Estrés laboral: “Nuestra tolerancia a la frustración está desbordada”
La psicóloga Viviana Imperiale opinó acerca de un estudio sobre el síndrome de "burnout" en Argentina. Dijo que muchas personas lo confunden con el estrés laboral, a lo que se suma la realidad del país. Claves para mitigar la desesperanza.
Un informe del sitio Bumeran determinó que el 94 % de las personas encuestadas en Argentina sufre síndrome del "quemado". Foto: Pixabay
Es una gotita a la que le sigue otra, otra y otra, hasta rebasar el vaso. La psicóloga Viviana Imperiale, especialista en el ámbito laboral, utilizó esa imagen para describir la situación actual, que asegura va más allá del mundo del trabajo. Dijo que la concatenación de hechos que la sociedad vive a partir de la pandemia, a la que se suman los vaivenes políticos y económicos nacionales, provocó que la tolerancia a la frustración esté desbordada y que muchas personas no tengan esperanzas ni adviertan posibilidades de realización.
El disparador de la charla con Imperiale fue un estudio que realizó el portal latinoamericano de empleo Bumeran, que determinó que el 94 % de las personas encuestadas en Argentina sufre el síndrome de burnout, un agotamiento extremo en el ámbito laboral al que se conoce como “quemado”, por el término en inglés.
El sondeo mostró que el porcentaje de personas afectadas en Argentina superó al de otros países de la región donde se concretó el estudio. Chile registró el 91 %; Panamá, el 83 %; Ecuador, el 79 %, y Perú, el 78 %.
En la charla con Unidiversidad, Imperiale explicó las características del síndrome y por qué entiende que se confunde con estrés laboral. Dijo que la situación nacional de incertidumbre no colabora para superar la situación, pero que es necesario buscar remansos: los afectos, una buena alimentación y la realización de actividades tanto físicas como culturales placenteras.
El estudio concluyó que el 94 % de las personas encuestas en el país está "quemado". Foto: Lorwyn/Pixabay
"Burnout" o estrés laboral
¿Cuál es su reflexión sobre este estudio que determinó que el 94 % de la población argentina sufre burnout?
Primero, quería hacer una aclaración. El burnout, que es el estar quemado, surge como un desgaste que aparece en profesionales de la salud o que tienen atención directa con cliente, entonces la gente suele decir: "Tengo síndrome de burnout" porque está cansada, agotada, pero tiene profesiones y ocupaciones que no siempre están en contacto directo con el público. Entonces creo que en realidad estamos todos atravesados por un estrés laboral que va más allá del burnout, que tiene síntomas muy parecidos.
¿Cuáles son los síntomas del burnout?
El burnout tiene tres características específicas: un alto cansancio emocional; la despersonalización, que es el síntoma más grave, porque se revierte la situación de las persona que tenían habilidades para cuidar, para escuchar, para atender al otro, y empiezan a agredirlo, a ser cínicos, a descuidar esa habilidad sine qua non para el trato con el público. Y, por último, la baja realización personal, cuando vos no estás satisfecho ni con las condiciones de tu trabajo ni con las posibilidades de crecer, de desarrollarte, de capacitarte. Eso depende mucho de la motivación intrínseca o extrínseca de cada sujeto y de su contrato con la organización. Además, el burnout no se da en cualquier persona, sino en quienes son sumamente autoexigentes, hiperresponsables, con un alto compromiso, que tienen mucha dificultad para delegar, que recién se inician en sus trabajos o que están atravesando la mitad de su carrera profesional. Se da también en organizaciones donde hay pautas poco claras, donde no están bien delimitadas las carreras profesionales, no hay perspectivas ni buenos liderazgos, entonces existe más probabilidad de que aparezca este síndrome.
¿La gente confunde el estrés laboral con este síndrome?
