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23 DE OCTUBRE DE 2024
En la Feria del Libro, Federico Andahazi recorrió el camino de la transformación de las escrituras sagradas hacia la literatura de la provocación.
Representación de una diosa, probablemente de Ištar/Inanna, en el Museo Británico.
Hay un momento de la historia en el que los libros sagrados dejaron de serlo y se transformaron en textos pornográficos; por ende, pasaron a ser los textos de la provocación. Se asoció la sexualidad con lo negativo, lo pecaminoso y lo aborrecible. Para que esto sucediera tuvo que haber un cambio radical. Andahazi recorrió parte de los indicios históricos que llevaron a tan radical cambio.
Andahazi inició su presentación reflexionando sobre la literatura, la sexualidad y la provocación. “En principio yo digo que no hay nada más obsceno que lo erótico. Lo erótico es una suerte de perversión de lo posmoderno. Muchas veces se cree que la pornografía está del lado del mal y el erotismo está del lado del bien, que el erotismo es una suerte de pornografía pasada por un tamiz –yo diría por un filtro censural– de lo políticamente correcto, de aquello que se puede decir y aquello que se puede escuchar. Yo debo decir que no hay cosa más espantosa que el mal erotismo, es lo más cursi, lo más horroroso, es el mundo del eufemismo de metáforas melifluas y no hay nada más difícil que el ejercicio de la buena pornografía”.
Tal vez el problema principal está en que la gente relaciona la pornografía con lo que puede encontrarse en Internet o en las películas del rubro. “Soy un gran usuario de la pornografía, debo decirlo, pero es muy difícil encontrar buena pornografía, realmente muy difícil”, concluyó el autor. “Fueron muy pocos los autores que pudieron ejercer la pornografía con dignidad y son muchísimos los autores y los directores de cine que ejercen el erotismo con absoluta indignidad. Ojo que también existe el buen erotismo y es muy difícil”, suma Andahazi.
Para dilucidar el tema, el escritor buscó en el pasado la respuesta a “¿qué pasó en el medio para que las iglesias se convirtieran en todo lo contrario? Porque cuando yo digo que el sexo era sagrado, no es una metáfora ni es una manera de decir, era sagrado. Se consagraban dentro de los templos y se daban a los excesos sexuales, no solamente en Babilonia y en los pueblos antiguos, sino que curiosamente, cuando llegaron los españoles a los pueblos de América, ¿con qué se encontraron? (…) Los primeros libros sagrados eran pornográficos, eran eróticos porque eran libros religiosos, porque eran libros que hablaban de Ishtar, porque eran libros que hablaban de aquellos dioses voluptuosos, de aquellos dioses que hoy en día diría pecaminosos, incluso los dioses griegos eran tremendamente contrarios a lo que hoy supone la religión. De modo que el acto del monoteísmo, de convertir la religión en monoteísta, tuvo varias consecuencias”, afirmó el autor. “Y fíjense la injusticia de que mucho tiempo después, las sacerdotisas del templo, es decir, a las mujeres que eran sacerdotisas y daban sexo a los fieles, terminan siendo las putas del templo, las prostitutas del templo. Las sacerdotisas terminan siendo las prostitutas de Babilonia de las cuales habla la Biblia que son las culpables del apocalipsis y del fin del mundo”, explicó Andahazi.
Para el autor, el momento histórico que produjo el paso de la sexualidad sagrada a ser algo pecaminoso se dio “cuando el pueblo babilónico toma cautivos a los hebreos allá por el siglo V antes de Cristo y los obliga a participar de los actor rituales en los templos consagrados a Ishtar. Son obligados a participar de esos actos de sexo grupal, lo que hoy se diría orgías. Los judíos veían con cierto espanto, no ya los actos sexuales en sí, sino que los judíos fueron los primeros en establecer la religión monoteísta, ellos se rebelaban a honrar a otro dios que no fuera 'El Dios' y, por ende, se negaban a rendir culto a Ishtar. Me parece que eso les preocupaba más que la otra parte. (…) Ahora bien, cuando los hebreos se liberan del yugo babilónico, repudian hasta tal punto al pueblo opresor que terminan identificándolo con la sexualidad misma, entonces, en este acto de repudio al pueblo babilónico, al opresor, queda repudiada la propia sexualidad. Es notable esta operación. Entonces nosotros somos herederos, por vía de la tradición judeocristiana, de aquel repudio que hicieron aquellos antiguos hebreos”.
Andahazi profundiza en el recorrido histórico al traer el momento del choque de los pueblos originarios de América y los españoles. “Cuando los españoles llegaron a América, ¿con qué se encontraron? Inmediatamente se encontraron con que los pueblos incaicos tenían sus templos dedicados a las diosas y los dioses de la fertilidad y descubren que en esos templos estaban las putas de los templos, las prostitutas. En realidad eran las pampairunas de los pueblos incaicos, que eran las sacerdotisas del templo. Entonces los españoles se encuentran con su propia antigüedad, se encuentran con sus propios fantasmas. (…) Tanto en los pueblos incaicos como en los pueblos aztecas y todos los pueblos mejicas la sexualidad era algo sagrado, entonces los españoles ven con espanto su propio pasado”.
El camino de las escrituras sagradas a la pornografía también se vio influenciado por los cambios que han tenido los libros en sí mismos. Andahazi explicó que los primeros libros fueron las paredes con pictogramas, en las que los pueblos antiguos expusieron sus costumbres. Luego surgieron los libros de arcilla, la escritura básica, el papiro y así hasta llegar a lo que hoy entendemos como libros y que a veces se ve amenazado por la proliferación del e-book. Ese recorrido lleva indefectiblemente hacia Gutemberg. El autor explicó: “Gutemberg fue un estafador, nunca inventó la imprenta, lo que inventó Gutemberg fue una máquina para falsificar manuscritos. Un manuscrito, una biblia manuscrita valía una fortuna, eran dos o tres años de trabajo de copistas, iluminadores, encuadernadores, era un trabajo monumental. (…) Lo que valía un libro allá por 1440, cuando se inventa este artefacto, era el equivalente a un palacete en cualquier ciudad europea. (…) Entonces el gran temor de la iglesia era que, merced al invento de Gutemberg, se masificaran no ya la Biblia sino todos los libros prohibidos. Me parece que el gran invento de Gutemberg, a su pesar, no fue la posibilidad de difundir los libros sagrados, sino de que existiéramos nosotros, un par de degenerados que nos dedicamos a escribir y que alguien nos publique los libros. Un calígrafo jamás nos hubiera publicado a nosotros, se seguirían repitiendo hasta el hartazgo, una y otra vez, las páginas de la Biblia y no existiría la literatura”.
Concluyó Andahazi su presentación de la Literatura de la provocación en la Feria del Libro diciendo: “Los libros deberían tener una leyenda, igual que los cigarrillos, que dijera: 'El libro es perjudicial para la salud' y yo considero que la literatura está del lado de Bukowsky, del lado de Sade. Me parece que la literatura está construida con ese barro que no tiene que ver con lo sagrado sino que tiene que ver justamente con lo pecaminoso”.
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