Feliz solsticio de invierno

El Año Nuevo del Sur, es un festejo que recuerda las tradiciones milenarias de los ancestros originarios del Continente. La novedad fue el récord de sikuris arriba del escenario del Independencia. 

Feliz solsticio de invierno

Por primera vez, un ballet de la comunidad boliviana actúa en el Independencia

Cultura

Unidiversidad

Eva Guevara

Publicado el 18 DE JUNIO DE 2012

El 20 de junio a las 23:08 da comienzo el Año Nuevo del Sur. La idea de que la tierra entra en reposo para renovarse meses después proviene de la cosmovisión de los pueblos andinos. Para ellos era motivo de celebración el Inti Raimy o primer sol que entibia el día siguiente a la noche más larga del año.  

En Mendoza, esta celebración adopta un giro artístico al llevarse a escena una noche, cada año. El espectáculo resulta de primer nivel en lo musical y en la originalidad de la propuesta. La producción está a cargo de Raúl Rivero, Sebastián Alcaraz, Eugenia Moreno y Enrique Öesch. Ellos no hacen más que tomar la posta de una idea que hace diez años plasmó el músico Waldo Delgado (Miles de Años).  

Con la hoja de coca como telón de fondo, el Año Nuevo del Sur fue ovacionado el pasado domingo 17 de junio en un repleto Teatro Independencia. El responsable de la puesta en escena fue Fabián Castellani, director de La Rueda de los Deseos, colectivo de teatro independiente.  


Por primera vez, un ballet de la comunidad boliviana actúa en el Independencia. El ritmo elegido fue el tradicional de los altos de La Paz. En el espectáculo se destacó la interpretación musical de Camino al Pachacuti, una banda que logra conectar al público con la cultura andina ancestral desde un sonido y una estética contemporánea.

La novedad fue el récord de sikuris arriba del escenario. Fueron más de 70 los que interpretaron diferentes estilos (sikuri mayor, cantús, Jacha Sikus, y sikureada). Al terminar, todos los artistas confluyeron en una sola ejecución que conmocionó al público e hizo explotar el hall del Teatro Independencia.  

Cuando ya había concluido el show, se pudo ver la huella de una fiesta que bien puede catalogarse como de vanguardia ya que ninguna otra ciudad del cordón andino prepara un espectáculo semejante cada año.  

El colorido del papel picado generó una imagen rupturista de las elegantes butacas de pana mientras que el aroma de hoja de coca esparcido por todo el edificio “abrió un túnel en el aire para que escapasen los espíritus negativos y así jalonar las energías positivas”. Ese es el gran desafío del nuevo ciclo.