Gabriela Caram: “La democracia debe ser ética”
Así lo aseguró la profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO. Reflexionó acerca de los conceptos de moral y ética con relación al poder. Dijo que estamos inmersos en una crisis que se expresa en el trato entre los propios seres humanos.
"¿Cómo se promueve una vida moralmente vivida? Pues me parece que la educación es la clave", dijo la profesora. Foto: Unidiversidad
“La democracia debe ser ética” dice Gabriela Caram, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO. Un instante después, asegura que quienes detentan el poder deberían contar con un asesoramiento ético para lograr una visión amplia de la realidad que les permita tomar las mejores decisiones para que las personas puedan vivir plenamente, a pesar de las dificultades.
“La democracia debe ser ética porque tiene que contemplar la forma de llegar a la plenitud de cada ciudadano, lo que implica cuestiones tan importantes como la libertad, pero la libertad real, es decir, tener las opciones necesarias para vivir dignamente. Debe tener en cuenta todas las necesidades de una persona, que no son solamente materiales, sino que incluyen todos los factores que hacen que pueda vivir dignamente, crecer en su territorio, en comunidad, donde las instituciones funcionen correctamente. Pienso que, en ese sentido, la democracia debe ser ética”, explica.
Caram, que es profesora titular de la cátedra de Ética, acepta la invitación de Unidiversidad para reflexionar en torno a la moral, la ética y el poder, lo que incluye la conducta de dirigentes que dicen una cosa y hacen otra, que insultan, que humillan, que defienden en público lo mismo que descalifican en privado. Esas personas, debido a su enorme responsabilidad —explica—, con más razón deben hacer un camino de reflexión para entender quiénes son y cuánto pueden tratar de llegar a comprender la realidad de los otros.
Para iniciar la charla, la profesora diferencia los conceptos de moral y ética, que se suelen tomar como sinónimos, pero no lo son. Definió a la primera como el conjunto de preceptos, máximas o normas que rigen la vida de un ser humano, que recibió de su familia, su entorno y su cultura; y a la segunda, como la disciplina que reflexiona sobre esa moral, que busca el fundamento del obrar, que analiza, según las distintas épocas históricas y concepciones, el criterio último de cómo obrar.
La profesora aseguró que es necesario reflexionar acerca de cómo estamos viviendo y qué principios estamos utilizando para vivir. Foto: Unidiversidad
Clases de moral y ética
Unidiversidad: ¿Existen una moral y una ética colectivas, o son siempre individuales?
GC: La moral es siempre de una persona concreta y particular. En cuanto a lo ético, no existen recetas, porque la ética es la búsqueda de ese criterio vinculante y la vida particular y concreta de una persona, que siempre es diferente. Entonces, ¿por qué hay tantas teorías éticas? Porque algunas dan respuestas a una cuestión, otras a otras, unas se vinculan más con la dimensión existencial de la persona, y otras, con la cuestión normativa. Por otro lado, la moral de cada persona va a depender de qué reflexión haya hecho acerca de su forma de comportarse, su forma de vivir. Hay personas que no se cuestionan su moral, pero hay otras que sí hacen el ejercicio de cuestionarse qué principios, qué criterios están siguiendo para su vida porque, en el fondo, lo moral y lo ético se resuelven en la propia vida. Lo que sí vemos, a partir de estas concepciones éticas que estudiamos, es una búsqueda de tratar de llevar esas concepciones a lo social, a lo comunitario, aunque difícilmente suceda hoy porque reina el individualismo. El tema creo que es, desde las concepciones éticas, llamar a buscar la reflexión acerca de cómo estamos viviendo, qué principios, qué fundamentos, qué criterios estamos utilizando para vivir.
Unidiversidad: Usted dijo que hay muchas teorías éticas, que responden a distintas disciplinas. En ese sentido, ¿existe una ética del poder?
GC: Sí, hay una ética para todo. A cada rama de las actividades humanas corresponde una ética aplicada a esas cuestiones, pero hay un autor que ha tratado sobre el tema del poder, que es Foucault (Michel), que habla de la microfísica del poder y dice que en todas las relaciones humanas, en todas las instituciones, existe esta realidad que es el poder, que aparece y que tenemos que saber entender. Es decir, entender cómo está funcionando el poder, qué males está produciendo el manejo de ciertos poderes, para empezar a entender, como comunidad política, qué cosas debemos modificar con el objeto de aprender, de empezar a promover la ética del cuidado de sí, como la llama.
