e ignorarle luego de haber comenzado con ese alguien un vínculo. No es nada extraño: se hizo desde siempre, pero parece haberse potenciado.
Seguramente te suene. De hecho, en una encuesta hecha en las redes sociales de Unidiversidad, casi siete de cada diez lectores y lectoras del portal afirmaron haber sido ghosteados/as.
Unidiversidad se contactó con dos profesionales de la psicología que coincidieron en señalar dos factores propios de nuestro tiempo para indagar en el porqué del ghosting: la cultura del consumo permanente y el auge de las formas virtuales de relacionarnos.
“El uso masivo de redes sociales y las famosas aplicaciones de citas apuntan a desubjetivar a los sujetos, poniéndolo en la góndola del consumo sexoafectivo, pudiendo pasar perfiles hasta hacer un match. En el camino, predomina el descarte y el impacto de la imagen, es decir un vínculo muy lábil y superficial”, apuntó Emilia Barichello.
Las plataformas de citas, con todas sus ventajas, también nos predisponen a vernos como una mercancía, ya que para poder ser likeados por los demás necesitamos saber “vendernos”.
Gif: Giphy
Negar al otro
Lo problemático del ghosting es que parece ser la máxima expresión del no saber enfrentar las consecuencias de un compromiso, en el sentido de que toda relación afectiva, por superficial que sea, implica reconocer a la otra persona como tal. En este marco, se suele hablar de responsabilidad afectiva.
Romina Iacovetta, también psicóloga, afirmó: “Llevar adelante una relación, un vínculo, conlleva una responsabilidad de ambas partes. Y esta retirada, sin una puesta en palabras, podríamos pensarla como el no poder asumir esa responsabilidad”.
Barichello definió a la responsabilidad afectiva como "hacernos cargo de un otrx, darle lugar a lo que le pasa, a saber de esa persona, a interesarnos por generar acuerdos, por lo que a una actitud como desaparecer la podemos ubicar como de una negación del otrx como persona".
"¿Quién te creés que sos?"
Hace algunos días, en las redes se instaló el tema del ghosting luego de que la influencer Paulina Cocina le respondiera a una seguidora en sus historias de Instagram. La cocinera, que estaba haciendo una ronda de preguntas y respuestas con sus millones de followers, pareció indignarse por la idea de esta usuaria de ghostear a un chico que estaba “flasheando amor mal”, y le respondió en un tono acorde.
"Paulina":
Por una respuesta que dio en Instagram pic.twitter.com/VAAal7SqeV— ¿Por qué es tendencia? (@porquetendencia)
El capital afectivo
Desde Marx, sabemos que, en alguna medida, nuestro sistema productivo determina el resto de los eslabones que conforman la sociedad. Es por eso que no resulta sorprendente que estas dos entrevistadas hagan una ligazón con este a la hora de pensar en el ghosting.
“Creo que el gran factor es la cultura del ‘úselo y tírelo’, como dijo Galeano en uno de sus libros. Así como consumimos ropa, cursos, podemos consumir personas, partes de ellas”, sostuvo Barichello. Para Iacovetta, el capitalismo está directamente “metido en los vínculos”. Esto implica “no generar con el otro un compromiso afectivo real, sino desde la distancia y la utilidad”, y el ghosting es la práctica que más cristaliza esa realidad.
"A veces hay miedo a decir la verdad de unx y se termina haciendo mucho más daño al desaparecer", manifestó Barichello. Se trata de asumir la responsabilidad de saber que hay una persona detrás de la pantalla y de cerrar procesos, "así sea algo tan cortito como un mensaje de despedida", concluyó.
Las entrevistadas
Romina Iacovetta es psicóloga por la Universidad del Aconcagua y coordina la Red de Psicólogxs Feministas Mendoza. Su mail de contacto es romiiacovetta@gmail.com.
Emilia Barichello es psicóloga por la Universidad Nacional de San Luis y pasante del proyecto de investigación de Psicología Política de la misma institución. Su mail de contacto es emiliabarichello@gmail.com.
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