En indicadores económicos, la brecha de género es más amplia en el Gran Mendoza que a nivel nacional

La situación económica es mala para toda la población, pero es peor para las mujeres: menos empleo y actividad, por un lado; más desempleo, subocupación y precarización, por otro. Ganaban menos y perdieron más.

En indicadores económicos, la brecha de género es más amplia en el Gran Mendoza que a nivel nacional

Las tasas de actividad, empleo, desocupación y subocupación son peores para las mujeres y se agravan en Mendoza.

Sociedad

Unidiversidad

Julia López

Publicado el 16 DE OCTUBRE DE 2024

La brecha de género se visualiza en todos los indicadores concretos de actividad, empleo, subocupación, desocupación e ingresos, y es mayor la de Mendoza que la de la media nacional. En la jornada inicial del Primer Encuentro sobre Economía Feminista y los desafíos ante la crisis actual —que se hizo en la Facultad de Ciencias Políticas (FCPyS) de la UNCUYO— tres especialistas compartieron sus conocimientos. Belén Paz y Carolina Brandariz, desde una perspectiva más conceptual, social y política, y Valentina Ledda desde la estadística y el análisis cuantitativo. 

Ledda —socióloga de grado, becaria doctoral de Conicet— analizó números concretos para visualizar las brechas de género en las tasas del mercado de trabajo, tanto las principales como las complementarias. También compartió algunos procesamientos vinculados a los ingresos, para mostrar cómo han evolucionado en la coyuntura actual, con datos que van desde 2023 hasta el primer trimestre del 2024. La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo no conduce de por sí a la igualdad: entran a trabajar en sectores con salarios más bajos, en condiciones flexibles y con menor carga horaria para poder sostener el trabajo doméstico.

¿Y en términos estadísticos? ¿Dónde se manifiestan las desigualdades? ¿Por qué hablamos de feminización de la pobreza? ¿En qué situación están las mujeres de Mendoza? Para el análisis a nivel nacional, se pueden tomar los informes de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec (EPH). Pero para obtener detalles del Gran Mendoza, Ledda —también integrante del Instituto de Trabajo y Producción de la UNCUYO— hizo sus elaboraciones sobre la base de microdatos, a partir de procesamientos estadísticos.

El porcentaje de mujeres activas ha estado por encima del 50 % en el último tiempo, un número que nunca había sido tan alto. Estas tasas de actividad podrían ser consideradas un avance, pero en realidad tienen que ver con una pérdida de ingresos en los hogares y un sobreesfuerzo económico que hace cada familia mediante la incorporación de las mujeres al mercado laboral.  Para el primer trimestre de 2024, en Gran Mendoza, la brecha de género en este indicador es más amplia que la nacional —21,5 puntos porcentuales (pp) frente a 17,2 —, sobre todo por las mayores tasas de actividad en los varones.

La tasa de actividad, aclaró la investigadora, es elocuente pero criticable desde la economía feminista. El indicador considera que son activas aquellas personas que tienen una ocupación o que, sin tenerla, están buscando activamente trabajar en el mercado laboral; y considera inactivas aquellas que no tienen una ocupación en ese mundo. Sucede que esa tasa considera inactivas —y esconde— a aquellas mujeres que dedican su día a hacer tareas domésticas y de cuidados no remuneradas.

El análisis es binario porque los datos lo son, anticipó. Pero también destacó que para abordar problemáticas vinculadas con las diversidades sexuales sirven más otras herramientas metodológicas, como las cualitativas, que hagan foco en la situación particular, ya que la estadística está enfocada en grandes grupos poblacionales.

Por otro lado, la tasa de empleo considera que una persona está ocupada cuando trabajó al menos una hora y eso hace que la tasa de desocupación no sea tan alta, puntualizó Ledda. Para que una persona sea desempleada tiene que estar buscando activamente trabajo y no conseguirlo. Pero vuelve a mostrar lo mismo: las brechas de género en la tasa de empleo también son más altas en Mendoza (21,3 pp) que el promedio nacional (16,5 pp).

Como contraparte, la tasa de desocupación en Mendoza ha sido históricamente más baja que en el total país, para ambos géneros. Hacia el primer trimestre de 2024 se observa un aumento del desempleo a nivel nacional que no se refleja en Mendoza, quizás debido a la actividad productiva relacionada con la vendimia. Pero para el segundo trimestre de 2024 ya se visualiza el aumento del desempleo también en Mendoza, en relación con el contexto recesivo general.

La tasa de subocupación, que mide el porcentaje de personas que trabaja menos de 35 horas semanales, refleja peores condiciones de empleo, a la vez que menores remuneraciones. En la población femenina se ve una mayor tasa de subocupación que en la masculina, vinculada a la brecha de cuidados, que preexiste a la situación de distribución de trabajos en el mercado. Pero, además, una vez más, tanto la subocupación como la brecha entre varones y mujeres son más altas en Gran Mendoza que en el total país.

También hay personas ocupadas —asalariadas— que no están registradas en la seguridad social y ese dato surge de procesamientos de la socióloga y su equipo, no del informe del Indec. En Gran Mendoza, explica, casi la mitad de la población femenina asalariada está en situación de no registro; mientras que, a nivel nacional, no supera el 40 %. Para los varones, este índice de precarización está por debajo: 34,3 % en el país y 38,2 % en nuestra provincia.

¿Y qué pasa con los ingresos en términos concretos? Las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que los hombres, según datos de Ecofemidata y último informe publicado de Indec. Pero en términos interanuales, Ledda aportó que hubo una caída de los ingresos: a nivel nacional, los varones perdieron un 17,1 % y las mujeres, un 19,9 %. No solo ya ganaban menos, sino que perdieron más.

Los números concretos son los que demuestran, al fin, las desigualdades de género, la feminización de la pobreza y la situación concreta de las mujeres de Mendoza. Segregación horizontal y vertical, techo de cristal, piso pegajoso, brecha de ingresos, brecha de cuidados, violencia económica, violencia de género, desigualdad salarial: esos conceptos son, en realidad, formas de nombrar realidades y situaciones concretas que atraviesan la vida de las mujeres.

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