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Se estima que en Mendoza unas 48 mil mujeres de 15 a 50 años conviven con esa patología. ¿Por qué se habla tan poco de ella? La importancia del diagnóstico y la concientización.
Unidiversidad / Fuente: Primera Edición, Télam, Los Andes
Publicado el 14 DE MARZO DE 2018
Hay tantas endometriosis como mujeres que la padecen, dicen los especialistas. Esta enfermedad está presente en el 10 % de las mujeres en edad reproductiva y puede presentarse de forma asintomática o, por el contrario, ser tan dolorosa que se convierte en invalidante. Con base en ese porcentaje, se estima que en Mendoza unas 48 mil mujeres de entre 15 y 50 años conviven con esta patología.
Una de las principales consecuencias es un dolor muy intenso, particularmente durante el período menstrual, que llega a afectar las actividades cotidianas y, por lo tanto, la calidad de vida. Pero también puede causar infertilidad.
No hace mucho que se habla de la enfermedad. De hecho, todavía despierta muchos interrogantes en las pacientes y es ignorada por muchos profesionales. Por eso se fijó al 14 de marzo como Día Mundial de la Lucha contra la Endometriosis.
¿Por qué se habla tan poco de ella? Inés Barañao y Mariela Bilotas, doctoras e investigadoras del Conicet en el Instituto de Biología y Medicina Experimental, acercaron algunas respuestas.
"La endometriosis es la presencia de tejido endometrial fuera del útero", explicó Barañao, y agregó que sus principales síntomas van desde dolores agudos en la pelvis –comparables a un ataque cardíaco– y ciclos más cortos con hemorragias inesperadas hasta infertilidad, una condición que alcanza a entre el 50 % y el 70 % de las mujeres con dificultad para lograr el embarazo. En la actualidad, alrededor de 1 millón de argentinas padecen endometriosis, aunque muchas de ellas no lo saben, ya que el diagnóstico se demora entre siete y doce años y requiere de una intervención quirúrgica –laparoscopía– para confirmarlo.
Son múltiples los genes y factores externos que intervienen en su aparición, lo que la convierte en una enfermedad difícil de detectar en estudios preventivos. Esta situación, sumada a la falta de cobertura de obras sociales o asistencias médicas prepagas, que no contemplan ni los daños físicos ni psicológicos que esta enfermedad crónica presenta, lleva a un diagnóstico tardío.
La demora en el diagnóstico conspira directamente contra la concepción, ya que el desarrollo de focos de tejido endometrial fuera del útero por tiempo prolongado disminuye la cantidad y la calidad de la producción ovárica a futuro. Es por eso que “cuanto más tiempo pasa, se vuelve más difícil revertir”.
El principal obstáculo es, otra vez, el sentido común. “A veces, hay chicas que se caen desmayadas del dolor, no pueden ir a clases o a trabajar durante una semana y se les dice que eso es normal, pero los fuertes dolores menstruales no son normales. Así, se deja pasar mucho tiempo hasta la primera consulta por cuestiones de infertilidad”, apuntó Barañao durante una entrevista en Primera Edición. Destacó además que, con detección temprana, los síntomas se pueden prevenir y tratar.
Mariela Bilotas estudia los efectos de la endometriosis sobre el ovario y trabaja sobre terapias alternativas en el laboratorio de la doctora Barañao. “Hoy en día la mayoría de los tratamientos existentes son muy costosos y tienen muchos efectos adversos, por lo que no pueden suministrarse por largos períodos. Además, todos apuntan a bajar los niveles de estrógeno, por lo que impiden la ovulación y, por lo tanto, la posibilidad de embarazo”, planteó.
Mientras estén bajo tratamiento, las mujeres no pueden quedar embarazadas, aunque lo deseen. Esta es una gran falencia si se piensa en la gran cantidad de mujeres con endometriosis que son infértiles.
Actualmente, los recursos en investigación están orientados al desarrollo de terapias alternativas, de bajo costo y que permitan tener un hijo sin sufrir los síntomas a las mujeres que quieran hacerlo. De todas formas, ambas investigadoras coinciden en que es necesario contar con legislación que ampare y facilite la asistencia médica y psicológica de esta enfermedad crónica.
Hay quienes la consideran como la enfermedad del siglo XXI, en tanto la vinculan con la mayor cantidad de períodos menstruales.
Es que con la aparición de la planificación familiar y los cambios culturales que llevaron a que las mujeres posterguen en el tiempo la búsqueda de su primer hijo –así como la decisión de tener menos hijos– han hecho que tengan entonces más menstruaciones antes de enfrentar su primer embarazo. Antes, el no control de la natalidad llevaba a que se diera una mayor cantidad de embarazos y, por lo tanto, menor cantidad de menstruaciones (las mujeres pasaban más tiempo embarazadas y amamantando). A menor cantidad de períodos, menor reflujo menstrual y, por lo tanto, menor endometriosis.
“Es normal, es el dolor por la pérdida de un posible hijo”, es una frase que muchas han escuchado, incluso en boca de ginecólogos, al contar lo que sienten las mujeres durante la menstruación. Tomar conciencia de estos padecimientos, desde la medicina y la sociedad, es también decir basta a un mandato que silencia la experiencia de las mujeres con un liso y llano “parirás con dolor”.
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