El recorte presupuestario impulsó la participación de estudiantes autoconvocados
Jóvenes que nunca se afiliaron a ninguna agrupación marcharon en defensa del sistema público universitario. Coincidieron en advertir una verdadera unidad entre estudiantes. Las voces de quienes no participaron por entender que el reclamo está politizado.
Chicas y chicos de distintas carreras de la UNCUYO explicaron que, por primera vez, advierten una verdadera unidad estudiantil. Foto: Unidiversidad
Verónica Gordillo
Publicado el 19 DE NOVIEMBRE DE 2024
Fue un llamado a la acción, a moverse para defender un derecho fundacional. Esa fue la sensación que compartió un grupo de estudiantes de distintas facultades de la UNCUYO, que se definieron como autoconvocados, que en muchos casos marcharon por primera vez en defensa de la universidad pública, gratuita y laica, y contra los recortes presupuestarios anunciados por el Gobierno nacional.
Ese grupo incluye estudiantes de distintas carreras, de distintas edades, con distintas ideas e historias de vida que aceptaron contar su experiencia a Unidiversidad. Un puñado lo hizo a través de las redes sociales; otro, cara a cara, mientras ingresaban a su facultad o caminaban por el predio universitario.
En ese recorrido en busca de respuestas, hubo voces diferentes. Por un lado, quienes no participan activamente en las agrupaciones y centros de estudiantes, pero se vieron interpelados a marchar y, por el otro, quienes defienden a la educación pública, gratuita y laica, pero no marcharon por estar en desacuerdo con la forma de protesta y entender que el reclamo está muy “politizado”.
Hay algo que aglutina a los grupos y que va a contramano de esa idea que se repite y que se puede resumir en “la juventud está perdida”. Todo lo contrario: explican con claridad su postura.
Las marchas del 23 del abril y del 2 de octubre fueron masivas en varias provincias, como Mendoza. Foto: Unidiversidad
Voces estudiantiles
La razón que llevó a chicos y chicas a participar activamente fue el embate del presidente Javier Milei contra las universidades públicas, primero a través del veto a la ley de Financiamiento Universitario, y luego, con el recorte de las partidas para el funcionamiento del sistema que prevé el proyecto de Presupuesto 2025 y que actualmente se debate en el Congreso. Fue esa la razón que impulsó la participación en las dos marchas federales que se realizaron, el 23 de abril y el 2 de octubre de este año.
Ese fue el caso de las estudiantes de Arquitectura Camila Pérez (20) y Michelle Rut (18), que nunca participaron en una agrupación estudiantil, pero que sintieron que esta vez debían estar presentes para defender a la educación pública. Se organizaron, se reunieron en la facultad y desde ahí marcharon junto a compañeros y compañeras.
Santiago Tomás Giglio (25), estudiante del Traductorado Público en Inglés, contó que por primera vez sintió una verdadera unidad del estudiantado. “He experimentado, como alumno autoconvocado, una unidad con los demás estudiantes que se ha dado de manera natural, por fuera del color político de cada alumno. El claustro estudiantil ha tomado muchísima fuerza este último año, gracias a que tanto ingresantes como egresados, docentes y no docentes participan de las marchas y las tomas”, sostuvo.
Para Santiago, esa unidad está directamente relacionada con el objeto a defender. “Nosotros sabemos que, históricamente, la educación pública es un derecho que hemos tenido que ganar en las calles, y este año no ha sido la excepción. Asistí a las marchas con compañeros que jamás habían participado de ninguna manifestación, y allí pude ver cómo, además de exigir que la educación siga siendo gratuita, laica y de calidad, se sumaban los reclamos de los jubilados o de los sectores artísticos y culturales, que también están sufriendo la falta de financiamiento estatal”, continuó.
A Isabella Martinotti (20), estudiante de Diseño Industrial, siempre le interesó el trabajo de las agrupaciones y del movimiento estudiantil y, aunque actualmente no participa en ninguna, destacó su importancia. “Creo que el movimiento estudiantil es muy importante, es fuerte, es muy grande a la hora de tomar decisiones, de defender, como ahora, la educación pública. La historia lo ha demostrado”, expresó.
Isabella contó una situación que le llamó la atención: una profesora preguntó si sabían las razones de la convocatoria, la mayoría contestó que no y la mujer les comentó los fundamentos de decisión. Dijo que la explicación fue clara y que le pareció positiva esa iniciativa, porque les permitió decidir en libertad y con base en información.
