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A través de un video, tres alumnas que colaboran en organizaciones sociales explicaron cómo trabajan y operan durante la pandemia pese al confinamiento.
Miembros de la Cruz Roja en acción. Foto: Facebook Cruz Argentina Roja Filial Mendoza
Todo sea por una buena razón: son muchos los estudiantes de la UNCUYO que dividen sus tiempos entre su vida académica, la laboral y la humanitaria. Hoy, cientos de jóvenes pertenecientes a esta casa de estudios trabajan para garantizar una mejor calidad de vida a otras personas, codo a codo con organizaciones sociales. Como a todos, la pandemia les ha hecho reconfigurar el modo de operar y trabajar. Es por esto por lo que las organizaciones de compromiso social han tenido que adaptarse a nuevas modalidades para sostener la continuidad de sus tareas.
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Flavia tiene 26 años y está a punto de recibirse de licenciada en Comunicación Social en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Hace tiempo trabaja como voluntaria en la Cruz Roja. Afirmó que uno de los principales desafíos de trabajar durante la pandemia fue la falta de recursos humanos, ya que muchos de los colaboradores, por temor o por riesgo de contagiarse, decidieron cesar sus actividades en la entidad.
“Otro desafío tiene que ver con lo económico. Si bien Cruz Roja es una organización sin fines de lucro, necesitamos dinero para poder trabajar en terreno. Ante este panorama, nos encontramos con la necesidad buscar recursos para seguir afrontando estas tareas”, explicó Flavia.
Por su parte, Micaela es estudiante de Ciencias de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras. Ella integra la agrupación a cargo del centro de estudiantes de esa facultad, La Soriano. En conjunto con el Colectivo La Dignidad, La Soriano realiza tareas comunitarias en El Borbollón y en el Barrio La Favorita, de Capital.
“La principal dificultad a la que nos enfrentamos en este contexto fue la imposibilidad de contacto con la gente de los barrios. Esto significó un parate muy importante y una reconfiguración en la militancia respecto de las relaciones que llevábamos a cabo con las personas. También la organización entre compañeros: no es lo mismo reunirse en persona que a través de videollamadas”, sentenció la joven.
Al igual que Flavia, Belén estudia Comunicación Social y trabaja en el Área de Género y Diversidad Sexual de Xumek, una organización sin fines de lucro para la promoción y la protección de los derechos humanos.
“Sin bien mantenemos reuniones virtuales con mis compañeros, sin duda, no poder tener encuentros presenciales es un problema. También no contar con la realización de talleres en territorio, lo que nos impide conocer y escuchar las experiencias de las mujeres y disidencias en sus respectivos barrios. Sabemos que hay que buscarle la vuelta, pero entendemos que no todas las personas de los barrios cuentan con un dispositivo electrónico o el acceso a internet”, enfatizó.
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