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04 DE NOVIEMBRE DE 2024
A pesar de que en investigación más del 50 % son mujeres, ellas pueblan las categorías iniciales. Los cargos más altos se reservan para los varones.
Foto: www.unsam.edu.ar
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas publicó la actualización de sus cifras oficiales a través de gráficos interactivos en su página web Conicet en Cifras. Son estadísticas elaboradas sobre la composición interna, las áreas de conocimiento, el personal y los institutos que lo componen, entre otros factores. Una de esas tablas muestra un dato que no deja de sorprender: el techo de cristal es una realidad para las investigadoras de esta prestigiosa institución.
El techo de cristal es una metáfora bastante explícita de la situación laboral de las mujeres: hay una serie de mecanismos discriminatorios –generalmente invisibles– que limitan el desarrollo profesional de las mujeres y les impiden traspasar cierto lugar en el escalafón. Estos obstáculos se encuentran tanto en el plano vertical (cargos jerárquicos o de poder reservados exclusivamente para hombres) como en el horizontal (trabajos considerados masculinos o femeninos).
Las mujeres y el trabajo: entre el piso pegajoso y el techo de cristal
En el proceso de reproducción de la vida participan y se combinan tres esferas: la familiar o reproductiva, a través del trabajo doméstico y de cuidados para asegurar la subsistencia y bienestar de sus miembros; el mercado, a través del salario y de la oferta privada de servicios para los hogares; y las prestaciones sociales de los poderes públicos, que actúan a través de bienes y servicios que controla y distribuye mayormente el Estado.
El Conicet, reconocida institución nacional abocada a la investigación científica y técnica, no es la excepción y los estereotipos están institucionalizados. Reproduce esta discriminación en su estructura y lo dejó ver en la última publicación de sus estadísticas oficiales.
Si bien casi el 54 % del personal de investigación es femenino, pueblan mayoritariamente las categorías más bajas: son mujeres el 61 % de asistentes, más del 55 % de adjuntas y casi el 69 % de las becarias financiadas. Pero si evaluamos los cargos superiores, los varones son el 58 % de investigadores principales y el 75,5 % de superiores.
Fuente: Base de datos del Conicet
La categoría de investigadoras/es independientes es la más equitativa, aunque la balanza se inclina mínimamente hacia una mayoría de hombres. Si remarcamos que, hasta el momento, solo dos mujeres han presidido el Conicet desde su fundación en 1958 –Marta Graciela Rovira en 2012 y Ana Franchi actualmente–, la situación es bastante clara en cuanto a los obstáculos en el plano vertical.
A todo eso se le puede sumar la discriminación horizontal. Se observa que el personal administrativo es femenino en más del 61 % y, respecto de las becas de investigación financiadas, los varones superan a las mujeres en dos categorías tradicionalmente masculinas: Tecnología y Ciencias Exactas y Naturales.
Una situación similar se reproduce en las estadísticas de los comités evaluadores: en áreas como las Ciencias Biológicas, Derecho, Historia y Economía, hay más de 20 varones por cada 10 mujeres integrando esos grupos. En cambio, en Ciencias del Lenguaje, de la Educación, Psicología, Antropología o Sociología, son entre cuatro y siete hombres por cada 10 mujeres; una clara división entre disciplinas tradicionales con marcada población masculina y disciplinas sociales feminizadas.
Podcast Radio U: mujeres científicas y el techo de cristal
En el ámbito científico y tecnológico, la desigualdad y la violencia de género se viven de manera cotidiana. Las mujeres deben enfrentar estereotipos y procesos de segregación y discriminación institucionalizados. La periodista Nadia Luna lo afirma en su artículo "Rebelión en la ciencia: mujeres contra el techo de cristal".
Es necesario complementar la idea del techo de cristal con otra metáfora: el piso pegajoso. Es un concepto menos elegante pero igual de elocuente, que se refiere al hecho de que las mujeres siguen siendo las principales responsables de las tareas domésticas y de cuidado.
Esta realidad de tener a cargo tareas como la limpieza, la cocina, el cuidado de niños y niñas, pero también de personas mayores o enfermas, impacta directamente en el tiempo que le pueden dedicar las mujeres a la vida laboral. En cifras del Indec, solo el 24 % del total de horas que se dedican a estos trabajos reproductivos son cumplidos por varones.
Los datos son necesarios para percibir la realidad, pero lo fundamental es apuntar hacia una forma de organización social más igualitaria, donde los trabajos no se clasifiquen en femeninos o masculinos y el género no determine la posición socioeconómica que se puede alcanzar.
Dime quién limpia
En la división sexual del trabajo, los puestos de poder siguen reservados para los varones y las tareas domésticas aún recaen en las mujeres. A través de una encuesta, Unidiversidad busca visibilizar la situación y concientizar sobre las desigualdades a la hora de acceder al mercado laboral.
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