La elección de un Papa es un hecho importante. Al margen de la fe o el gusto de cada uno, de la manifiesta decadencia de la Iglesia, sigue siendo una referencia importante para el mundo y en particular para los grandes colectivos populares.
Se dice con verdad que “el Papa reina, No gobierna”. Es verdad para él y para todos los presuntos grandes gobernantes, los poderes establecidos, las burocracias, los que siempre seguirán y tienen peso decisivo. Pero, aun así, en política por ejemplo, no es lo mismo que en USA gobierne Obama a que gobierne Nixon.
Es por ello que los argentinos, que conocemos a Bergoglio, tenemos el riesgo de alegrarnos demasiado o de caer en esto de “sacar trapitos sucios” también demasiado pronto. Ni una cosa ni otra. O somos Maradona o somos asesinos seriales. No. Un vecino debuta en la primera de Boca. Celebrémoslo.
El hecho es importante, para nosotros y para el mundo. Para los pobres y marginales del mundo. Un insignificante, de un país insignificante, ¡es Papa! ¡Podía ser!
Tengo un hijo en San Francisco, California –por altos estudios– y me contaba que la comunidad latina, muy numerosa allá, está muy contenta. Que lo saludan por la calle. No saben ni dónde queda la Argentina, pero sí que son “vecinos”, en este continente, en el Sur.
Ahora bien, para el futuro, no esperemos maravillas. Bergoglio es un hombre con contradicciones y ambigüedades; es decir: “un hombre”. Durante la dictadura acumuló sombras, como toda la Jerarquía; después, me parece que ha hecho esfuerzos hacia lo popular, hacia la gente. Esperemos que no sólo demagógicos.
Ha sido y será siempre “un hombre de la Iglesia”, es decir un funcional a los intereses eclesiáticos. ¿Alguien puede imaginar, esperar, algo distinto?
De todos modos, haberlo arrancado del corazón de la Curia, del corazón del eurocentrismo, ya es bastante insólito. Sin dudas que los peores esperan manipularlo pero… ¡esperemos!. Un hombre investido de tamaña responsabilidad suele ser una bomba de tiempo, para cualquier lado.
Dos detalles me han gustado, como a todos. La elección del nombre: Francisco -esperemos que sea por el santo de Asís- rompe con la servidumbre de las logias papales. Francisco de Asís fue el cristiano más grande de la historia después de Jesús de Nazaret. Su mensaje, su programa fue: “volvamos a la inocencia”, intentemos la fraternidad, elijamos “la hermana pobreza”. Fracasó, desde luego, pero sigue triunfando de muchos secretos modos, en la miríadas de gente buena.
Podemos vivir gracias a que ellos respiran.
La segunda, claro, pedir la bendición de la gente antes de dar la propia. Insólito.
Si ambos fueron gestos demagógicos, no importa. Le tomarán la palabra, le tomarán los gestos. La esperanza y la necesidad de muchos es más poderosa que cualquier simulacro.
Ya sé que deliro un poco. No es lo mío. Soy tan escéptico y realista como la mayoría, un poco más todavía. Mañana volveremos a la rutina de tragarnos sapos, desde luego. Pero una pequeña borrachera después de la elección de un Papa, francamente, no se podía perder.
Mañana despiértenme. Pediré disculpas.