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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Cuna de campeones, el juego sigue vivo en las históricas mesas del club Delta y 40 billares. Pero sus cultores sostienen que ya no prende en los jóvenes y temen su desaparición.
Foto: Club Delta- 40 billares
Con sus bulliciosos carriles y las nunca bien resueltas piruetas, el bowling o boliche es el mítico lugar de encuentro para bohemios y nostálgicos. Este juego tiene muchas virtudes: propone un juego sencillo y divertido, es apto para todas las edades, resulta económico, es inclusivo y no requiere de mayores requisitos ni destrezas. Eso sí: se recomienda usar calzado con suela de goma para no resbalar.
En el caso del billar, la precisión en el tiro, el equilibrio y la concentración pueden volverlo menos atractivo para quienes no se han probado nunca, aunque aprender es fácil, dicen los que saben. Cada vez son más los bares, en puntos clave de la vidanocturna de la ciudad, en los que se puede disfrutar de una partida con amigos. En una recorrida por algunos sitios de la cuidad, y más allá, Unidiversidad eligió dos clásicos que conservan su historia en cada detalle: Delta y 40 Billares.
Una de bolos en el Club Delta
En un edificio inaugurado a fines de 1958 como pileta familiar por los hermanos Mariotti, Delta se convirtió en bowling en los ‘70, con ideas traídas de Francia y una nueva generación al mando de hermanos y primos. Además de tener dos mesas de pool, tejo y metegol (pensado para los que esperan), en el lugar de desarrollan torneos de bolos, cumpleaños y encuentros de familias y amigos que quieren pasar un momento entretenido. Entre el primer y segundo piso, llegan a dieciocho las canchas disponibles donde se puede beber y comer a precios accesibles y rodeado de objetos y rincones con historia.
En la barra y en las paredes, en la entrada, los techos y los pisos, este tradicional sitio ubicado en calle Salta 529 de Godoy Cruz, conserva recuerdos antiguos aptos para nostálgicos, melancólicos y aficionados. Para maridar la salida hay cervezas, tragos, licuados, sándwiches y pizzas. Abre de martes a viernes de 20.30 al cierre, sábados de 17 a 4 am y domingos desde las 17 hasta la medianoche.
“La idea del bowling nació de la nada, si bien cuando iniciamos el club fue como una necesidad familiar de recreación, lo cierto es que con el tiempo el bowling fue tomando adeptos en el club. Lo que inicio como un sitio de juegos con pool, metegol y demás, hoy se realizan torneos a nivel nacional o provincial”, detalló Omar Mariotti, dueño del club Delta.
“Pero la situación económica que vivimos hizo que la concurrencia de la gente disminuya. Antes se abría todos los días. Hoy solo abrimos las canchas los días martes a viernes, sábados y domingos, pero con escasa afluencia. A ello debemos sumarle el cambio generacional, ya los jóvenes no se interesan por estos deportes, si vienen por el pool y el bowling, sin embargo los torneos son presenciados por gente adulta. No vas a encontrar jóvenes en los torneos, es un a lastima lo que se vive. Ante esto, lo que hemos realizado con los jóvenes es intentar dar un impulso al certamen, incluir y dar más clases a jóvenes que se interesen”, concluyo Mariotti.
El billar un clásico que resiste
Otro clásico es sin dudas el Bowling, Andes Billar y Pool Avenida, que funciona desde 1962 en un amplio subsuelo de Av. San Martín 950 de Ciudad. Dispone de ocho canchas aptas para campeonatos, cinco mesas de billar y más de una docena de pool, bebidas y comidas. Abre de lunes a lunes desde las 20 hs.
En el sitio, dos realidades se desarrollan. En el local de arriba, pizzas y sándwiches amenizan un mediodía familiar en el que jóvenes y grandes se entretienen jugando un rato en los pools. En el local de abajo, el del bowling, los tentempiés se atragantan en un clima de tensión para una veintena de jugadores y una batería de entrenadores, dirigentes y allegados que disfrutan y padecen el tedio de una larga jornada deportiva. Disfrutan por volver a jugar. Padecen por el contexto.
Para Juan Ernesto Díaz (65), encargado de, Andes Billar y Pool Avenida, la situación cambio: “Los jóvenes ya no se interesan por este magnífico deporte como lo es el billar. Si existe mayor interés por el bowling pero los jóvenes se prestan más por el pool, lo entienden más. Es algo que se está perdiendo, hoy es toda más tecnológico, los tiempos han cambiado”.