A Camila Giaquinta Beneitez (23), que estrena su título de licenciada en Comunicación Social, siempre le interesó el movimiento estudiantil, pero nunca se afilió a una agrupación porque con ninguna se identificó plenamente. Pese a esto, siempre participó en la vida política de la facultad, algo que perdió con la pandemia, un período al que sintió como una desconexión del mundo universitario.
Para Camila, si bien el veto a la ley de financiamiento despertó al estudiantado, la movilización guarda una raíz más profunda. “Veo que estamos unidos genuinamente y que esto va más allá del veto. Yo estoy convencida de que cada persona que se manifestó está en contra de que se desfinancie la universidad, pero, además, creo que participamos por el modelo de país que queremos, porque la universidad pública es lo que nos posiciona en Latinoamérica y en el mundo, lo que nos hace avanzar. Yo soy primera generación universitaria en mi familia y eso nunca hubiera podido ser sin la universidad pública”, comentó.
Ana Paula Balderramo (25), estudiante de Música, sintió que este era momento de actuar. “Me pareció importante participar, porque, si nosotros, como estudiantes, no nos movemos, nadie lo hará. Es importante que defendamos este derecho”, explicó.
Bianca Brandi (26), estudiante de Comunicación Social se definió como autoconvocada. Contó que no tiene militancia y que las agrupaciones y los centros le parecieron siempre espacios donde hablan en sus propios términos, sin dar lugar a quienes, como ella, no están afiliados a ninguno.
Bianca consideró que el desfinanciamiento universitario no es nuevo, pero que ahora se profundizó y afecta cuestiones básicas que ponen en riesgo las trayectorias académicas. “La universidad tiene un valor social muy grande, ya que no solo forma profesionales, sino también personas, y hay un montón de programas de extensión, de investigación, que son buenísimos para que los estudiantes empiecen a insertarse en lo que desean trabajar, pero también para aportar valor a la sociedad”, explicó.
La joven advirtió una cierta pasividad del movimiento luego de las marchas. “Creo que esto ha movido las bases del movimiento estudiantil, que se ha abierto para poner en debate un montón de cosas, pero siento que están entrando en una situación de pasividad. Creo que es importante encontrar las formas de que este movimiento continúe, de que no solamente pongamos en juego lo que tiene que ver con este veto, sino continuar con otras luchas estudiantiles, como el pasaje de micro”, propuso.
Cientos de estudiantes participaron en las movilizaciones de este año para reclamar por el financiamiento universitario. Foto: Unidiversidad
Por la universidad, pero sin marchar
En la recorrida por las facultades, Unidiversidad también escuchó las voces de estudiantes que defendieron el sistema público de enseñanza superior, pero que, por distintos motivos, no participaron en las marchas federales. El estudiante de Arqueología Julián Guerra (18), por ejemplo, contó que no participó porque está concentrado en sus estudios. De todas formas, comentó que lo más le preocupa del tema del desfinanciamiento es el sueldo de sus docentes.
Iñaqui De Arrizabalaga (20), estudiante de Arquitectura, contó que nunca participó en una agrupación porque cree que están “muy politizadas”, al igual que los centros de estudiantes, que, según su punto de vista, deberían dedicarse solo a ayudar a chicos y chicas en su trayectoria académica. Por esta misma razón, no participó de las marchas, porque cree que estaban “politizadas” y esto desvirtuó el reclamo.
Cecilia Fernández (20), estudiante de Diseño Industrial, defendió a la universidad pública, pero consideró que una marcha no es el mejor camino para el reclamo y aseguró que el desfinanciamiento lleva años y no hubo movilizaciones. “Una marcha es algo muy fuerte, no me parece mal que participen, pero yo no lo haría, no formaría parte”, expresó.
Una visión parecida compartió el estudiante de Mecatrónica Tomás Hajdinjak (20). Explicó que no participó ni participaría en una marcha, que no cree que sirvan, al tiempo que consideró que siempre tienen “tintes políticos”. “En mi opinión, se apunta mal en las marchas, apuntan al gobierno, pero nadie se fija en qué gastan las facultades, cómo gastan los fondos. Yo estoy a favor de la universidad pública, no quiero que se privatice, pero creo que no se hace una autocrítica. Nosotros venimos a estudiar y creo que las universidades deben ser más estrictas en la neutralidad política y religiosa y en la transparencia de los gastos”, concluyó.
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