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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Fue la cualidad que señaló como distintiva la secretaria de Investigación y Posgrado de la Facultad de Educación de la UNCUYO, Ana Torre. Ideó el programa Semillero, que comenzó en 2014 y continúa vigente. Derribar mitos y acompañar a los que se inician.
Foto Leandro Fernández, archivo Unidiversidad
Flexibilidad: esa es la cualidad esencial y distintiva de los investigadores noveles. Se adaptan, no se sujetan a normas estrictas, a dogmas o a prejuicios. Justamente por no estar encorsetados es que se animan a proponer temas considerados tabú o “poco científicos”, no se aferran a una hipótesis inicial, se ponen a prueba y no desmerecen ninguna tarea que les asignan en el proceso.
Quien señaló esa cualidad esencial fue la secretaria de Investigación y Posgrado de la Facultad de Educación de la UNCUYO, Ana Torre. Una experta en la materia, pero, sobre todo, una apasionada por lograr un objetivo: que los estudiantes, los profesores y el personal de apoyo académico descubran el camino de la investigación, para lo cual ideó el programa Semillero, que logró la aprobación de las autoridades universitarias, se puso en marcha en 2014 y continúa vigente.
Torre utilizó su propia historia para plasmar dos aspectos que consideró esenciales en el programa. El primero fue derribar el mito de que la investigación está reservada a una élite: ella es una prueba de esto, porque fue la primera generación universitaria de su familia, un logro que debe al impulso de su papá, a su propio esfuerzo y a la universidad pública, laica y gratuita. El segundo fue generar una propuesta que brindara herramientas a quienes se inician en el proceso, acompañarlos, justamente porque ella fue a tientas, porque todo se daba por sobreentendido y nadie les decía a los estudiantes qué aspectos eran importantes para iniciarse en la investigación.
A Torre no le gustan las generalizaciones. Aclara que hay profesores y profesoras que llevan años enseñando e investigando y que tienen la misma apertura mental y creatividad que las nuevas generaciones, pero reconoce que los millennials cambiaron el paradigma porque son más flexibles, tienen autoconfianza y se ponen a prueba. Del otro lado, no cree que una de sus cualidades sea el trabajo en equipo, pero está convencida de que la única manera de aprender es practicar.
¿Cuál es el objetivo del programa?
A través del Semillero, se da la oportunidad a nuevos investigadores de iniciar su formación sin tener antecedentes, porque si siempre les estamos pidiendo antecedentes, nunca comenzarán. El objetivo es acompañarlos en el proceso, con instancias de capacitación gratuita, con la ayuda del director del proyecto y, por supuesto, con el crecimiento que significa formar parte de un equipo de trabajo. En este sentido, debo destacar el compromiso de los profesores y profesoras de la UNCUYO, que fue y es enorme, que nos ofrecieron realizar capacitaciones sin cobrar, como una devolución a la universidad pública. Siempre se sumaron y colaboraron.
¿La intención es que sigan una carrera en la investigación?
En realidad no importa a qué se dediquen, la intención no es que hagan de la investigación su carrera principal, pero sí que descubran esa posibilidad. En nuestro caso, la educación de la mano de la investigación es mucho más productiva que si se hiciera en forma aislada. El docente-investigador está más actualizado, tiene más referentes a quienes acudir. Obviamente no desmerezco a los que se dedican solo a la docencia, porque es una tarea que hay que escribir con mayúsculas, pero sí creo que la docencia y la investigación son el complemento perfecto.
¿Existen características distintivas de los investigadores de la generación millennial?
Creo que no se puede generalizar, porque hay investigadores de larga trayectoria que son abiertos, flexibles, actualizados, creativos, pero sí me parece que hay un cambio. Yo misma fui educada durante la dictadura militar y eso se nota: uno arrastraba temores, prejuicios, preconceptos, que son barreras que superé gracias a profesores y profesoras que me motivaron, pero es cierto que algunos quedaron encorsetados en ese antiguo sistema.
Los más jóvenes han cambiado el paradigma, han logrado atravesar la barrera, tienen una gran flexibilidad de pensamiento, no tienen temor a proponer problemas de investigación que hubieran sido tabú en otras épocas y se animan a resolver con creatividad problemas que no eran considerados científicos.