Historia y declive de estos deportes
Si bien en sus comienzos el bowling tuvo su cima en la década del 60 al 80, esa situación comenzó a cambiar desde que shoppings y locales del ramo armaron boleras de última tecnología y equipos competitivos. Además, la concurrencia se acrecentó. “Hoy, la Argentina tras haber sido sede del Campeonato Americano 2001, el deporte aún no logra trascender la categoría de mito”, expresó Juan Zanela, presidente de la Federación Cuyana de Bowling a Unidiversidad.
“Más que el auge, la década del ‘60 trajo el furor por la práctica del bowling en la provincia, que se prolongó en los años ‘70 y buena parte de los ‘80. Quienes amamos este deporte lo recordamos como si fuera ayerjustamente el sábado 17 de agosto de 1983, cuando Jorge Alberto Guzmán, que es el protagonista de esta singular historia que hoy rescatamos para los mendocinos, se convirtió en Toronto, Canadá, en el primer y único argentino Campeón Mundial de Bowling de Palos Chicos.
Los que recuerdan el momento dicen que fue una verdadera hazaña porque no sólo derrotó a los grandes favoritos que eran los representantes de los Estados Unidos (participaron los 5 mejores sobre un padrón de 25.000 jugadores), Canadá (los 5 mejores sobre 6.000) y Filipinas (los 5 mejores sobre 2.000), los países más importantes afiliados a la Asociación Internacional de Bowling, sino también a su propio compañero de equipo en la Selección Argentina, Enrique Corsiforti, un notable referente de la época, con quien llegó palo a palo a las líneas decisivas para superarlo en el último tiro en un dramático final.
“No sólo cambiaron los ámbitos, sino que existen dos especialidades muy similares, aunque de distinta envergadura. “Uno es el bowling estándar que vemos desde 1995, de palos largos y bolas de 20 centímetros de diámetro. Sólo éste se desarrolló como deporte, por ser rentable. En promedio, un jugador gasta mil dólares anuales, y existen 50 millones de federados en el mundo. Haga la cuenta... dice Zanela. El otro es el folklórico, que se practica acá, en el Uruguay, el sur de Canadá y el nordeste de los Estados Unidos. Se llama duckpin: bowling de palos chicos.”
Pese a hallarse en extinción, aún se juega mucho duckpin en la Argentina. Junto a los palos chicos van desapareciendo los maltratados pinboys o para palos. No obstante, el oficio abunda en provincias del interior. “Es un trabajo insalubre. ¡Se pegan cada golpe con los palos! exclamó. Hay jugadores que lanzaban muy fuerte. A veces, un palo saltaba de la cancha 5 a la 4, y acababa en la cabeza de un pinboy. Por eso, algunos saben dónde pararse cuando ven venir la bola. Y muchos terminaron siendo jugadores.”
“Para este deporte no hay edad. Puede jugar un chico de 14 años contra una persona de 75. Lo que acerca a la gente es vernos jugar a nosotros, los federados. El aprendizaje dura unos tres años, y cuando alguien está listo para competir lo incorporo al club escuela del shopping. Se llama Pumas Bowling Club. Saqué varios campeones, pero por razones económicas y por la escasa difusión no aparecen tantos jugadores como deberían.”
Algo similar ocurrió con el billar. Su origen no está claro, pero se sabe que Cleopatra ya lo practicaba en el siglo I a. C. En aquel entonces se jugaba en el suelo, costumbre que se siguió hasta el siglo XV. La mesa de billar la ideó, en 1469, el carpintero de Luis XI de Francia, Henri de Vigne, pensando en la comodidad del juego.
Desde ese entonces este deporte nunca más perdió adeptos, hasta que vino el cambio generacional según afirman los conocedores de la profesión. Para Juan Ernesto Díaz (65), encargado de, Andes Billar y Pool Avenida, la situación cambio: “Los jóvenes ya no se interesan por este magnífico deporte como lo es el billar. Si existe mayor interés por el bowling pero los jóvenes se prestan más por el pool, lo entienden más. Es algo que se está perdiendo, hoy es toda más tecnológico, los tiempos han cambiado”.
“Lo malo es que el pool le sacó adeptos al billar. El pool es para pibes. El billar, vale decir, precisa un sacrificio”.
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