Trap, el sonido que salió desde las oscuras "trap houses" y cambió la música
Copó los medios tradicionales, se infiltró en otros géneros y marcó el sendero "mainstream" de la música urbana. Para el trapero Fl3chv, además de un estilo de vida ya es "una actitud".
Duki llenó el Luna Park en octubre de 2018. Foto: Gonzalo Fargas
Corría octubre de 2018 cuando Duki llenó el Luna Park y llevó al trap a la primera plana de Argentina. De esa forma, un subgénero que ya había conquistado YouTube, Spotify y cuanta red social de música hubiera llegaba a uno de los recintos simbólicos para la consagración de un artista. Para entonces, Duki ya era Duki y el trap ya era trap: simplemente sucedía que muchos no nos habíamos dado cuenta.
Tres años después, puede que el trap ya haya tocado su techo de popularidad y haya bajado la espuma, pero sigue estando en todas partes. Sus sonoridades se cuelan en canciones de rock, pop, indie, reggaetón y más. La era del post trap llegó y terminó de reflejar que este subgénero no es otra cosa que el sonido de una época y de toda una generación que supo, sin quererlo, marcarles la agenda a los medios tradicionales.
A tal punto llegó el trap al panorama mainstream que, en algún momento, parecía que todos tenían algo para decir sobre él. En ese marco, llegaron las inevitables críticas. Incluso, algunas personas empezaron a cuestionar a otras por escuchar trap, aludiendo a conceptos como apropiación cultural, consumo irónico y argumentos del tipo: “Estás muy viejo para consumir esto”.
Fl3chv, uno de sus exponentes en Mendoza, opinó en diálogo con Unidiversidad: “El trap tiene su mensaje y está hecho para un séquito de personas. Después, que eso se popularice o no, como pasó con Duki o con un montón de artistes del género, va más allá de uno. Que lo escuche otra gente que quizá no vive lo mismo es como si te quisieras comprar unos botines sin ser Messi, ¿entendés? Lo tenés al alcance y lo podés consumir, eso es lo bueno de la música y de todos los géneros”. Para el periodista y conector cultural Mariano del Águila, curador de festivales y amplio conocedor del trap, ya casi no se habla de este en términos netos, como cuando surgió. Esto es así porque en la actualidad hasta el pop tiene elementos de trap, explicó Del Águila.
El trap surgió de los lugares más pobres de Atlanta, Georgia, según sintetizó Fl3chv. El término deriva de las trap houses, casas abandonadas en las que se comerciaba todo tipo de estupefacientes. En esos ambientes comenzó a surgir, en los 90, este subgénero del rap.
Llegó primero a España, y a mediados de la década de 2010, algunos freestylers argentinos comenzaron a importarlo. Uno de ellos fue Duki, consolidado hace tiempo como el trapero más importante de Argentina. El movimiento creció al calor de las nuevas formas de difusión musical, entre las que se destacó YouTube, y muy lejos de la radio y de la televisión. Resulta difícil pensar en otro género que se haya hecho a sí mismo de la manera en que se constituyó el trap, esto es, desde las tarimas donde jóvenes se juntaban a rapear, aprovechando las redes sociales, y luego haya conquistado escenarios mainstream y colado sonoridades en estilos musicales con mucho más recorrido.
Julieta Cappello, columnista de hip hop en Radio U, hizo alusión a la polémica que se había desatado cuando, en un tema de Wos y Trueno, se hablaba de la movida como “el nuevo rock and roll”. “Por algo les más jóvenes y no tan jóvenes se encuentran hoy representades por esta música. Hay que comprender también que son géneros amplios, colmados de artistas que tienen muchísimo para decir y que también abordan temáticas, problemáticas, vivencias que atraviesan de manera directa la experiencia de vida de estas nuevas generaciones, que por algo han elegido identificarse en estos géneros y no en otros”, sostuvo Cappello.
El hecho de que ya se esté experimentando un estadio post trap tiene mucho que ver con la velocidad a la que circulan los estilos y las influencias en las redes sociales, remarcó Del Águila. Si la música se mueve entre los consumidores mucho más rápido que en la época del predominio de los sellos discográficos y los circuitos radiales, también muta a un ritmo superior. “En Estados Unidos, ya nadie habla de trap; se habla de distintas corrientes del hip-hop. (…). No creo que surja un artista que se reconozca a sí mismo como trapero y sea un artista mainstream. No creo que eso ocurra; ya está, ya ocurrió con Duki”, reflexionó el periodista.
Entonces, si está en todas partes hoy en día, ¿el trap es un estilo de música o es una actitud? Para Fl3chv, es lo segundo, es “qué decís”: así lo sintetizó él. “El trap, dentro de lo que podemos llamar, generalizando, música urbana, es más que nada una actitud que viene de la palabra 'trapichear' o del trapicheo, que hace referencia a actividades ilegales, como el uso y la venta de estupefacientes, la vida delictiva, el hustle, cómo hacer mucha plata de manera ilegal –amplió el músico–. Es más que nada una actitud o una forma de vida, el trap y la trap life”.
Quien quiera oír, que oiga
“Lo que quiero que quede claro es que el trap es una sonoridad que ha sido rescatada porque los géneros hacen eso, vuelven al spot como las corrientes marítimas”, ilustró Del Águila. Esos artistas y esos sonidos que se releen del trap “quizás en unos años hagan que el trap entre por la ventana” a las casas familiares, sostuvo el periodista.
La llegada del trap a todos los frentes y las críticas que eso trajo no son cuestiones que Fl3chv vea como algo negativo, sino todo lo contrario: “La música, en el momento en que la ponés en una plataforma digital, ya deja de ser tuya y empieza a ser común”. Eso, para el músico, implica que la gente pueda escucharla aunque no viva lo que dicen las letras, “y eso no está mal porque el consumidor es libre de consumir lo que quiera”, sostuvo. El consumo de trap por parte del gran público es “favorable para que se deconstruyan un montón de prejuicios que hay de gente de una clase social ajena a la de les artistas, ya sea L-Gante u otro tipo de traperos, y entiendan que los chabones están haciendo música”, cerró el músico mendocino.
Por su parte, Cappello opinó: "Si una persona de 50 años quiere ir por la calle cantando Duki, me parece maravilloso. A mí me emocionó muchísimo el recital de Paulo Londra acá en Mendoza porque vi a un montón de niñes y adolescentes cantando a los gritos con los padres los temas, y me pareció una experiencia maravillosa –recordó al ser consultada por la llegada del trap a generaciones anteriores–. Cada une sabe con qué se identifica y por qué, qué fibra sensible tocan les artistas y los géneros que escuchamos. Hay que disfrutar más del arte y dejar de generar discusiones que no tienen ningún tipo de sentido”.
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