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23 DE OCTUBRE DE 2024
Lo aseguró Juan Villalba Filippini, quien hace unos días obtuvo el Martín Fierro Federal por su labor periodística como parte del equipo de Café Universidad. Los desafíos del oficio y la necesidad de seguir aprendiendo.
Para Juan Villalba Filippini (42) es imposible separar periodismo y arte, simplemente porque define al oficio como la crónica de un suceso, un relato que se construye con las herramientas de la literatura, el teatro, el cine y la música.
Esas herramientas las mamó desde pequeño en su casa familiar. Su papá, el reconocido escritor y dramaturgo, Luis Alfredo Villalba, y su mamá, la también escritora y profesora de francés, Lola Filippini, le transmitieron el amor por las artes. Quizás por esa influencia, sus referentes en el oficio no son periodistas, sino grandes escritores que trabajaron como cronistas.
Utilizando esas herramientas escribió su primera nota sobre rock a los 15 años, que publicó en la revista Debates de la UNCUYO. Y a esa incursión inicial le siguieron otras, cientos, en diarios, revistas, pero sobre todo en radio, un espacio que le fascina, al que considera un escenario y un ámbito ideal para experimentar.
Juan es un hombre de radio. Puede participar en formatos más convencionales, pero después se aburre y produce programas experimentales, como el documental de un minuto que logró el primer premio de la radio inglesa Soundart y que le abrió las puertas para seguir conectado con medios europeos.
Ahora el reconocimiento llegó por su participación en el programa Café Universidad, de la FM de la UNCUYO (96.5), que le valió el Martín Fierro Federal en el rubro Labor Periodística. Un premio que agradece y que -confiesa- le interesa sólo en la medida que sirva para impulsar nuevos proyectos.
Un oficio unido al arte
Este egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo habló con Unidiversidad sobre los desafíos del oficio, las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías y la necesidad de entender que nunca se termina de aprender.
¿Cómo definís al periodismo?
Creo que el periodismo es un oficio en el cual uno tiene que preocuparse por tener una especialidad muy concreta, dominar lo mejor posible algún tema en particular. En mi caso lo que más utilizo viene del teatro, porque es otra de mis grandes pasiones. Viendo lo que hacen mis colegas, no tanto lo que debería ser el periodismo, creo que es algo demasiado general, en el cual cabe demasiada irresponsabilidad, demasiada poca formación y sobre todo que se atribuyen una capacidad de juicio moral que me parece completamente desubicada e irresponsable, porque al final se trata de que una persona que tiene un micrófono tiene derecho a ser juez de cualquier cosa. Por eso, me parece importante destacar que uno debe especializarse, porque si no, ¿desde qué conocimiento habla? Excepto que uno quiera ser un cronista bastante modesto. Creo que por eso mis referentes no son periodistas, sino escritores que han ejercido el periodismo.
¿Quiénes?
Roberto Arlt es mi principal referente de periodista. Narrar una historia de manera literaria y hacer una crónica periodística no tienen ninguna diferencia y la relación estética que tiene el lector con ambas no es muy diferente. A mí me interesa mucho que el relato esté bien escrito, bien contado. Después uno puede acercarse a la temática que quiere, pero el cuidado de las formas no es superficial, sino que es el trabajo en sí. Creo que es imposible separar periodismo y arte, principalmente de la literatura, el teatro y la música. Pero volviendo a tu pregunta, me cuesta mucho encontrar referentes periodísticos, porque el periodismo es un oficio, es el relato de una cosa de cuestiones cotidianas, pero el tema está después en cómo uno analiza el contexto y la forma que le da. En ese sentido, la especialización es imprescindible.
¿Esa necesidad de especialización la entendiste desde el inicio de tu carrera?
No fue algo que tuve en claro desde el principio, pero sí tenía clara esa noción de que hay gente que te respeta como espectador o como oyente y que hay gente que te subestima. Y desde el principio sabía que no quería ser de los segundos. Siempre me atrajeron mucho los medios de comunicación, pero nunca me interesó estar en un medio por estar en un medio, sino por saber hacer algo, actuar, conocer sobre temas culturales, no sé, pero no por tener buena dentadura, que es lo único que se exige en la televisión.
¿Qué representa la radio para vos?
Lo que más me gusta en el mundo es la música y la radio es fundamentalmente difusión de música y del mundo de los sonidos. Y como otras de mis grandes pasiones es el teatro y considero a la radio un escenario, es como que reúne muchas de las cosas que más me interesan. Hay alguien que define a la radio como cine para los oídos y esa definición me gusta mucho. Además es un medio más económico, accesible, tenés más libertad, hay más posibilidades de experimentar, no tenés las presiones económicas de los medios audiovisuales.
Trabajaste en medios masivos de comunicación, hoy estás en la radio de la UNCUYO. ¿Existen diferencias?