Creo que sí y que es necesario hacer un análisis profundo, pero los profesionales que investigan sobre estas temáticas no han tenido tiempo de hacerlo porque es real que, a partir de la pandemia, aparece un estrés laboral, un cansancio laboral que está siendo cronificado porque no mejoran las condiciones ambientales, las condiciones legales, en el marco donde uno está trabajando. Entonces, yo soy muy cauta en decir qué es burnout, porque hay mucha gente que no está en contacto directo con el público, pero está sufriendo alto cansancio emocional, quizás no despersonalización, porque a veces, más que agredir al otro, hay una gran dificultad social para el control de los impulsos: todos venimos muy estresados y cualquier roce genera chispas. Hoy estamos con un alto nivel de susceptibilidad porque hay una concatenación de hechos, y sobre todo en nuestro país, con hechos políticos y económicos, que hace que nuestra tolerancia a la frustración ya está desbordada. Entonces, hoy la gente no siente esperanza, no siente posibilidades de realización personal. Eso hace que el estrés laboral se haya viralizado de manera exponencial, al igual que esa sensación de poca esperanza, porque si tuviéramos esperanzas, el resultado sería otro. Cuando la gente siente esa esperanza, tolera el estrés, la frustración, porque sabe que hay un límite, un horizonte, y hoy no se está viendo un horizonte.
La psicóloga explicó que, en circunstancias como las actuales, compartir con los afectos es indispensable. Foto: captura pantalla Canal 9
Emociones sin regulación
¿Cómo afecta a las personas que atraviesan estrés laboral la situación del país?
Influye mucho, porque esto se generaliza. Vos estás agotado, desesperanzado, llegás a tu casa y te enojás con tu pareja, discutís con los chicos, reaccionás de mala manera, entonces es como un contagio psíquico de poca regulación de las emociones, por eso digo que se empieza a generalizar. Las graves condiciones del país afectan mucho, porque al haber pérdida de esperanza, hay mayor frustración y poca capacidad de resiliencia. Creo que los argentinos somos expertos en resiliencia, siempre nos estamos recuperando, siempre nos volvemos a levantar, pero esta sensación de que no hay buenas perspectivas es como la gota que ha rebasado el vaso y la gente se siente muy perdida. Esto se traslada al ámbito laboral, este alto nivel de estrés laboral que hay en todos lados, porque hay muy pocas pautas claras, nadie sabe para dónde ir. Este estado de turbulencia, de inestabilidad, de bruma, porque no podemos ver hacia dónde vamos para poder tomar decisiones, angustia mucho y aumenta el nivel de estrés. Y es un estrés largo y sostenido que venimos teniendo desde la pandemia, porque ese es un dato no menor: entonces empezó el alto nivel de adrenalina para salvarnos, pero después seguimos cargando altos niveles de adrenalina. Cambió el mundo y ese estrés prolongado lo que está haciendo es causar incidencia en los órganos de las personas. Cada persona, cada familia tiene órganos más susceptibles que otros en su organismo, áreas de su cuerpo más predispuestas que otras, y esas son las que terminan haciendo síntomas. Se han empezado a ver muchísimos más impactos, muchísimos más ataques de pánico. Es orgánico y psicológico, vos podés sacar estadísticas de la cantidad de sintomatología que ha aumentado y las personas están empezando a consultar por eso.
¿Cómo afecta la sensación de incertidumbre?
La sensación de incertidumbre hace que uno pierda la capacidad de concentración, que la atención se disperse, que no pueda estar atento a los detalles. O, por el contrario, la persona se pone más minuciosa que de costumbre. Esto se exacerba y ambas situaciones perturban el trabajo grupal, genera muchas dificultades en el desarrollo normal de las actividades. La persona no está tranquila, no está bien, siente temor de que la echen, entonces difícilmente puede trabajar bien. Es cierto que nosotros estamos acostumbrados a reciclarnos, a resignificarnos, a ser resilientes, salimos de las crisis, tenemos creatividad, lo atamos con alambre. Lo que pasa es que terminamos haciendo más de lo mismo, repetimos situaciones.