Unidiversidad: ¿La ciudadanía debe exigir una ética superior a quien detenta ese poder en una democracia, o es igual a la de cualquier persona, sea docente, albañil, doctora, obrera?
GC: Pienso que no, estamos todos al mismo nivel. Esto lo revelan las éticas de la alteridad: cuando entendemos que el otro es importante, a quien debo respeto y toda mi consideración. Pienso que los políticos, como todas las personas, deben tener una reflexión ética para poder entender quién soy primero, cómo vivo, qué estoy haciendo, cuáles son mis acciones y también saber quién es el otro, contemplar el rostro del otro, la realidad que tiene, que es, dice Lévinas (Emmanuel), un infinito para mí. Yo no puedo etiquetarlo, determinarlo con mi pensamiento, porque lo estoy restringiendo. Yo tengo que contemplar eso como político, pero, en realidad, no existe una ética superior; la ética es la que tenemos que tener todos en cuanto a hacer la reflexión como comunidad, como una común unidad de personas donde tengo que pensar más allá de mis propios intereses, pensar en un bien común.
Unidiversidad: Le hice esa pregunta pensando en que un presidente o presidenta de la democracia es un referente, se espera que sea una especie de ejemplo en su accionar…
GC: Es una persona más, pero, justamente, en el cargo que ocupa reside la enorme responsabilidad que tiene. Tenemos que entender que en un país, en una organización política, cada ciudadano es soberano y, por lo tanto, el representante de nosotros tiene que dar cuenta de nuestra soberanía, es decir que, con más razón, tiene que hacer ese camino de reflexión para entender quién es, quiénes somos, qué le debemos al otro, cuánto podemos tratar de llegar a comprender la realidad de los otros. Pienso que sería esencial que, tanto en sus decisiones como en las acciones que tome, lo acompañe un referente ético. Pero, para contestarte, no sería una ética superior, porque la ética en sí misma es lo superior, lo más importante, la vida práctica de las personas se rige siempre por una ética. Por eso, es algo que debemos cuidar y mucho más debe hacerlo una autoridad, porque tiene la responsabilidad de todos los otros a quienes tiene que dar cuenta, respetando esa soberanía y los derechos de cada ser humano que convive en su territorio.
Unidiversidad: ¿Es posible que quien detenta el poder tome decisiones que considere reñidas con su ética, pero que esté convencido de que tienden al bien común?
GC: Siempre que hablemos de ética, vamos a tener que considerar que se refiere a cada persona concreta que tiene una forma de pensar, de argumentar. Entonces, se entiende que pueda comprender cuál sería el bien común según una determinada consideración personal, que tal vez no sea verdaderamente el bien común, Por eso, me parece que estas personas que tienen el poder deben estar acompañadas por un asesoramiento de tipo ético que sea amplio, que no derive en una unidireccionalidad de pensamiento, que pueda hacer reflexionar al político acerca de las distintas posibilidades de considerar éticamente una situación determinada o una decisión que deba tomar. Me parece que no lo puede resolver solo, hoy las éticas aplicadas necesitan sí o sí la interdisciplinariedad. Lo político no puede estar solo, tiene que estar acompañado de una reflexión ética y, si es posible, desde distintas consideraciones disciplinarias para poder entender una determinada realidad.
Unidiversidad: Recién le consulté si el poder tiene una ética. ¿Y la democracia?
GC: Me parece que la democracia debe ser ética. Es una forma representativa que, justamente, intenta ponderar la soberanía de cada uno de los ciudadanos, que pienso que se pone en crisis cuando no funcionan los mecanismos que hacen que todas las voces puedan ser escuchadas dentro de esa democracia. La democracia está apoyada en una forma de comprender la necesidad de participación de todos los ciudadanos dentro del gran mecanismo político, por lo que la democracia debe ser ética.
Unidiversidad: ¿Por qué?