Los medios privados tienen conceptos muy similares de lo que es noticia, de lo que es interés social. En cambio, en una radio como esta, nos permitimos debatir a diario qué es la noticia, o qué se puede destacar. En los medios privados hay como un consenso general que se va bajando desde los diarios de Buenos Aires y eso se replica de manera muy lineal. Entonces se termina haciendo lo que un conjunto de periodistas de Capital dice que son los temas centrales. Y en un medio privado por ahí no es tan fácil desmarcarse de eso, porque hay como una inercia general que tiende a lo que dice Clarín, La Nación, Página 12. Eso es la noticia. En un medio como este, eso se cuestiona, porque la realidad es mucho más rica que los tres o cuatro temas posicionados.
¿Qué cambió en el trabajo periodístico con las nuevas tecnologías?
Para mí es totalmente fascinante, increíble y maravilloso todo lo que se puede hacer con las nuevas tecnologías. Tenemos la dicha de ser testigos del momento de transición, porque empecé a trabajar cuando internet no existía. Ahora podés tener una teleconferencia con alguien desde el dispositivo móvil y eso era una cuestión de ciencia ficción cuando éramos chicos. Además está la posibilidad de tener acceso a personalidades de todo el mundo para entrevistar, eso es fascinante. También está la cuestión de la participación en la construcción de los productos que permite el 2.0 el 3.0 o como se llame, aunque no creo que exista eso que llaman "periodismo ciudadano". Si bien este es un oficio y no una profesión, se requieren conocimientos, sobre todo el chequeo de la información. Eso nunca lo va a tener alguien que filma con un celular. Las nuevas tecnologías hacen todo más sencillo, puede ser que nos estemos volviendo un poco más inútiles por tener tanta tecnología alrededor. Lamento –por ejemplo- que haya un abandono de la lectura por parte de las nuevas generaciones.
¿No leen o lo hacen de otra manera?
Por la experiencia inmediata que tengo, no leen. Es una experiencia que tengo con los estudiantes en edades que van de los 15 a los 30 años, aunque no pretendo generalizar. Y en el caso de los que quieren hacer periodismo gráfico se encuentran con grandes limitaciones, casi imposibilitados de hacer periodismo, porque para hacer eso hay que escribir.
Desde hace tiempo guías talleres de radio. ¿Cuáles son las inquietudes de los alumnos?
Hay inquietud por relacionar la radio con las formas artísticas. Siempre hay mucho interés por el tema del radio teatro, que es la forma más compleja y más cara en diversos sentidos de producción radial, porque es la que requiere mayor equipo y habilidades específicas. Sí veo que hay mucho interés en experimentar formas de entretenimiento, no tanto de periodismo, pero también hay un desconocimiento de formas atractivas en la radio, porque el medio mendocino es muy conservador y el salto que se pegó en la audiovisual en los últimos tres años a partir de Acequia, Señal U y otras productoras, no se dio en radio. Seguimos haciendo radio como hace veinte años atrás.
¿Te referís a contenidos, a formas, a tecnologías?
A la forma, que tiene que ver sobre todo con que la radio es dinámica. Acá no hay un concepto de la radio como entretenimiento. Si bien en las más grandes o comerciales hay una idea de eso, lo hacen con recursos muy limitados, porque también anima y entretiene Alejandro Dolina o Tom Lupo, pero tienen muchos más recursos. En Mendoza, la radio no me seduce. Entre otras cosas, subestiman al oyente y eso es habitual, al ser algo tan accesible, económico, es como que se la toma como algo menor. La diferencia que hay con una radio de Buenos Aires es que los equipos tienen roles más específicos, que existe un productor creativo -que acá no existe-, y además hay una apuesta a desarrollar formar radiales más complejas con mayor producción. A la radio mendocina le falta producción y también mirarse más a sí misma y hacia afuera.
¿Qué lineamientos le darías a quienes se inician en la profesión?
Primero, que definan cuáles son sus objetivos. Por ahí el objetivo de muchos chicos es ser famoso y para eso no hace falta mucha información, sino un golpe de suerte, estar en el lugar adecuado. Después, si el objetivo es hacer un producto de calidad, es necesario estar abierto a toda forma de expresión dentro de lo que más te interesa, tener buenos referentes, entender que la formación nunca termina, que el momento en que creés que has llegado a algo estás frito, se acabó tu carrera. Y sobre todo que se proyecten a partir de sus pasiones. Hay muchos espejos de colores, y lo que importa en definitiva es que uno esté bien. Yo siempre hablo de la felicidad como objetivo. Mi objetivo como productor radial es la felicidad mía, por un lado, y fundamentalmente del oyente. Producir felicidad, eso es un valor para mí, pero un valor subjetivo. Yo veo un equipo de laburo que no es feliz y digo "algo falla acá". Mi consejo es que hagan lo que los haga felices, porque si no, eso se paga tarde o temprano.
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