“Empezaron a regenerarse células del movimiento estudiantil”
Octavio Stacchiola, doctor en Ciencias Sociales y docente de la FCPyS de la UNCUYO, dio su visión para analizar cómo las y los estudiantes están “copando la escena” en un año lleno de manifestaciones para defender la educación pública y reclamar por un presupuesto universitario adecuado.
Octavio Stacchiola es sociólogo y docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO. Foto: Unidiversidad
Hay un nuevo actor sentado a la mesa de las discusiones públicas desde que Javier Milei es presidente: el movimiento estudiantil, un comensal sin tarjeta de invitación y que todavía no tiene forma homogénea. El plato principal es el debate por mayor financiamiento para las universidades públicas nacionales, una discusión que despertó a un colectivo que cambia de formas, pero no pierde potencia de movilización. Su voz, que abarca una amplia escala de tonos, alcanza las redes y espacios despartidizados. En un año lleno de tensiones, buscamos entender qué significa que las y los jóvenes del país vuelvan a organizarse para defender la educación pública.
Esa potencia para movilizar quedó registrada este 2024 con las dos grandes marchas ocurridas hasta el momento, en abril y en octubre, con participaciones récord. Primero, para reclamar un presupuesto mínimo para funcionar tras el desfasaje inflacionario; luego, por mejores condiciones salariales como bandera para sostener la educación superior de calidad. Estas dos grandes manifestaciones, que generaron un gran impacto en la sociedad y se metieron en la agenda política, tuvieron a todos los claustros involucrados. Sin embargo, el músculo, la masividad, el ruido, lo generaron, como en otras ocasiones históricas, las y los estudiantes.
Octavio Stacchiola, sociólogo, nos esperó para charlar sobre este tema en el bufé de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNCUYO. Formado en esa casa, donde también obtuvo su doctorado en Ciencias Sociales, ha sido observador participante en todo este proceso. Desde su lugar como docente e investigador (pasó por el Conicet), las juventudes han estado siempre entre sus temas de análisis, por eso le preguntamos qué piensa sobre este “despertar” del movimiento estudiantil.
“Veníamos de un proceso de desmovilización”, dijo primero, y marcó como último antecedente masivo de protesta el pasado 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, cuando se convocó a la llamada “gran marcha universitaria” bajo un reclamo recurrente: mayor financiamiento. Cinco años después y con la pandemia de por medio, el sociólogo afirmó: “Empezaron a regenerarse células de movilización del movimiento estudiantil”.
Stacchiola marcó una característica de este reflujo dentro del movimiento universitario: “Me resulta interesante ver cómo todo este proceso de reactivación y de movilización, de alguna manera, se ha encauzado desde formatos descentralizados, impulsados por fuera de los canales habituales de participación. Quiero decir que buena parte de lo que hoy estamos viviendo está traccionado por espacios horizontales, por estudiantes independientes que, de alguna manera, están presentando un pliego de demandas que no encontraban eco en sus direcciones estudiantiles”.
Stacchiola viene estudiando hace años temas como juventudes y política. Foto: Unidiversidad
Entonces, ejemplificó con uno de esos sucesos surgidos en el campus de la UNCUYO: la asamblea interfacultades. El especialista vio allí “un espacio organizativo de estudiantes de diferentes facultades que se conformó a principios de este año y que tiene una frecuencia deliberativa para encarar acciones". "Participan como sectores estudiantiles o estudiantes independientes, algunos ligados a la izquierda, y que son quienes han traccionado este movimiento estudiantil y, de alguna manera, obligado también a que las direcciones estudiantiles y los formatos más institucionalizados de participación juvenil acompañen esa movilización” describió.
Esta dinámica no es exclusiva de la provincia y ha tenido resonancia a nivel nacional, donde el foco del poder político suele posarse, particularmente, en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sin embargo, las réplicas que han tenido las dos grandes marchas en el estudiantado aceleraron una demanda de representación a nivel federal que, de todas maneras, todavía no tiene referentes identificables.