Usted destaca la flexibilidad que tienen los jóvenes. ¿En qué aspecto práctico del proceso de investigación se evidencia esta cualidad?
Los profesionales de mi generación y de las anteriores teníamos una hipótesis y la teníamos que confirmar; si no nos daban los resultados, nos amargábamos. En cambio, ellos son más libres, entienden que las verdades no son infalibles, que no son los dueños de la verdad, que la verdad es relativa, y eso les da libertad desde el inicio. Entonces, si la hipótesis no se comprobó y salió exactamente para el lado contrario, no hay problema. Tienen la flexibilidad de recalcular.
Los jovenes van recalculando sobre la marcha, los de las generaciones anteriores somos más tozudos. Te doy otro ejemplo de flexibilidad: a veces renuncian a becas remuneradas porque surge una oportunidad que consideran mejor para su carrera y su vida.
Algunos especialistas aseguran que una característica de esta generación es que no se comprometen. ¿Cuál es su opinión?
No comparto esa visión. Los veo responsables, comprometidos. Es más, muchas veces no se quieren inscribir por temor a no poder cumplir con la responsabilidad que implica participar de un equipo. Además, no desmerecen ni desvalorizan ninguna tarea de investigación; es decir, si es un proyecto de Ciencias Agrarias y les asignan medir el crecimiento de los plantines, está bien, o si es un grupo de Ciencias Políticas y deben realizar encuestas en un barrio, también está bien.
¿Y en cuanto al trabajo en equipo?
No diría que la habilidad de trabajar en equipo es una de sus características, pero sí creo que esto también se aprende y que no hay mejor manera de lograrlo que formando parte de un equipo.
¿Cuáles son las características comunes de quienes se inician en el camino de la investigación?
Quienes se inician en este camino son en general los jóvenes que tienen más iniciativa, menos prejuicios, menos dificultades para socializar, los que han pasado por experiencias de internacionalización, los que conocen idiomas o han tenido la oportunidad de compartir con jóvenes de otros países que vienen a la UNCUYO. También está muy relacionado con los chicos que tienen más habilidades o gozan más de la lectura, que ven a la investigación como una oportunidad de aprender, no como el esfuerzo de estudiar más.
Tienen autoconfianza, confían en sus potencialidades; todavía no las conocen, pero confían y no les tienen miedo a los desafíos, se ponen a prueba, se dan la oportunidad, no como otros jóvenes que se quedan en el miedo, no enfrentan el desafío y no se dan la oportunidad.
La profesora Ana Torre explicó que, desde el inicio del programa Semillero, hablaron de noveles investigadores y no de jóvenes, porque la intención fue siempre incluir, no acotar posibilidades.
Usted resaltó la importancia de realizar una convocatoria amplia.
Exacto, porque hay profesores que se suman al sistema universitario superados los 35 años de edad y quieren empezar a investigar, pero no tienen formación ni antecedentes, entonces decidimos no poner la palabra "joven" para no limitar. La idea fue –y sigue siendo– incluir a estudiantes, a egresados, a docentes y al personal de apoyo. En este último caso, es impresionante la cantidad que tiene títulos de grado y que, además, tiene un enorme conocimiento y creatividad para detectar problemas y solucionarlos.
También modificaron los requisitos.
Sí, fue otra de las propuestas que aceptaron las autoridades. Por ejemplo, en un momento el límite de edad para comenzar a investigar era de 30 años; además, debían tener un porcentaje alto de asignaturas aprobadas, haber cursado la materia Metodología de la Investigación, que incluso no estaba en todas las carreras. Nosotros pensamos que no tenía sentido limitar tanto el ingreso si lo que queríamos era fomentar la investigación desde los primeros años, entonces propusimos bajar los requisitos y aceptaron esa propuesta.
Semillero es un programa de estímulo y formación destinado a investigadores noveles de la UNCUYO que brinda asesoramiento y herramientas de aprendizaje por medio de actividades, cursos y capacitaciones. Al Semillero lo integran estudiantes, graduados, docentes y personal de apoyo académico de diferentes disciplinas, profesiones, unidades académicas e Instituciones de la UNCUYO que buscan iniciarse y perfeccionarse en la actividad investigativa.
Los interesados en formar parte de él deben participar en un proyecto de investigación dentro del ámbito de la universidad. Quienes deseen realizar consultas pueden escribir a: semillerouncuyo@gmail.com.
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