GC: La democracia debe ser ética porque tiene que contemplar la forma de llegar a la plenitud de cada ciudadano, lo que implica cuestiones tan importantes como la libertad, pero la libertad real, es decir, tener las opciones necesarias para vivir dignamente. Debe tener en cuenta todas las necesidades de una persona, que no son solamente materiales, sino que incluyen todos los factores que hacen que pueda vivir dignamente, crecer en su territorio, en comunidad, donde las instituciones funcionen correctamente. Pienso que, en ese sentido, la democracia debe ser ética.
Para Caram, la educación es la clave para comenzar a revertir la crisis moral. Foto: Emilio Rapetti/Télam
La centralidad del diálogo
Unidiversidad: ¿Hay una ética de cada tiempo? Y si es así, ¿Cuál es la ética de este tiempo?
GC: Podría decirte que la ética actual, la que está en vigencia y se utiliza mucho en las discusiones sociocomunitarias, es la ética comunicativa.
Unidiversidad: ¿Me la puede explicar?
GC: Partiendo del giro lingüístico que es propio de nuestros tiempos contemporáneos, se entiende que, a partir del diálogo, podemos buscar la forma de un entendimiento entre los seres humanos que deje de lado intereses personales, particulares, partidarios o de distintos grupos. Yo tengo que poder pensar un bien para todos y poder argumentarlo en las asambleas, en comités, en los distintos espacios de diálogo, evitando interponer mis intereses personales, particulares, partidarios y demás. La reflexión ética hoy nace del diálogo, de la reflexión conjunta, donde se ponen sobre la mesa las problemáticas urgentes que tenemos que resolver, buscando un criterio convergente, sin dejar de lado que cada espacio de realización humana tiene que ver con determinados bienes y principios que debemos respetar. Hoy, te diría que lo que se sigue es, más que nada, el criterio de la ética comunicativa. A veces nos queda un poco ideal el planteo, pensar cómo nos vamos a liberar de los intereses personales, pues la propuesta ética, que no es legal porque no es una norma jurídica, es promover que empecemos a pensar más de manera comunitaria y menos de manera individualista.
Unidiversidad: ¿Cuál es el rol de un Estado democrático en esa conversación? ¿Debe impulsarla, lidiar con las diferencias, marcar el rumbo o no intervenir?
GC: Pienso que a veces nos queda un poco lejos la idea de que el Estado nos pueda asesorar éticamente, pero sí hay formas en las que el Estado puede incidir o promover el pensamiento ético, y creo que es a través de repensar un poco la educación, cómo estamos pensando la educación, si tiene en cuenta las humanidades, que hoy no gozan de la valoración que por ahí sí tienen las ciencias duras, que son las que responden a las necesidades urgentes del ser humano. Las ciencias humanas responden a algo mucho más profundo del ser humano que necesita respuestas. Los jóvenes necesitan respuestas, los niños también. Debemos formar en la reflexión, en el diálogo colaborativo, en actitudes, en cooperación mutua. Pienso que el diálogo hoy, o el ideal de diálogo que se plantea desde la ética comunicativa, quiere lograr una apertura hacia el otro, dejar de tener el oído cerrado, escuchar lo que el otro tiene para decirme. Todas esas cosas tenemos que concientizarlas de alguna manera, y me parece que la vía más adecuada es la educación, y la educación tiene que contemplar todas las dimensiones del ser humano, no solamente aquellas que responden a las necesidades, lo material, sino también a las necesidades propiamente humanas, a las preguntas que tenemos. Cuántas problemáticas tenemos hoy con la juventud, como los suicidios, cuántas respuestas no están siendo promovidas, cuántas preguntas no están siendo hechas para que podamos tratar de entendernos, de entender qué nos está pasando, por qué las personas están tan deprimidas, por qué vivimos en esta locura que no cesa: todas esas preguntas se hacen desde lo humano y me parece que la educación es el medio para eso, es difícil que se concretice desde el Estado. Me parece que estamos en un tiempo en el que debemos flexibilizar ciertos mecanismos para que las estructuras no nos abrumen y realmente podamos acceder a un intercambio abierto, a un intercambio más fluido desde la posición más alta de poder hasta la menos oída.