Resiliencia agotada
¿La capacidad de resiliencia se agota en algún momento? Porque la sociedad Argentina lleva años superando crisis.
Creo que estamos en un momento clave en el que los jóvenes nos están planteando esto, nos están diciendo : "Si ya hicimos todo esto, lo intentaste, hagamos otra cosa". Creo que es momento para replantearnos que si todo lo que venimos haciendo da los mismos resultados, habrá que empezar a hacer cambios y escuchar a los jóvenes. Es mi pregunta actual, no sé si tan profesional, creo que es más personal mi respuesta. No coincido con muchas cosas que plantean los jóvenes, pero creo que nos han escuchado y nos han visto muy frustrados, y entonces ellos están diciendo: "Bueno, vamos por otro lado", porque creo que no les estamos dejando un mundo muy agradable.
Hay adultos que repiten que los jóvenes no se comprometen, que todo es pasajero. ¿Cuál es su visión?
No es que no se comprometen, lo hacen de manera diferente. Seguramente tienen otros valores, otros tiempos, otra percepción de las realidades. No se quieren frustrar por lo mismo que nosotros, se van a frustrar por otras cosas, indudablemente. Están dispuestos a no vivir encasillados en una misma carrera y un mismo lugar. Esta falta de miedo a la movilidad, creo, los va a hacer actuar de manera diferente. Lo que pasa es que las organizaciones necesitan gente que la transite, todavía muchas partes de las organizaciones, sobre todo la directiva, espera gente que se quiera quedar y esto no ocurre, entonces creo que los jóvenes nos están haciendo replantear muchas cosas.
Imperiale propone buscar el apoyo de los afectos y hacer actividades, que pueden ser tan simples como caminar. Foto: Télam
Contra la desesperanza
Frente a esta situación de estrés prolongado, ¿qué alternativas existen para intentar mitigar el impacto?
Primero, buscar fuentes de apoyo, que son los amigos, las personas cercanas, el grupo de trabajo, ver cómo podemos hacer para que cada uno ponga su granito de arena, que el grupo pueda contener, darse diez, quince minutos para descargarse y después empezar la tarea porque, si llegan y se ponen a trabajar con todo eso en su cabeza y en su corazón, no lo van a poder hacer. Tiene que haber un espacio en las organizaciones y en las casas para dar lugar a la palabra, para que la gente pueda hablar, expresar lo que siente, y después concentrarse en las tareas. Entonces, hay que acudir a las redes de apoyo, que es lo más barato y lo más cercano. Poder hablar, porque no vas a solucionar el mundo, pero lo vas a compartir de otra manera y vas a ver que no sos el único, todos estamos teniendo diferentes problemáticas que nos atraviesan.
¿La buena alimentación, la actividad física, también tienen impacto?
Una buena alimentación es fundamental. En cuanto a la actividad física, también es importante, pero hay que ver qué actividad.
¿Por qué?
Porque si vos tenés a alguien altamente exigente, con un nivel de adrenalina elevado, y lo mandás a hacer deporte, va a elegir spinning, va a elegir algo competitivo, entonces va a ser peor, no se va a relajar. Y si mandás a esa misma persona a hacer yoga, tampoco sirve, porque es como decirle a alguien que viene a 200 kilómetros por hora que vaya a cero: va a chocar. Entonces, creo que hay que ir encontrando espacios donde el sujeto pueda hacer algo diferente, contactarse con lo afectivo y con lo sensitivo: puede ser ir a ver un espectáculo o películas con la familia, que no tenga que ver con el horror, sino con algo que pueda ayudar a relajarse. También volver a los juegos de mesa, a encontrar el disfrute, volver a conectarnos con el disfrute posible, que no es complejo. Podés hacer algo tan simple como caminar en familia.
* Esta nota fue publicada originalmente en Unidiversidad el 15 de noviembre de 2023.
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