Reflexiones a 50 años de la Noche de los Bastones Largos
Pensamientos y propuestas a futuro.
21 DE NOVIEMBRE DE 2016
Se trata de dispositivos seguidores de línea, diseñados y construidos íntegramente por un grupo de estudiantes dirigidos por un profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
Guido Prieto, becario de Prensa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Publicado el 10 DE AGOSTO DE 2015
Hace aproximadamente dos años, Pablo Kaluza propuso a un grupo de estudiantes entusiastas de la electrónica y la programación formar un grupo para construir robots. Kaluza es profesor de Física Experimental en la FCEN, y su idea original consistía en aplicar los contenidos que dictaba en su materia en la construcción de robots seguidores de línea para luego participar en una competencia que cada año organiza la Universidad de Mendoza.
“La dinámica de trabajo es formar pequeños grupos de dos o tres estudiantes y construir un robot por grupo. Cada grupo debe desarrollar todas las etapas, desde el diseño, la construcción mecánica y electrónica y la programación. Para lograr estas actividades nos reunimos una vez por semana y los estudiantes con más experiencia preparan charlas sobre distintos temas de electrónica u otros de interés para los estudiantes menos avanzados. Por otra parte, dado que cada grupo en general está en diferentes etapas de desarrollo de su robot, es muy útil el intercambio de ideas y sugerencias entre los estudiantes”, explica el docente.
Con mucho entusiasmo y el apoyo económico de la Facultad, el recién formado grupo de robótica presentó su primera creación: Mr. Magoo. “Era un robot bastante grande y pesado”, nos cuenta Damián Bolanuk, un estudiante que forma parte del grupo desde el comienzo, quien agrega: “Era nuestra primera competencia y estábamos contentos porque el robot hacía lo que queríamos y seguía la línea, pero no pudo superar el primer gran reto: una rampa de veinte grados”.
Al año siguiente, el grupo construyó tres robots nuevos, todos ellos más livianos y veloces que Mr. Magoo. Uno contaba con componentes de un robot traído de Alemania por Pablo, pero adaptados a las necesidades del grupo. La desaceleración de una de las ruedas permitía el giro del aparato en cada curva. Otro de los robots, diseñado íntegramente por los chicos del grupo, podía doblar mediante el movimiento de la rueda delantera, como un triciclo. El tercer robot estaba equipado con una pequeña plaqueta que lo hacía programable como Mr. Magoo. Con las mejoras incorporadas, la performance de los robots en la segunda competencia fue mucho mejor que en la primera. “Tuvimos algunos problemas con los ajustes de última hora que nos complicaron, pero los circuitos que obtuvimos funcionaron muy bien y son los que vamos a seguir utilizando en las futuras competencias”, nos comenta Damián.
En este tercer año se ha sumado más gente al grupo, que ya supera los diez integrantes. Además, tiene entre sus filas algunas mujeres y en él conviven los más diversos intereses, como nos explica Pablo: “Si bien originalmente la idea surgió con los estudiantes de Física, actualmente el grupo tiene estudiantes de todas las orientaciones de la Facultad, lo que me parece muy bueno”.
Experiencia motivadora
La importancia de este tipo de actividades para el alumnado es notable. En este aspecto, Pablo resalta: “Para los alumnos, participar en esta actividad significa resolver un problema multidisciplinario concreto: construir un robot que funcione. Esto implica que los estudiantes deben integrar en una sola actividad los conocimientos que tienen de las diferentes materias de sus carreras, y adquirir nuevos conocimientos específicos sobre esta temática. Al mismo tiempo, se estimula su creatividad y capacidad de trabajar en equipo”.
Entusiasmado, Damián nos adelanta proyectos a futuro: “El reto para este año, ahora que ya sabemos qué cosas funcionan con precisión, es identificar lo que hace falta cambiar para que no se repitan los errores, y mejorar los factores que complican las carreras, es decir, el peso, la velocidad y la provisión de energía de los robots. Además queremos participar de otro tipo de competencia, para la cual vamos a hacer un robot ‘sumo’, es decir, que detecta y empuja a un contrincante hasta sacarlo de un círculo dibujado en el suelo”.
Este objetivo a corto plazo está enmarcado en otros más ambiciosos y de más largo aliento, que detalla Pablo: “Además de participar en las competencias nacionales de robótica en diferentes lugares del país, tenemos la intención de ser los organizadores de una de tales competencias. Por otra parte, mi interés es que el grupo de robótica interactúe con los investigadores de la Facultad para desarrollar proyectos conjuntos. En mi caso, estoy interesado en la robótica desde un aspecto teórico; por ejemplo, aplicar redes neuronales artificiales para controlar un robot, o utilizar aprendizaje por refuerzo para que el robot aprenda por sí mismo a realizar una función predeterminada”.
La pasión por crear estos simpáticos artefactos autónomos continúa, y cualquiera puede ser parte de ella. “El grupo está abierto a cualquier estudiante que esté interesado en estos temas y que le pueda dedicar cierto tiempo a la actividad. Es importante destacar que los estudiantes no obtienen ningún rédito académico por participar del grupo, todo se hace por gusto”, destaca Pablo. Y Damián concluye: “Lo que más nos preocupaba era cómo atraer gente al grupo, porque todos piensan que hay que saber mucho para entrar, pero no, solamente hace falta tener motivación y ganas”.
Por Guido Prieto, becario de Prensa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
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Pensamientos y propuestas a futuro.
21 DE NOVIEMBRE DE 2016