Unidiversidad: En estos tiempos complejos, no solo en Argentina, sino a nivel global, ¿qué sería lo contrario a la ética?
GC: Me parece que lo no ético es no reflexionar sobre los modos en que podríamos vivir mejor, de qué manera puedo ser mejor persona, de qué manera puedo no atropellar al otro con mis palabras o mis acciones, de qué manera, y desde el pequeño entorno que me toca vivir, promover otras actitudes a través del ejemplo. En estos tiempos, vemos a diario las dificultades personales para lograr una paz, me refiero a la interior y a la relación con los nosotros, el enojo cotidiano en la calle. Estamos todos alterados. Las respuestas son el arrojo de una palabra sin ser pensada. Creo que lo no ético es no empezar a repensarnos lo que nos está pasando. Tenemos que saber que, en este mundo, los adultos somos observados por los jóvenes, por los niños, debemos ser un buen ejemplo, así que me parece que lo ético es reflexionar, empezar a cambiar nuestras propias actitudes, nuestros propios hábitos de comunicación. Lo no ético sería quedarnos donde estamos, seguir operando según los intereses acuciantes que siento que tiene mi persona, sin mirar si estoy afectando a otro o estoy haciendo algo que perjudique a alguna persona.
"La crisis moral es cómo estamos viviendo; solo hay que constatar las acciones que estamos realizando los seres humanos", dijo la profesional. Foto: Unidiversidad
Una crisis moral
Unidiversidad: Desde hace tiempo se habla sobre la crisis moral y ética, más allá de nuestro país, a nivel global. ¿Cuál es su visión?
GC: Creo que la crisis moral es cómo estamos viviendo; solo hay que constatar todas las acciones que estamos realizando los seres humanos. Evidentemente, hay una crisis moral, y no porque lo diga alguien, sino por los modos en los que el trato entre seres humanos está sucediendo, es muy cuestionable, pienso que crítico. Hay algo que está sucediendo también, en lo cual estamos inmersos, que es el mundo de la tecnología, que nos tiene un poco absortos: las novedades, las actividades de las redes sociales. Hay una búsqueda permanente de ser reconocido a través de las redes, a través de las valoraciones que otros tienen de mí. Esa es la búsqueda de hoy, pienso que a raíz de que hay una gran insatisfacción de la autoestima. Eso nos está llevando todo el tiempo a mirarnos a través de los otros, cuando tenemos que empezar a mirarnos a través de nosotros mismos. Esto nos tiene un poco hipnotizados, al igual que el ritmo de la vida cotidiana, alocado. Ni siquiera descansamos como para estar en paz, no estamos serenos para desarrollar todas las competencias humanas, compartir, entenderme con las personas con las que convivo, con las que trabajo; hemos dejado de lado esa mirada hacia uno. Por otro lado, pienso que la búsqueda de la eficiencia, la eficacia y la utilidad hoy también nos marca como sociedad e institucionalmente, porque la búsqueda de la eficiencia permanente hace que entre seres humanos haya muchísimo atropello. Esta palabra la digo porque me parece que no fluye la realidad humana, estamos todo el tiempo atropellándonos con las urgencias y no con las cosas importantes. Esto hace que los comportamientos humanos lleguen al extremo del absoluto descuido de la propia persona y, por supuesto, de los otros, a costa, incluso, de la vida. Por otro lado, los poderes atienden solamente a sus propios intereses y están dejando de lado la necesidad de convivir humanamente, además, sin cuidar el hogar que tenemos, que es el planeta.
Unidiversidad: ¿Cuál cree que es la llave para desandar este camino?
GC: Es difícil, pero, como te dije, lo moral es parte de cada persona. Va a depender de cada una de las personas concretas que viven en este mundo, no nace de una colectividad, sino de la propia persona. ¿Cómo se promueve una vida moralmente vivida? Pues me parece que la educación es la clave, pero, al mismo tiempo, tenemos que modificar ciertas cuestiones del entorno de lo educativo, que se promuevan políticas para que la educación no sea solamente información acerca de cosas, sino que sea una formación de personas, que lo humano sea lo que primero y no el número que va a obtener la persona. Es empezar a humanizar también desde las escuelas, la universidad, porque formamos formadores y esto debe ser revisado.
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