El vapeo entre jóvenes, un pasaje hacia la adicción al cigarrillo convencional
Pese a estar prohibido, el uso de vaps es cada vez más frecuente entre adolescentes, ya que lo ven como algo inofensivo para la salud. Profesionales afirman que genera tanta dependencia a la nicotina como la forma tradicional de fumar.
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El uso de vaps o vaporizadores se popularizó en los últimos años como una alternativa para aquellas personas que querían dejar de fumar. Actualmente, se sabe que los cigarrillos electrónicos no son una salida viable para ese objetivo y que siguen siendo tan dañinos como fumar nicotina comercial. Sin embargo, la tendencia muestra que son cada vez más populares entre jóvenes, algo que preocupa a especialistas, ya que generan una dependencia tal a la nicotina que, a corto plazo, los lleva inevitablemente a fumar de manera convencional.
Por lo general, usuarios y usuarias no conocen con exactitud qué es lo que están inhalando con estos aparatos que, en vez de generar humo, crean un aerosol. Los vapers están compuestos por tres partes: la batería, el atomizador y el cartucho. Al calentarse el líquido que contiene el cartucho, libera por el atomizador una especie de aerosol que simula ser el humo de cigarrillo. Este puede tener diferentes fragancias o sabores, lo que hacen al producto muy atractivo para jóvenes.
La médica María Eugenia Lertula, responsable de la Unidad de Prevención y Cesación Tabáquica de OSEP y miembro de la Asociación Argentina de Tabacología, contó a Unidiversidad que en diferentes estudios sobre los líquidos que contienen los vapers se encontraron elementos como el propilenglicol y metales pesados, como el níquel o el plomo. Por este tipo de hallazgos es que no se puede asegurar que los aparatos sean seguros para su consumo de ninguna forma. De hecho, en el país está prohibido su consumo, venta, distribución e importación.
Algunos informes que han demostrado que no son eficientes en el proceso de dejar de fumar. Sergio Saracco, presidente de la Asociación Toxicológica Argentina, señaló a Unidiversidad la baja efectividad de estos aparatos como tratamiento para dejar de fumar. Es que, si bien los cartuchos están creados con diferentes dosis de nicotina, no son útiles si la persona vapea varias veces al día. Además, no saca el hábito de tener algo que llevarse a la boca e inhalar. Por eso, Saracco afirmó que hay métodos mejores para dejar el hábito, como los parches o pastillas, y que no comprometen la salud pulmonar.
A pesar de sus efectos negativos, rápidamente los vaporizadores comenzaron a ser un objeto central en la lógica de consumo de las tabacaleras. Hoy en día, se puede elegir qué tipo de sabor se quiere tener en el aparato o hasta personalizarlo con diferentes colores que lo hacen más atrayente. “Los jóvenes tienen la firme convicción de que produce menos daños”, comentó Lertula como otro motivo por el que se hace más complicado convencerlos de lo contrario.
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No es casualidad que las tabacaleras centren a jóvenes como su principal público consumidor de vaporizadores. Es que está demostrado que, mientras más joven se comienza a consumir nicotina, más fácil es que se genere una dependencia. Debido a esto, se ha registrado por estudios de la misma Asociación Argentina de Tabacología que jóvenes que usan cigarrillos electrónicos terminan por comenzar a fumar cigarrillos convencionales en algún momento de su vida.
Sergio Saracco comentó que el uso de este tipo de dispositivos produce riesgos para la salud debido a la inhalación de los vapores con componentes tóxicos que terminan irritando los pulmones. Por esto, no es seguro afirmar que realmente no generan daños si se utilizan a largo plazo. Sin embargo, grupos como la Asociación Argentina de Vapeadores (Asovape) defienden el vapeo como una mejor opción a la hora de dejar de fumar. Para Lertula, “hay que estar atentos y confrontar la información con fuentes científicas avaladas por estudios que muestren evidencia con respecto al vap”; el resto carece de validez científica.
Que el "vap" no hace que la persona deje de fumar quedó demostrado en una encuesta realizada en 2018, que arrojó que “el 1,1 % de la población consumía vap en forma conjunta con el cigarrillo convencional”. Esto, sin considerar a menores de 18 años, que no que no se tomaron en cuenta para el estudio, aclaró la médica.
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Tanto para Saracco como para Lertula, la solución al consumo masivo de cigarrillos electrónicos no es prohibirlos ni penalizar a la gente que los usa, ya que estas medidas serían complicadas de aplicar y, probablemente, no tendrían el efecto deseado, que es cesar el consumo. Lo ideal sería que la legislación se centrara en quienes importan, distribuyen o consiguen un beneficio con la distribución de estos productos.
Otra herramienta para evitar que jóvenes vapeen cada vez más es apelar a la concientización. Para Saracco, lo más útil sería comenzar con campañas de este tipo desde la infancia, al igual que se hace con otras temáticas. Lertula comentó que desde una comisión provincial –integrada por OSEP, Damsu y el Ministerio de Salud de Mendoza– se organizó una campaña durante 2020 y 2021 para hablar de los efectos negativos de la nicotina con especial foco en el vapeo. La idea, justamente, fue poner esta temática en la agenda para generar conciencia en los sectores más jóvenes, para evitar que en un futuro fumen cigarrillos convencionales.
Fuente: Sergio Saracco, María Eugenia Lertula
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