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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Claudio Benzecry, reconocido politólogo, analizó la transformación de la Ciencias Sociales. "La sociología argentina es borgeana", afirmó.
Foto: Télam
Con un lenguaje renovado y una mirada menos taxativa de los fenómenos, las ciencias sociales construyen un nuevo campo de indagación que elude los abordajes concluyentes y explora un repertorio que, según analiza el politólogo Claudio Benzecry -uno de los autores del flamante ensayo "La teoría social ahora"- pone el foco en los estudios de género y en temáticas que antes eran consideradas periféricas.
Licenciado en Ciencia Política (UBA) y doctor en Sociología por la Universidad de Nueva York, Bencecry es docente y realiza trabajos de investigación en la Northwestern University (Estados Unidos).
Es autor del ensayo "El fanático de la ópera. Etnografía de una obsesión" -que recibió en 2012 el premio al mejor libro de sociología cultural otorgado por la Asociación Americana de Sociología- y dirige una colección de libros sociológicos para el sello Siglo XXI.
(Claudio Benzecry, autor del flamante ensayo "La teoría social ahora". Foto: Télam)
- ¿Qué transformaciones registra en el campo de la sociología argentina?
- Claudio Benzecry: Resulta muy estimulante lo que está pasando acá. Por un lado, se está produciendo algo interesante con los investigadores que se van a hacer posgrados o becas en el exterior y luego regresan. Antes volvían y eran ayudantes de cátedra, mientras que ahora tienen un campo de acción más intenso y ha ganado mucho terreno la sociología política. Acá hubo históricamente una tradición ensayística muy fuerte centrada en el estudio de la estructura social y el peronismo, que eran como los grandes temas de la disciplina. Lo que no se veía era, por ejemplo, que se tomaran las grandes preguntas formuladas por Martínez Estrada o Sebreli, y que eso se canalizara en un proyecto más empírico y asible. De la mano de gente cuyo rango de edad abarca entre los 50 y los 35 años se está dando una corriente menos denuncialista y creo que eso ha renovado el campo de estudios sociológicos. En vez de denunciar, lo que intenta esta nueva perspectiva es mostrar las contradicciones de los fenómenos y ofrecer una visión más compleja y menos demiúrgica del mundo. Antes estaban esos grandes ensayos que se paraban en un lugar taxativo con una mirada del tipo "Argentina es así" aplicada al peronismo, a la inmigración, etc. Hoy en cambio se organizan redes más horizontales.
- Hay trabajos recientes como los de Daniel Fridman que bucea en los libros de autoayuda financiera para deconstruir el sujeto que delinea el neoliberalismo o "La Argentina transgénica", el texto de Pablo Lapegna que trabaja sobre las contradicciones del paradigma sojero. Ambos ponen sobre el plano esa vía más empática y menos "sancionadora" o taxativa de la sociología...
- C.B.: Hay un especie de replanteo de los enfoques, esa idea de que tal vez pensar desde un autor como Michel Foucault está bien pero capaz que no alcanza cuando uno lo saca del contexto francés y de las instituciones tan particulares de ese contexto francés. Algo de lo periférico está cobrando un nuevo significado. La Argentina es un país que entró a la modernidad súper temprano siendo periférico y abolió la esclavitud mucho más temprano que otros países considerados "centrales", con una tensión entre clase y raza muy marcada y un Estado muy presente desde la formación de la sociedad nacional. Que ello se haya dado sin un proyecto colonial es notable.
Hasta ahora había como un lugar común de colocar a la Argentina en un espacio de excepcionalidad: eso de plantear que ciertos fenómenos, como el peronismo, no existen en otro lado. En ese sentido, cuanto más los sociólogos dejan de pensar a la Argentina en términos de excepcionalidad y más la piensan comparativamente con otros países, más se puede ver la especificidad y a la vez la generalidad de nuestra sociedad.
- ¿Esta apertura a nuevos campos de indagación que se da a nivel local está en sintonía con lo que ocurre en los Estados Unidos?
- La sociología argentina es borgeana. Hay una tradición nacional que abreva en todos lados. Nuestra ventaja comparativa es que leemos una cantidad de autores y textos heterogéneos como no se ve en otros países, tal el caso de los Estados Unidos donde hice mi doctorado. Hay un espacio de enunciación nuevo que es muy interesante y rompe un poco la mirada binaria que se aplicaba a muchos de estos análisis. Se trabaja también mucho desde el lenguaje tratando de sacarlo del formato más académico.
Por otro lado, hay actualmente una tendencia a pensar los procesos relacionalmente, es decir, si querés pensar la estructura social y la desigualdad, tenés que analizar al mismo tiempo cómo se produce la pobreza, la exclusión y la circulación de elite. En ese sentido es notable cómo la nueva agenda de estudios sobre la pobreza ya no se limita a mirar cuántos planes hay y qué porcentaje de la población representan, sino que se dedica a relacionarlos con otros datos y fenómenos, como el índice histórico de concentración de capitales. Aún así, muchas veces la sociología termina siendo el estudio de los "otros", de los pobres, porque son los que no te pueden cerrar la puerta. ¿Pero alguno fue a la reunión de directorio de las empresas de Pérez Companc, a ver qué onda?
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