En modo bimodal: cómo es el regreso para quienes pisan por primera vez una Facultad
Hablamos con estudiantes de primero y segundo año de diferentes carreras de la UNCUYO que compartieron expectativas, sentires e impactos en sus primeros intercambios no mediados por la virtualidad.
Foto. Prensa UNCUYO
Cuando en marzo del 2020 se declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio, los y las estudiantes que pisaron por primera vez las aulas de las Facultades de la UNCUYO tuvieron un mínimo período de adaptación, conocimiento e integración a la vida universitaria. Hoy, tal como lo resolvió el Rectorado, la experiencia es totalmente distinta. Por eso hablamos con estudiantes que están cursando su primero o segundo año, pero que viven la experiencia universitaria de un modo que desconocían.
A esta altura, ya no hay dudas de que esta joven generación universitaria –que inició su educación en el marco de la virtualidad– trae consigo transformaciones en los tradicionales hábitos de estudios: de aquellos días y horarios fijos de cursado, compartir aula física con pares e intercambiar mates en los espacios verdes de la UNCUYO, se pasó a lo que hoy conocemos como bimodalidad.
Tal es el caso de Soledad, estudiante de 1er año de Teatro en la Facultad de Artes (FAD), a quien empezar a cursar presencialmente con sus pares le generaba mucha curiosidad. “Necesitábamos vernos, y más cuando hacemos teatro. No era lo mismo actuar a través de la cámara y sola en la pieza, por ejemplo, que estar ahí actuando con ellos, el contacto”, aseguró.
Incluso, agregó que las devoluciones docentes son más completas. “Corrigen algo en el momento y te dan la oportunidad de volver a hacerlo ahí. En cambio, en la virtualidad era más tedioso”, comparó.
Cristóbal, compañero de Teatro de Soledad, expresó que, si bien ya conocía a una parte de sus compañeros y compañeras en persona, el hecho de comenzar a asistir presencialmente sirvió para que pudieran hacerse “más amigos”.
“Nos unimos más como grupo. También pude conocer más a compañeros de las otras comisiones y de otras carreras”, agregó Cristóbal.
Ahora bien, las realidades son muy diversas entre las distintas facultades. Aldana, estudiante de 2do año de Derecho, contó que el cursado para su camada continúa siendo en gran medida virtual. No obstante, la institución mantiene sus puertas abiertas para uso de la biblioteca (con turno previo) y para rendir mesas de exámenes, por ejemplo. Por esa razón, Aldana expresó: “Solo he tenido una clase presencial en el jardín interior de la facu. Llevamos nuestra manta, mate propio y el material leído para trabajar. En esa instancia, conocí a varies compas de WhatsApp y a algunes profes”.
También les preguntamos cómo fue transitar por primera vez el cursado de manera física en sus aulas, salones y pasillos. Cristóbal nos dijo que nunca antes había cursado en la FAD y resaltó: “Me encantan los cursos, las aulas están buenísimas”.
En tanto, Soledad habló de una “energía linda” en la FAD: “Recorrer los pasillos te da más ganas de seguir haciendo lo que estás haciendo. Las aulas son increíbles. Está la sala de espejo, donde, mientras estás haciendo tus actividades, te estás mirando. Después tenés aulas que tienen pequeños escenarios, que es fantástico, porque hacés tus muestras allá arriba y te sentís una profesional. Es muy lindo estar ahí”.
Sin embargo, las realidades son muy diversas según las distintas facultades. Dos estudiantes de Comunicación Social, Giuliano y Agustina, que comenzaron la licenciatura en 2020, con un paso previo por el preuniversitario en el 2019, no sintieron tanto el impacto de conocer la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), ya que llegaron a recorrer sus pasillos. No obstante, Giuliano dijo que volver a la facu “fue tremendo”, y aseguró: “Muchas cosas no las recordábamos, ya que el paso había sido muy corto. Teníamos que preguntar todo como si fuéramos nuevos otra vez”. Agustina expresó que, si bien no considera que sea lo mismo cursar de manera presencial, haber pasado por el preuniversitario “fue un gran pantallazo de lo que era”.
“Lo bueno de dos mundos”
Si bien las y los estudiantes con quienes hablamos coincidieron en la importancia de la presencialidad, del contacto humano, de verse rostro a rostro, también nos encontramos con experiencias y opiniones muy diversas: con estudiantes que trabajan, que viven lejos o que se acostumbraron a realizar actividades extracurriculares a su tiempo, por ejemplo.
Así, Soledad comentó: “Combinar las clases presenciales y virtuales me gusta porque no tengo que pasar toda la semana yendo a la facultad, y más en mi caso que, por ejemplo, vivo muy lejos”.
Cristóbal compartió: “Hay materias que siempre he cursado virtuales y a mí, realmente, me viene bien porque, por ejemplo, trabajo y estudio”. En ese sentido, Giuliano –que también estudia y trabaja– destacó que la virtualidad tiene sus ventajas y señaló: “Si no te podías meter a una clase, quedaba grabada y podías verla en otro momento”. Sin embargo, reconoció la importancia de la conexión presencial.
Aldana también analizó los pros y contras de combinar el cursado: “En mi caso, cuento con los recursos necesarios para poder hacerlo y estar cómoda en mi casa, una realidad que no es igual para todes. La contraparte es estar muchas horas mirando una pantalla”.
Agustina también hizo hincapié en que no todas las personas cuentan con los mismos recursos, pero que, en su caso, estar casi un año y medio cursando de manera virtual se convirtió en un hábito: “Fue muy solitario el cursado, y me acostumbré. De alguna forma, aprendí a estudiar sola. Me doy cuenta de que me cuesta un poco concentrarme cuando estoy con mis compañeros en el aula”. De todas maneras, al igual que el resto de los y las estudiantes, destacó la importancia de la presencialidad. Por eso afirmó: “Me gusta mucho la bimodalidad porque tengo lo bueno de dos mundos”.
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