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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Los profesores de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO Gabriela Di Lorenzo y Manuel Vilapriño Duprat explicaron el proceso por el cual el estrés se convierte en crónico e intenso. El juego entre el mundo interno y el externo. La importancia de tener una vida más saludable.
Los especialistas explicaron que el mecanismo del estrés se basa en el juego entre el mundo exterior y el interior. Foto: Victoria Gaitán.
Verónica Gordillo - Juan Stagnoli
Publicado el 24 DE SEPTIEMBRE DE 2017
Así como un animal se pone en guardia ante un peligro inminente, el ser humano cuenta con un mecanismo perfecto de alerta: el estrés. Una reacción adaptativa normal que, por medio de cambios hormonales, vasculares y respiratorios, prepara al organismo para sortear con la menor dificultad posible una situación que le resulte amenazante. Sin embargo, cuando este mecanismo se transforma en crónico e intenso, deja de ser adaptativo y puede disparar enfermedades.
La especialista en Clínica Médica Gabriela Di Lorenzo y el psiquiatra Manuel Vilapriño Duprat, ambos profesores de la Facultad de Ciencias Médica de la UNCUYO, dieron la misma indicación para prevenir los efectos del estrés negativo: intentar modificar el estilo de vida, lo que incluye una alimentación saludable, hacer ejercicio físico, pasar más tiempo en familia, rever las autoexigencias y encontrar herramientas para sobrellevar los conflictos.
Di Lorenzo reconoció que modificar la forma de vivir no es sencillo, por eso destacó la importancia de que las instituciones adopten iniciativas específicas, como las que puso en marcha la UNCUYO, que son los programas Manejo del Estrés y la Ansiedad, de Damsu, y el Programa de Actividad Física (PAF) de la Secretaría de Bienestar.
El juego entre dos mundos
Los profesionales explicaron que el estrés se basa en un juego constante entre el mundo externo (demandas sociales, laborales, económicas) y el interno (las propias exigencias y los modos de ver y enfrentar la vida). La diferencia entre el estrés positivo y el crónico está relacionada tanto con la intensidad del problema y su duración como con las herramientas con que cuenta cada persona para enfrentarlo. Es decir, comprende tanto los aspectos biológicos, como la experiencia de vida, la capacidad de resiliencia y de asertividad. Por eso, frente a un mismo conflicto, los seres humanos pueden reaccionar de modos y en tiempos diferentes.
“Somos una generación de personas sometidas a estrés crónico. Tenemos muchas demandas laborales, sociales, económicas, que son externas y nos obligan a satisfacerlas. Las personas dormimos menos que hace 30 años, comemos peor, no volvemos a nuestras casas y cuando llegamos, no tenemos ganas de hacer deportes después de todo un día de trabajo”, resaltó Di Lorenzo.
Frente a esta realidad, los profesionales destacaron la importancia de intentar modificar conductas, simplemente porque el mundo externo no cambiará. Por eso, apostaron por rever lo que sí podemos modificar: las demandas internas (objetivos, autoexigencia, valoración de uno mismo), así como el estilo de vida.
El cuerpo habla
Los profesores de la UNCUYO explicaron que cuando las personas no pueden sortear un conflicto o perciben muchas situaciones como amenazantes, el estrés se transforma en crónico. Frente a esto, el cuerpo reacciona, pide ayuda y lo expresa a través de síntomas: insomnio, hipertensión vascular, dolor en el pecho, colon irritable, trastornos gastrointestinales y fatiga crónica, entre otros. Esas son las molestias con las que suelen llegar las personas al consultorio del médico, y es su pericia la que permite descartar un problema clínico y lograr un buen diagnóstico.
Los médicos recalcaron la importancia de llegar a un diagnóstico correcto, ya que si estos pedidos de ayuda del cuerpo no se tratan en forma debida, pueden derivar en una enfermedad.
Despertar la predisposición genética
Vilapriño Duprat explicó la importancia de prevenir antes de que el estrés crónico derive en enfermedades, que en el campo de la psiquiatría están asociadas con los trastornos de ansiedad, la depresión y hasta el trastorno bipolar. El profesional dejó en claro que la aparición de estas enfermedades no está relacionada con una fragilidad de la persona, sino con la predisposición genética. El problema –subrayó– es que esta predisposición se dispara con mayor frecuencia y que el estrés crónico es uno de los factores que la despierta.
“Hay factores epigenéticos (externos, relacionados con la forma de vida) que modifican la expresión de los genes, encargados de codificar proteínas. Por lo tanto, si tengo genes que se expresan mal por tanto ruido externo, por tanto ambiente tóxico, por tan mal que vivimos, van a codificar proteínas que van a funcionar mal y van a generar trastornos metabólicos del cerebro que darán síntomas”, señaló. Frente a esto –dijo–, la buena noticia es que estos factores pueden ser contrarrestados por otros positivos: el cariño, la calma, la actividad física, la buena alimentación, que son factores epigenéticos que protegen, que dan lugar a que la expresión genética y la codificación proteica sean mejores, lo que está probado científicamente.
Para intentar potenciar estos factores positivos, el psiquiatra recomienda a sus pacientes que realicen prácticas que les hagan bien, como el yoga, el reiki o el mindfulness (un tipo de meditación), aunque señaló que la clave está en el justo equilibrio. De todos modos, el peligro es pensar que todo se soluciona con eso, ya que, por ejemplo, cuando está instalado un trastorno de ansiedad o una depresión, es necesario tratarlos con psicoterapia y fármacos, porque está probado que estos compensan los mecanismos alterados y reducen la posibilidad y la intensidad de las recaídas.
Teniendo en cuenta esta salvedad, el psiquiatra destacó la importancia de que los seres humanos potenciemos los factores positivos para evitar que ese mecanismo de adaptación perfecto que es el estrés se atrofie y derive en una enfermedad.
Artículos de Edición U 23 - Estrés
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El psiquiatra Manuel Vilapriño Duprat dijo que los argentinos y los latinoamericanos en general tenemos una gran capacidad de adaptación (resiliencia), ya que, pese a las crisis y a las privaciones que sufren muchas familias, la tasa de suicidio de Argentina es intermedia, a diferencia de lo que sucede en países desarrollados.
El profesional dio su explicación sobre este fenómeno. Dijo que los latinoamericanos tenemos una coraza que nos protege, de la que no gozan muchos habitantes de países desarrollados: los vínculos afectivos, el contacto con la familia y con los amigos. A estos los consideró una de las mejores herramientas para enfrentar los problemas.
La médica clínica Gabriela Di Lorenzo explicó que el estrés impacta a edades cada vez más tempranas, ya que en muchos casos las niñas, los niños y los jóvenes tienen tantas actividades que se terminan convirtiendo en exigencias, que les quitan tiempo para jugar o descansar. A medida que la persona crece, se suman las demandas de una carrera universitaria, del mercado laboral y hasta de la jubilación.
Fortalezas de varones y mujeres
Aunque no existen pruebas científicas, mujeres y varones responden de formas distintas ante un conflicto. Así lo aseguró el psiquiatra Manuel Vilapriño Duprat, quien comentó que, por lo visto en su práctica en consultorio, los varones tienen más practicidad a la hora de enfrentar un problema, pero las mujeres tienen más herramientas y una base afectiva y espiritual más sólida para hacerlo.
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