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20 DE DICIEMBRE DE 2024
Una investigadora del Conicet explicó qué rol cumplen estos mamíferos en el surgimiento de nuevas enfermedades virales.
Foto: gentileza Marcela Orozco
Los murciélagos están en el centro del debate por el origen de la pandemia del coronavirus responsable de la COVID-19, pero ¿son realmente los causantes de esta enfermedad que ya cobró la vida de 260 000 personas a lo largo del mundo? Marcela Orozco, investigadora del Centro Científico Tecnológico (Conicet), explica por qué estos mamíferos están vinculados con el coronavirus.
Marcela Orozco es investigadora del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (Iegeba, Conicet-UBA) y estudia este tipo de surgimiento de enfermedades humanas para detectar estos “saltos” de especie, o saltos zoonóticos, en el contexto de las interacciones ecológicas.
Estos mamíferos son considerados excelentes reservorios de virus. Es decir, son capaces de mantener diferentes virus en su organismo sin enfermar. Esto tiene que ver con la evolución de los murciélagos para poder volar, ya que mantener esta actividad permite que tengan un organismo en constante estrés fisiológico que, si no existiera una forma de atenuarlo, podría generarles un daño, porque habría moléculas oxidantes circulando permanentemente en su organismo.
“Lo que ocurre es que durante el proceso evolutivo, lo que hicieron los murciélagos para poder volar fue mitigar el estrés oxidativo asociado a actividades metabólicamente costosas como el vuelo. Han logrado desarrollar mecanismos que actúan disminuyendo la inflamación y evitando la tormenta de citoquinas, un fenómeno que comparten el estrés y la respuesta inmunológica”, explicó la investigadora.
A su vez, su respuesta inmune es capaz de controlar determinados virus, en un delicado equilibrio entre la respuesta inmune antiviral y la respuesta inflamatoria. Es un proceso muy eficiente: pueden controlar la replicación viral, pero tienen bloqueados algunos mecanismos de la inflamación, entonces inhiben algunos procesos que podrían llevarlos a la muerte.
Un sistema siempre atento
En la mayoría de los vertebrados, el proceso inflamatorio se desencadena cuando hay un estímulo. En el caso de los murciélagos, fue estudiado el funcionamiento de un interferón en particular que está todo el tiempo alerta y, si bien tiene una respuesta más atenuada –por esta inhibición de las vías de inflamación–, es una respuesta más rápida, porque está siempre encendido.
“Esto obliga a los virus a replicarse más rápidamente para intentar ‘sobrevivir’, y a su vez, el hecho de que algunos virus puedan recombinarse, mutar y adaptarse a nuevas especies incrementaría su virulencia y patogenicidad”, afirmó Orozco.
Las consecuencias de la degradación de ambientes
Cuando los ambientes silvestres son degradados, algunas especies pueden extinguirse, mientras que otras pueden desplazarse buscando nuevos ambientes más óptimos. En esa búsqueda, muchas veces entran en contacto con animales domésticos y con los humanos, por ejemplo, en entornos productivos. Esos animales domésticos terminan siendo los intermediarios y a veces los amplificadores de algunos virus, los que terminan acercándose a las personas.
“Este coronavirus que provocó la pandemia actual y se adaptó de alguna manera a los humanos podría tener su origen en coronavirus de murciélagos. Se conocen coronavirus parecidos, como el que provocó el síndrome agudo respiratorio (SARS) en 2003, por eso se postula que este podría tener un origen similar. Aún no se demostró este origen para COVID-19, aunque todas las miradas están puestas ahí, justamente por las similitudes que hay”, rectificó la científica.
A no temerles: los murciélagos no transmiten el coronavirus
"Hay una paranoia creciente", señaló a Unidiversidad Noticias Jennifer Ibarra, veterinaria que conduce la Fundación Cullunche, respecto del coronavirus y el miedo a los murciélagos. Más allá de que se investiga la teoría de que la enfermedad haya surgido a partir de murciélagos provenientes de una feria ilegal de tráfico de animales silvestres en China, la especie no representa ningún riesgo, puesto que la enfermedad se transmite entre seres humanos.
En la epidemia de 2003, el coronavirus que causó el SARS afectó a parte de Asia y fue contenido con medidas de distanciamiento e higiénicas. Recién en 2017 fue posible identificar en colonias mixtas de murciélagos distintos coronavirus que entre sí daban origen al que originó SARS, es decir, sus ancestros directos.
En algunos casos, aclara la investigadora, se observa que existe un hospedador intermediario, una especie que media entre los murciélagos reservorios de virus y el humano. Aquí, en la transmisión influyen el manejo de las especies para consumo, la venta ilegal y también los desplazamientos que se dan como consecuencia de la degradación del medioambiente. Por ejemplo, en los mercados de animales, el hacinamiento de distintas especies domésticas y silvestres que terminan compartiendo patógenos es un factor de riesgo que propicia la transmisión.
“Lo que nos hace pensar que debería existir un hospedador intermediario es que, justamente, en el momento en que ocurre el brote, los murciélagos de la especie a la que se está apuntando estaban hibernando. Debería haber sido difícil que esos murciélagos hubieran provocado un salto directo a las personas. Por eso se piensa en otro vertebrado que haya funcionado como nexo entre lo que sucede en los ambientes naturales y lo que pasa en los mercados de China”, explicó.
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Según lo aclaró Orozco, en el caso de los dromedarios, es más cultural, porque la convivencia entre humanos y dromedarios en Medio Oriente y África es alta, ya que acompañan a las personas en ceremonias religiosas y también son parte de actividades productivas. Hay épocas del año en las que, especialmente desde la zona que se conoce como Cuerno de África, se mueve una gran cantidad de dromedarios durante distintas actividades; dentro de Medio Oriente, las peregrinaciones multitudinarias mueven conjuntamente personas y animales, y el contacto es estrecho.
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