Se buscan representantes
“El movimiento estudiantil está copando la escena y la visibilidad pública, en tanto y en cuanto hay otros actores de la política o de la escena política que no están ocupando ese espacio”, comentó Stacchiola, que subrayó cómo la falta de representatividad que se viene observando en el mundo de la política en general también se espeja en las universidades. En este sentido, el escalamiento en la confrontación con el Gobierno nacional empezó a demandar interlocutores, pero, al no haber figuras representativas de peso, se observó que “desde abajo está surgiendo la organización, la movilización, el cuestionamiento”.
Para el sociólogo, hay un llamado a los espacios más tradicionales de representación, como organizaciones federativas estudiantiles, “para que se pongan a la cabeza de estos reclamos y que no sea solamente acompañar”.
Clases públicas en el marco de un plan de lucha en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNCUYO. Foto: Unidiversidad
Asimismo, una novedad que ha tenido este “despertar” tiene que ver también con los modos de organización: la virtualización de la vida cotidiana, potenciada por la pandemia, ha estado en el foco de cientistas sociales que buscan profundizar sobre cómo se comparten y cómo se interrelacionan las juventudes. En este contexto, donde el llamado a marchar requería de una acción presencial, las y los estudiantes mostraron que también tienen disposición a “poner el cuerpo”. Ese aroma al compromiso se hizo presente el día que hablamos con Stacchiola, ya que fue la jornada en la que hubo elecciones para el centro de Estudiantes de la FCPyS, donde la participación política siempre pareciera estar a punto de ebullición.
“Esa intensificación de la virtualización no ha sido en desmedro de la participación”, comentó el docente de la FCPyS. “La presencialidad, en definitiva, termina siendo un elemento catalizador de esas experiencias o de esas formas de expresiones en la virtualidad; creo que eso no ha perdido, todavía, esa centralidad al momento de expresarse”, agregó.
¿Qué es lo que se viene?
Esta nota se cerró mientras se discute, aún en comisiones, el proyecto de Ley de Presupuesto 2025, donde están en juego la pauta de gastos para el funcionamiento de las universidades y los fondos para salarios de docentes y no docentes. En principio, el porcentaje definido por el Ejecutivo nacional para el año que viene es mucho menor a lo esperado. En este estado de situación, buscamos saber cómo se puede comportar este “renacido” movimiento estudiantil.
“El movimiento estudiantil es muy heterogéneo. En general, en los procesos de lucha o de movilización, no son procesos lineales, progresivos. Tampoco son procesos de pura acumulación política. Hay momentos donde hay mayor efervescencia, donde el movimiento estudiantil está más presente en las calles, y hay momentos de reflujo, en donde son más las organizaciones las que terminan discutiendo, pensando. Me parece que, en este momento, están pensando en cómo fortalecer su posición al interior del movimiento estudiantil universitario. Y hacia afuera, se discute si tienen que incluir a la ciudadanía en este reclamo. Entonces, ahí hay una doble tarea: hacia adentro, donde el movimiento estudiantil universitario busca sumar más estudiantes, y hacia afuera, sumar a la ciudadanía, que se incorpore o que se sume a ese reclamo. Esos son los dos grandes desafíos que tienen ahora las y los estudiantes”, describió Stacchiola.
Al mismo tiempo, en esta dinámica también se empezaron a poner en juego modalidades que no estaban en la práctica diaria, en el vocabulario de quienes habitan las aulas de las universidades argentinas. “Hacía muchos años, por ejemplo, que no se producían tomas. El mecanismo de la toma era algo que, de alguna manera, lo voy a poner en términos casi generacionales, no aparecía como una herramienta viable para llevar a cabo un reclamo”, analizó el doctor en Ciencias Sociales, y dio pie a pensar si “este nivel de compromiso, de concientización”, encuentra la forma “de activar políticamente a estudiantes que no estaban viendo el ataque a la universidad pública como algo que los iba a afectar inmediatamente”.
En este nuevo oleaje, Stacchiola observa un pilar clave y es que la sociedad argentina, en general, “ve a la universidad pública como una de las instituciones más respetadas, como motor de ascenso social”. Este valor, destacó, es defendido “inclusive en sectores que votaron al actual gobierno”. En síntesis, sobre el movimiento estudiantil, recalcó la sensación de que “se ha activado a un actor político que tiene una gran potencialidad para movilizar otras luchas”.
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