Si el lenguaje gestual es el dominante de la política, cuanto mayor es el poder que se detenta, más importantes se vuelven los gestos para dar a conocer las verdaderas posiciones. Se echa mano a lo simbólico para no herir tantas susceptibilidades y, por elevación, marcar el camino que se lleva adelante.
Cristina Fernández, primera Jefa de Estado recibida por el Papa Francisco
Lo que ocurrió en la audiencia que el papa Francisco dio a Cristina, es para alquilar más de un balcón y ponernos todos a decodificar lo que bien podría ser un racimo de buenos augurios de los tiempos por venir.
Es que se sumaron muchos elementos que, combinados, nos hacen elevar la mirada y ver la luna y no el dedo que la señala, como alguna vez citó la Presidenta aquella frase que sacara del arcón de los recuerdos el periodista Luis Bruschtein de Página 12, a propósito de un momento clave de la política doméstica y los de posicionamientos de oficialistas y opositores.
A más de uno de los recoletos habitantes de la Recoleta, en el norte céntrico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se le debe haber atravesado una de las tres mediaslunas con que acompañaba el café con leche matinal. TN, su canal de cabecera, no tenía más opción que informar que Francisco había resuelto recibir a Cristina en primer lugar, iniciando con ella las relaciones internacionales del Vaticano y del papado. Luego tendrían un almuerzo conjunto. Francisco dispuso esta secuencia que continuaría varias horas después con la tarea de abocarse al besamanos del poder mundial en torno a su figura. Asumía -con forma de coronación- el camino de espinas que, cual vía crucis, lo llevará a dejar la vida por la máxima responsabilidad en la iglesia católica mundial.
A Cristina la vimos saludarlo con su ya clásico atuendo negro de un luto que se extiende, producto del dolor y de la edad de quien lo lleva estoica, perteneciente a una generación intermedia que encuentra en
La casa de Bernarda Alba, del malogrado Federico García Lorca, todo el dolor para resignificar la ausencia del ser amado, del compañero de toda la vida. El negro dominante de su vestuario es una forma de dar a conocer que aún sigue llorando a Néstor y de hacérnoslo saber, como cientos de miles de mujeres de una o dos generaciones y de ahí hacia atrás, quienes así lucían por el mandato cultural de enmarcar la pena, por sí mismas y por los demás.
A Francisco lo vimos recibiéndola con su atuendo blanco, sin subirse aún a los altos símbolos de lo más alto de la curia romana, sumando gestos para darnos a entender que la Iglesia debiera ser una herramienta para mejorar las almas de quienes se consideran sus hijos y no un gran negocio como cualquiera de los que se cocinan a la sombra de las gruesas columnas del Banco Ambrosiano, tristemente célebre en torno a la mala nueva de la “muerte” de Juan Pablo I, el papa que duró 33 días. La recibió con una sonrisa y con una paz a la que Cristina referiría luego.
Para el chovinismo argentino más elemental, muchos nos alegramos de una manera indecible cuando Cristina le regaló al Papa un equipo de mate, poniendo en la consideración pública un hilo que conduce directo a nuestro hipotálamo.
Y yo, alegre con la escena, orgulloso con ese orgullo que tramposamente sugiere el poder, comenzaba a pensar en escribir este artículo. Es que con mucha alegría comenzaba a advertir que lo que estaba ocurriendo era una gran puesta en escena con varias demarcaciones de canchas al mismo tiempo.
Ella, que no acepta cualquier tipo de convite pero que fue a su encuentro, que daba una segunda muestra de buena vecindad (al margen de las mentiras de los medios hegemónicos, tratando de meter púa entre los dos líderes) y que aprovechaba la ocasión para pedirle al Papa que intercediera propiciando el diálogo con Gran Bretaña por el tema Malvinas. Como sabemos, estos temas se pactan de antemano, se acuerdan antes de darlos a conocer…
Él, que hacía el convite, que daba una muestra clara de pertenencia argentina a la vez que comenzaba las relaciones internacionales eligiendo en primer término a nuestro país, cuando podría haberse encontrado con cualquiera de los líderes de las potencias más importantes del mundo.A la vez eligió el Sur, un país emergente como el nuestro y por tanto a nuestra Presidenta, reconociéndole dotes de líder mundial. Este otro gesto cobra especial importancia a pocos días de la muerte del gran Hugo Chávez, entendiendo que señala a Cristina como quien continúa naturalmente el liderazgo que el venezolano detentó en la región.
Pero no solo eso, sino que además elogió la tarea que llevan adelante los presidentes latinoamericanos en torno a la idea de Patria Grande, al punto que esto fue especialmente destacado por Cristina en la conferencia de prensa posterior. Quiero pensar que preanunciaba que, lejos de convertirse en un escollo en el camino nuevo que transitan nuestras naciones, quizás contemos con su guiño positivo en las grandes ligas del poder mundial. Luego del efecto casi narcótico que tuvo en muchos de nosotros que Bergoglio fuera el elegido para ser Papa, nos abocamos a la tarea de dar a conocer los hechos y los documentos que obran en poder de algunos periodistas, un puñado, encabezado por el “Perro” Verbitsky. La información advierte una actitud sinuosa del nuevo papa en tiempos de la última dictadura que asoló Argentina. Es más, yo mismo escribí un artículo hace escasas 72 horas suscribiendo todo lo relevado por el gran Horacio, autor a la vez de la monumental
Historia Política de la Iglesia Católica, además de
El silencio y El vuelo, entre otras obras magníficas acerca del devenir de la jerarquía eclesiástica por estos lares. Sigo pensando igual.
Al mismo tiempo, algunos compañeros peronistas, por un cúmulo de motivos que no viene a cuento enumerar aquí, preferirían que la mugre se barra bajo la alfombra. Que no se diga que Bergoglio, como todos, tiene un historial de grandezas y miserias. Sin embargo, es muy necesario marcar los claroscuros de nuestra historia y el papel que desempeñó cada uno, para partir en la búsqueda de lo nuevo con toda la información disponible.
Los hombres quizás no cambian, pero lo que sí cambia es la perspectiva en que nos pone la vida cuando debemos transitar cada etapa. Y ahí solemos buscar el lugar exacto por el que transcurrirán nuestros pasos, en cumplimiento de la nueva misión que se nos otorga.
Pues parece que Francisco y Cristina han decidido sortear la política doméstica para trabajar aliados en tres o cuatro puntos básicos que vuelvan a la cordura al mundo de hoy. Hablamos principalmente de Europa y Estado Unidos, donde el capitalismo financiero aún tiene la palabra, para mal de cientos de millones de excluidos, que se suman por día a las grandes usinas de la pobreza y la tristeza. Nosotros vimos esta película en los pedregosos 2001 y 2002. No es motivo de esta nota hacer pronósticos acerca de lo que hará o dejará de hacer el nuevo Papa puertas adentro de una Iglesia diezmada por una serie de problemáticas que hace mucho han tomado estado público planetario. Pero volviendo al tema político y la disputa paradigmática del momento, creo que se vienen tiempos mejores que los que hemos sufrido estas últimas décadas.Ojalá no me equivoque y estas palabras me hagan quedar en el ridículo, del que algunos dicen que no se vuelve. Pero si no tuviera esperanzas no sería un ser vital. Ahí sí que debería comenzar a preocuparme.