Ferrocarriles, un punto sensible

Por. Dr. Gustavo Distante

Ferrocarriles, un punto sensible

Foto: gentileza Casa Rosada

Sociedad

Especial seguridad vial

Unidiversidad

Dr. Gustavo Distante

Publicado el 18 DE SEPTIEMBRE DE 2016

El ferrocarril es considerado el transporte más importante para un país, concepto que se reafirma en el siglo XXI. Las nuevas tecnologías ferroviarias del fin del siglo XX y principios del XXI han permitido la construcción de nuevos trenes que están mejorando la calidad de vida de las personas, ahorrando tiempo a través de la velocidad, la seguridad y cuidando el medio ambiente.

El acto de transportar y sus efectos externos negativos deben ser considerados en un solo conjunto inseparable. Los efectos externos son: polución, congestión, estrés; accidentes con muertos, heridos y discapacitados; tiempo en viaje; uso del suelo; energía consumida por tonelada/km y pasajeros/km, ruido y gases de efecto invernadero.

El  tren, con respecto al transporte automotor, haciendo el mismo tráfico, ahorra 80 veces más recursos naturales, 14 veces más suelo y 6 veces más energía. Produce 40 veces menos contaminación (en el caso del ferrocarril electrificado) y 50 veces menos muertos en carreteras.

Respecto de los gases de efecto invernadero, los trenes de alta tecnología producen 2,2 gramos por pasajero/kilómetro; los ómnibus, 30; los automóviles, 115, y los aviones, 153. En relación con la seguridad, hay que destacar que los japoneses, en 40 años, transportaron 6000 millones de pasajeros sin un solo accidente fatal, al igual que los franceses que con su tren de alta velocidad (TGV) movilizaron en 25 años unos 1000 millones de pasajeros.

Lo más alentador es que con el desarrollo del tren, estas cifras mejoran año tras año. Sin embargo, en Argentina la situación es otra. Al prescindir del tren se sumaron a las rutas 34 032 ómnibus por año y los muertos en accidentes pasaron de 5840 en la década del 80 a 10 950 en la del 90.

Esta catástrofe vial es mundial. Más de 1000 millones de automotores en las carreteras producen por día 3300 muertes, 140 000 heridos y 15 000 discapacitados, con un costo social de 750 000 millones de dólares por año.

Un tren transportando cien camiones puede reemplazar 100 camiones en la ruta y con el ferrocarril se reducen al 50 % los costos. A pesar de ello, el 90 % va por camión en la Argentina. Esta comparación es equivalente para el transporte de pasajeros a larga distancia.

Por todo lo expresado, se hace imprescindible la reactivación de los ferrocarriles en Argentina. Para ello debe haber una política de Estado, una ley de coordinación del transporte, y se debe desarrollar el transporte multimodal, optimizando los modos de transporte, considerando la relación tiempo/modo: el avión para traslados de más de 600 kilómetros; el ferrocarril, para los de entre 400 y 2500 kilómetros; los ómnibus, para viajes de hasta 400 kilómetros, y el tren de cercanía para viajes de hasta 50 kilómetros.

Los trenes de carga deben participar en el transporte nacional desde el 30 % en adelante, ya que cada punto en que el tren participa en el transporte ahorra 225 millones de pesos en externalidades. Los trenes de pasajeros de mediana y larga distancia tienen un beneficio equivalente.

Mientras que el mundo invierte seis veces más en ferrocarriles que en carreteras, en la Argentina no se va por ese camino. Por eso se vuelve necesario que las futuras administraciones presten atención a este tema tan sensible para la sociedad, la economía y el ambiente.

 

Por: Dr. Gustavo Distante, profesor de la diplomatura de Transporte, Diseño y Salud para la Seguridad Vial (FAD, UNCUYO-SAES). Colaborador de la Asociación del Congreso Panamericano de Ferrocarriles.