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Buscan cuidar la naturaleza y resolver problemas sociales para crear una nueva forma de negocio.
Además de lograr ganancias, las empresas B buscan generar valor social y ambiental. Foto: ucr.ac.cr.
Florencia Martínez del Río
Publicado el 06 DE OCTUBRE DE 2019
Utilizar la fuerza del mercado para solucionar problemas sociales y ambientales: ese es el objetivo de las empresas B. Crear productos ecológicos, manipular correctamente los residuos, utilizar energía renovable o emplear personas de sectores vulnerables son algunas de las acciones que estas compañías o emprendimientos deben realizar para obtener esta certificación.
Este movimiento, que nació en Estados Unidos y Canadá en el año 2006 y luego se extendió por América Latina de la mano de Sistema B, cuenta con 2933 empresas en el mundo, y en Argentina, casi 100. ¿El objetivo? Cambiar la manera de medir el éxito de una empresa, que no sea solo por su rédito económico, sino también por el valor social y ambiental que genera, es decir, su triple impacto, según explicó Guillermo Navarro, coordinador de UNCuLAB, perteneciente a la Secretaría de Extensión y Vinculación de la UNCUYO.
Reciclar, dar oportunidades laborales a personas en contexto de encierro y con discapacidad, tener paridad de género o emplear a quienes se encuentran en situaciones de vulnerabilidad son algunas de las prioridades que una Empresa B debe tener. En Mendoza, hay varias compañías con este sello: desde bodegas que hacen vinos orgánicos hasta fábricas de zapatillas y chocolates que reciclan materiales o que colaboran con asociaciones civiles, por nombrar algunas.
“La idea es que se naturalicen el cuidado del medio ambiente y la búsqueda de soluciones a problemáticas sociales, que sean algo cotidiano, que se cree una conciencia común entre todos los sectores. La creación de una nueva economía depende de todos, por eso tenemos que analizar qué es lo que generamos con las decisiones que tomamos”, afirmó Navarro.
Estas empresas deben establecer en sus estatutos el objetivo de perseguir mejoras en la sociedad, los individuos y el medio ambiente, explicó el coordinador de UNCuLAB. De esta manera, llevan la responsabilidad social corporativa (RSC), surgida a mediados de los 90, a otro nivel. “Entre ambos conceptos hay más similitudes que diferencias. La RSC no tiene que ver con el negocio de la compañía; en cambio, una Empresa B tiene entre sus objetivos ser amigable con el ambiente y la sociedad, además de generar ganancias”, detalló.
Para acceder a la certificación Bcorp (por su nombre en inglés), que debe renovarse cada dos años, las empresas deben comenzar el proceso respondiendo un cuestionario para medir su impacto. Así, las organizaciones evalúan su desempeño y analizan cómo ser más amigables con el ambiente y la sociedad para obtener el sello.
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