El proceso de cambio climático impactará directamente sobre el ciclo del agua en Mendoza
Para debatir temas centrales para la vida cotidiana y el desarrollo de la provincia y el país, se realizó la Jornada Desarrollo y Cambio Climático. ¿Qué pasa con las inversiones, las actividades extractivas y las exportaciones? ¿Sirven estos modelos o acentúan los conflictos socioambientales?
Las proyecciones indican que mermarán las nevadas en cordillera, los glaciares seguirán en retroceso y se incrementará la aridez por el aumento de la temperatura. Foto arhivo.
El 29 de noviembre se realizaron en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) las Jornadas sobre Desarrollo y Cambio Climático, organizadas por el Centro de Investigaciones en Economía Crítica (CIEC) y por integrantes investigadoras/es del Incihusa, del Ianigla, de la FCPyS, de la FFyL y de la sociedad civil. El objetivo fue debatir temas que son centrales a nuestra vida cotidiana y al desarrollo de la provincia y el país.
En la primera mesa, El Agua y el cambio climático en Mendoza. Balance y desafíos, se abordaron los aspectos centrales del cambio climático, con eje en las perspectivas para la provincia de Mendoza. Se señaló que estamos inmersos en un proceso de drásticas transformaciones en cuanto a las dinámicas climáticas globales: no solo un aumento generalizado del promedio de las temperaturas mundiales, sino también sus fenómenos asociados como el incremento en frecuencia e intensidad de olas de calor extremo, la multiplicación de sequías e inundaciones, la elevación del nivel del mar, el derretimiento de glaciares y cuerpos de hielo, entre otras (Barros y Camilloni, 2020; IPCC, 2021).
Se explicó cómo este proceso de cambio climático está íntimamente vinculado a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que generan las actividades humanas, principalmente la quema de combustibles fósiles como fuente de energía para transporte e industria, pero también la deforestación, los incendios intencionados y el avance de la frontera agropecuaria sostenida en monocultivos. A su vez, como los GEI perduran en la atmósfera por años (y hasta siglos o milenios —dependiendo del tipo de gas—), y como el proceso de cambio climático posee una fuerte inercia, se dejó en claro que las transformaciones en curso seguirán acentuándose y habrá que desarrollar estrategias de adaptación para afrontarlas.
Para nuestra provincia, las proyecciones indican que —entre las principales consecuencias de este proceso— se sufrirá una mayor presión sobre el ciclo hidrológico (Boninsegna y Llop, 2015; Montaña, 2013). Ello se deberá a la merma de las nevadas en cordillera, al retroceso de los glaciares y al incremento de la aridez debido al aumento de la temperatura y su consecuente incremento de la evapotranspiración (paso de agua a la atmósfera por evaporación desde el suelo y transpiración de las plantas). Paralelamente, se remarcó que no se trata solo de cambios climáticos, sino que estos se conjugan con las prácticas económicas, sociales y culturales, y así generan situaciones de riesgo para diferentes grupos poblacionales. Por ello se ha propuesto pensar no solo en términos de cambio climático, sino de cambio ambiental global.
Por ejemplo, se analizó cómo la menor disponibilidad de agua perjudica a todos los productores agropecuarios, pero —principalmente— a aquellos ubicados aguas abajo al llegarles menores caudales y de peor calidad (es decir, con mayor cantidad de basura luego de recorrer canales que atraviesan zonas urbanizadas). Al mismo tiempo, los productores más pequeños que —mayoritariamente— acarrean problemas de rentabilidad por el tipo de agricultura predominante ven reducidas sus posibilidades de adaptación al carecer de capital para, por ejemplo, sistematizar su sistema de riego y eficientizar el uso de este recurso. Sin embargo, se resaltó que la solución no recae solamente en invertir en mejoras técnicas: el éxodo rural no se vincula solo a la pérdida de rentabilidad de las fincas más pequeñas o afectadas por contingencias climáticas, sino también a las dificultades para desarrollar una vida digna en el campo con acceso a salud, educación, conectividad, etc. De aquí, que las adaptaciones más efectivas tengan que ver con construir la resiliencia, es decir, fortalecer a las sociedades y disminuir sus vulnerabilidades.
