Son amigos, están a nuestro lado para ayudarnos a pasar el trago amargo cuando terminamos una relación. Son de los que se ponen contentos, genuinamente felices, cuando logramos un ascenso en el trabajo o tenemos buenas notas en los estudios. Sin embargo, con la amistad puede coexistir la enemistad, lo que crea un paradigma complejo. Hay, por ejemplo, apoyo mutuo, pero también competencia constante, enojo, envidia. Si bien estas dinámicas entre las personas no son nuevas, ahora tienen un nombre para ser identificadas: “frenemies”. ¿Qué es precisamente este tipo de vínculo y por qué se da en los jóvenes? 

Si bien en el español no existe un término específico para designar a esta clase de "amistades", en inglés se usa el término "frenemies" (una fusión de palabras entre "friends", amigos, y "enemies", enemigos), que no es nuevo en psicología, pero que fue incluido el año pasado en el diccionario Oxford para designar a quienes consideramos nuestros amigos, pese a la rivalidad que mantenemos. Y no son pocos: un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Utah señala que cerca del 50 % de las redes sociales de una persona están conformadas por esta clase de lazos ambivalentes, que pueden ser familiares, compañeros de trabajo o también amigos que hemos mantenido durante años.

Del primer grupo, no hay mucho que hacer. Los parientes son parientes y los compañeros de trabajo no se eligen. En ese escenario, quedan los amigos, y con ellos, la pregunta: ¿qué nos lleva a conservar una amistad de estas características, en circunstancias que parecen causarnos más daño que bienestar? 

La palabra "frenemy" en inglés, una fusión lingüística de "friend" (amigo) y "enemy" (enemigo), encapsula una relación donde la amistad y la enemistad parecen coexistir. Foto: Pixabay

Para la psicóloga Daiana Vidal, estos lazos, a menudo caracterizados por interacciones que oscilan entre el cariño y la enemistad, nos desafían a reconsiderar nuestras percepciones y conceptos tradicionales. “La palabra "frenemy" en inglés, una fusión lingüística de "friend" (amigo) y "enemy" (enemigo), encapsula una relación donde la amistad y la enemistad parecen coexistir, lo que crea un paradigma complejo”, expresó la psicóloga a Unidiversidad.  

Los “frenemies”, dijo la especialista, suelen aparecer en circunstancias donde las personas comparten intereses comunes, pero también tienen objetivos o deseos que se superponen. “La prevalencia de los 'frenemies' en la juventud es particularmente notable, probablemente por ser una etapa de la vida muy marcada por la exploración de la identidad y la búsqueda de pertenencia”, detalló.

Asimismo, esta dinámica se refleja en múltiples ámbitos de la vida juvenil, desde las aulas hasta las redes sociales, donde la necesidad de ser reconocido y valorado se enfrenta a menudo con el deseo de superar a los demás. “Los adolescentes, en su camino hacia la definición de su identidad, pueden encontrarse atrapados en un ciclo de comparaciones y rivalidades, a menudo exacerbadas por la omnipresencia de las plataformas digitales, que fomentan una cultura de exhibición y competencia constante. Se pueden observar momentos en los que la colaboración y el apoyo mutuo surgen de manera genuina, pero estos pueden ser rápidamente eclipsados por la envidia o la necesidad de destacarse a costa del otro”, dijo.

En las relaciones de amistad, sostuvo Vidal, puede que sea difícil y amenazante identificar esa negatividad en el otro. De hecho, cree que se disparan mecanismos inconscientes, capaces de eclipsar la capacidad de ver en el otro sentimientos como el enojo, la tristeza o la envidia.

“Esta es la razón por la que cuesta tanto convencerse de que un amigo puede traicionar o ya lo ha hecho. Probablemente, le suenan frases del tipo 'Lo esperaría de cualquiera, menos de Fulanito', o 'Fulanito es incapaz de decir eso de mí'. Por eso se dan estos vínculos y se tiende a naturalizarlos. Esto se ve mucho, pero se cuestiona poco".

La psicóloga cree que, en muchos casos, estas personas son más parecidas a sus amigos y es algo que no quieren aceptar. “Esto dificulta cortar de plano con la amistad; después de todo, algo tenían en común cuando se hicieron amigos. Pero la pregunta es: ¿hasta qué punto pueden aguantar eso?”, detalló. 

"Frenemies", también en el ámbito laboral

“Es muy común encontrar historias de frenemies en el ámbito laboral”, dijo Vidal. “Como sucede en los ámbitos laborales, están los trabajadores que, externamente, parecen llevarse bien, colaboran en proyectos y comparten almuerzos diariamente por elección. Sin embargo, en estas relaciones, la realidad es que están estos que compiten por un ascenso y a menudo buscan superarse el uno al otro, a veces, incluso, mediante tácticas poco éticas. En sus interacciones, hay una mezcla de camaradería y competencia. Se ayudan mutuamente cuando es beneficioso, pero también están atentos a las oportunidades de destacarse a expensas del otro. Esta dinámica crea una relación compleja y tensa, donde la línea entre la amistad y la rivalidad es borrosa”, detalló.

“Este tipo de relaciones –continuó la experta– se caracterizan por sentimientos encontrados: por un lado, existe un cierto nivel de respeto y colaboración entre ambos, donde se impulsan constantemente a ser mejores, pero, por otro, hay desconfianza y competencia”.

La psicóloga hizo hincapié en que los frenemies, especialmente en la juventud, representan un desafío único, dado el contexto de crecimiento emocional y social en el que se encuentran. "Entender y abordar estas complejas relaciones es esencial para fomentar un desarrollo saludable y relaciones interpersonales positivas en esta etapa crucial de la vida”, señaló.

Entender y abordar estas complejas relaciones es esencial para fomentar un desarrollo saludable y relaciones interpersonales positivas. Foto: Pixabay

Consejos para hacer frente a este tipo de vínculos

Para Vidal, este tipo de vínculo puede generar malestar emocional, incomodidad, aislamiento social, angustia y ansiedad. Por eso es importante: 

• Lograr identificar las emociones, pensamientos y conductas que esta relación esté generando, y registrar si está siendo dañina para nuestra integridad;
• Contar con ayuda profesional que permita generar un espacio de confianza y de psicoeducación necesaria;
• Hablar de lo que sentimos con nuestro entorno de confianza en pos de que puedan validar y acompañar;
• Si esto sucede en el ámbito laboral, poder diferenciar cuáles de estas relaciones pueden ser un problema en nuestro desempeño y en lo personal.

“Siempre poder poner en palabras lo que sentimos es una puerta que posibilita y habilita a darnos lugar, ordenar los vínculos que no estén siendo saludables y registrar en nuestro mundo interno lo que nos viene a mostrar el atravesar por estas situaciones. Los vínculos humanos son complejos y en esa complejidad en constante cambio es que podemos crecer”, afirmó.