Feminismos, tratamientos estéticos y la puja entre la libre elección y los mandatos de género
¿Somos menos feministas si estamos a favor de los tratamientos estéticos? ¿Qué libertad sobre nuestro cuerpo tenemos, si utilizamos tratamientos que durante décadas fueron imposiciones de belleza? No hay respuestas simples y buscamos la palabra de especialistas.
Foto: Robin Eisenberg
Ángeles Balderrama
Publicado el 13 DE AGOSTO DE 2021
Hace algunos años, en el ámbito de la estética, no solo existían diferencias de género, sino también de posición social y racial. Así, el bótox, los rellenos faciales y las cirugías plásticas solo se veían en mujeres famosas o adineradas. Sin embargo, con el avance del consumo, estos tratamientos llegaron a todo tipo de público y pagarlos en cuotas permitió que más personas accedieran al mundo de la “belleza”. Cuestionados por algunas ramas del feminismo por reforzar los estereotipos de género que se impusieron a las mujeres, otras vertientes remarcan que la libertad de elección sobre el propio cuerpo también tiene importancia. ¿Somos menos feministas si estamos a favor de los tratamientos estéticos? Especialistas opinan sobre la temática.
“Antes que nada, a la hora de hablar del feminismo, tenemos que entenderlo como un movimiento de pluralidades, que responde a pensamientos y contextos muy distintos. Cada uno de estos universos posee estereotipos y reproduce modelos por dentro del movimiento. El más común es el de la mujer ‘progre’ que, de algún modo, deja ver con su imagen, elecciones personales y expresión su crítica al sistema patriarcal. Un ejemplo de ello sería ser una mujer lesbiana, alguna que muestre el vello natural de su cuerpa o aquella que no gaste dinero de forma compulsiva en ropa, maquillaje o accesorios”, remarcó Renata Salatino, especialista en estudios de género e integrante de la Coordinación de Derechos Humanos, Género y Cultura de Bienestar Universitario.
Protesta feminista en el Concurso Miss America, en 1968. En uno de los carteles puede leerse: “¿Puede el maquillaje cubrir las heridas de nuestra opresión?”
Sin embargo, al considerarse un movimiento de pluralidades, las integrantes mantienen posturas semejantes en algunas temáticas, aunque en otras, la forma de comprender la realidad no es exactamente la misma. El caso de los feminismos y los tratamientos estéticos trae aparejada una dicotomía: por un lado, defender como un pilar la libre decisión sobre el propio cuerpo, pero, por el otro lado, la mayoría de intervenciones estéticas vienen a reforzar estereotipos e imágenes irreales de lo que es ser mujer.
“Este punto es un tanto polémico. Cuando hablamos de algún tipo de intervención estética, siempre surgen las preguntas: ¿hasta qué punto hago esto porque quiero? ¿Hasta qué punto mi decisión se encuentra influenciada por la sociedad y los roles de género? ¿Esto en realidad me gusta, realmente lo quiero, es necesario?'”, planteó Salatino.
Para la militante, dentro del movimiento feminista es posible reconocer sectores que se posicionan desde un lugar que intenta evaluar y calificar el nivel de feminismo alcanzado por quienes forman parte de él. “Considero que ese no es el lado correcto. Hay tantos modos de ser feminista como feministas, y como mujeres, no debemos juzgar a las otras al no conocer las realidades, contextos y vivencias”, remarcó.
Movilización feminista en Chile (junio de 2018). Una manifestante escribe sobre su torso “Mi cuerpo mi decisión”. Foto: Agencia France Presse
Comprar belleza y bienestar en cuotas
A pesar de que la pandemia cambió múltiples hábitos de consumo, el rubro de cuidado personal y belleza se mantuvo en alza. En términos generales, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE), Argentina creció durante 2020 el 124 % respecto del año anterior y registró una facturación de $ 905 143 millones de pesos. En este contexto, el rubro de cosmética y perfumería creció el 119 % en comparación con 2019.
En tanto, la tarjeta de crédito fue el principal medio de pago elegido por los usuarios (el 77 %), seguidos por los pagos en efectivo (el 11 %) y con tarjeta de débito (el 7 %). Completan el mix las billeteras electrónicas y las transferencias bancarias (el 5 %).
En Mendoza, el sector de tratamientos estéticos también genera interés. Laminado de cejas, microblading, extensiones de pestañas, diseño de uñas o delineado de labios son los que mayoritariamente reflejan las redes sociales. También existen otros, como la toxina botulínica (el famoso bótox), los rellenos faciales con ácido hialurónico o incluso intervenciones quirúrgicas como las liposucciones y aumentos mamarios, que en el informe 2020 de la Asociación Americana de Cirugía Plástica ocuparon el primer y segundo puesto respectivamente en las estadísticas nacionales.
Para Belén Bobba, coordinadora de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) en Mendoza, los mandatos de belleza son construcciones sociales que hablan de una única mujer deseable, una belleza hegemónica. “Si no te parecés a esa mujer, estás mal, no vas a ser feliz o no tenés derecho a serlo. También creo que el feminismo, junto al activismo gorde y al activismo de la discapacidad, entre otros, vienen hackeando esos mandatos de belleza. Hablan de cuerpos diversos, deseables y bellos”, señaló.
Quizás, el uso de tratamientos estéticos no solo tiene que ver con mandatos de belleza, sino también con sentirse bien consigo misma. En este aspecto, Bobba remarcó que estar a favor de ellos no convierte a la persona en menos feminista: “No existe un feministómetro donde te medís”.
“El feminismo nos habilita la posibilidad de elegir, pero siempre esa elección va a estar condicionada por la construcción social y cultural que nos atraviesa desde que nacemos. ¿El feminismo es libertad? Sí, pero en un contexto determinado. Creo que ‘sentirse bien con una misma’ es algo integral, no depende solamente del aspecto físico, sino también de la salud mental, el entorno, nuestros sueños y objetivos. La industria de la belleza solo habla del aspecto físico; el feminismo te invita a darle contenido a un cuerpo”, agregó.
Mujeres brasileñas en una manifestación a favor de la legalización del aborto. Christophe Simon/AFP
Redes sociales como espacios contrahegemónicos
“Posiblemente, si le preguntás a un hombre que se considere orgulloso de ser machista cómo describe a una feminista, te conteste que somos mujeres locas, histéricas, sin padres, con pelos en las axilas, y que somos infelices por no tener una buena vida sexual”, afirmó Salatino. Este tipo de respuestas se visualizan en algunos perfiles de redes sociales, los ques buscan moldear a las mujeres en roles de género pasivos, reproduciendo el sistema estructural dominante.
“En las redes se refuerza la construcción de la belleza hegemónica con publicidades, con las cuentas de las celebridades o farándula que además venden productos. Hace algunos años, se sumaron los filtros que afinan y dejan la cara ‘perfecta’. Eso refuerza las inseguridades”, dijo Bobba.
Sin embargo, dentro de estos mismos espacios virtuales, grupos feministas encontraron lugares de militancia y denuncia social, pero también de formación y deconstrucción. “Habilitaron que muches influencers del activismo gorde, de los cuerpos diverses, puedan tener una voz y un canal que hace frente”.
“Este último aspecto es sumamente valioso, es una forma de hacer parte una parcialidad del problema y volverla para nuestro lado, y desde allí, avanzar para cumplir nuestros objetivos como movimiento que busca la liberación de la mujer del sistema patriarcal”, concluyó Salatino.
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