Lautaro Breitman Pacheco interviene en la primera mesa de la jornada. Foto: INCIHUSA-Conicet
Perspectivas sobre el incentivo a las grandes inversiones
En la segunda mesa, Perspectivas sobre el RIGI, se explicó cuáles son los aspectos centrales del nuevo Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que consiste en ofrecer ventajas comparativas para los capitales de más de USD 200 millones en una diversidad de actividades económicas. Dichas ventajas se basan en ofrecer niveles de tributación más bajos que los del resto de las empresas, beneficios cambiarios que les posibilitan no liquidar las divisas generadas (es decir, no necesitan ingresarlas al país), pero sí acceder al mercado de cambio local para enviar divisas al exterior por diversas vías, sin sanciones ante incumplimientos de normativas ambientales, entre otros aspectos relevantes (FARN, 2024).
Asimismo, se puso en cuestión el logro del objetivo declarado del RIGI, que consistiría en que las inversiones que ingresan motoricen la economía local. Se analizó que las inversiones seguramente estarán vinculadas a actividades extractivas y de enclave, y que este tipo de emprendimientos en las provincias de San Juan, Mendoza y Neuquén no son capaces de traccionar a los entramados productivos locales por sí solas, a pesar de representar porciones importantes de sus respectivas economías. A su vez, al no establecer mecanismos de transferencia tecnológica y solo exigir que un pequeño porcentaje de la inversión sea destinada a abastecimiento local, no se vislumbra que el RIGI vaya a modificar esta situación.
Segunda mesa de la Jornada Desarrollo y Cambio Climático. Foto: INCIHUSA-Conicet
También se describió la importancia que tienen los glaciares en el ciclo hidrológico, que sirven de almacenamiento de agua y proveen a los caudales, principalmente en los años de escasas nevadas (Crespo 2020). Esta función reguladora se ha visto afectada tanto por el calentamiento global que implica una retracción de las masas de hielo como por diferentes actividades humanas que los erosionan y degradan. Ejemplos de esto son la construcción de caminos encima de glaciares de escombros o las explotaciones megamineras cerca de glaciares en aquellas zonas cordilleranas donde se llevan a cabo este tipo de emprendimientos. La pérdida de dichas reservas de agua es más grave en el marco de las proyecciones de cada vez mayor sequía y aridez, y hacen prever una acentuación de los conflictos socioambientales.
No alcanza con exportar más
Finalmente, en la tercera mesa se realizó la presentación del libro Con exportar más no alcanza (aunque neoliberales y neodesarrollistas insistan con ello), escrito por Francisco Cantamutto, Martín Schorr y Andrés Wainer y recientemente publicado. La actividad estuvo a cargo de uno de los autores. El libro pone en discusión lo que identifican como un “mandato exportador” que sería transversal a las más diversas corrientes de pensamiento político y económico del país, aun a aquellas que se presentan como antagónicas. El mandato promueve a las exportaciones como camino para sortear la recurrente restricción externa (falta de divisas) y lograr, así, desarrollar al país: con la confianza puesta, posteriormente, en el mercado como principal mecanismo de distribución de las riquezas generadas, o mediante una intervención estatal que aseguraría la participación de toda la población en los beneficios obtenidos.
Los autores plantean que este camino exportador no solo no ha conducido a romper las cíclicas crisis de restricción externa, sino que también ha agravado el problema al fortalecer sus causas estructurales. Muestran cómo —a pesar de haber existido fuertes crecimientos en las exportaciones en las últimas décadas, e incluso con superávit comercial por varios años— ello no ha impedido las crisis en la balanza de pagos ni ha impulsado la actividad económica interna de manera continua.
Portada del libro de Cantamutto, Schorr y Weiner. Imagen: Editorial Siglo XXI
Esto se debe, por un lado, al carácter concentrado y transnacionalizado de los principales actores exportadores —que cuentan con diversos mecanismos financieros y contables para remitir la mayor parte de sus utilidades al exterior—; y, por otro lado, al creciente endeudamiento externo que es priorizado al momento de definir los usos de las divisas de las que sí dispone el Estado para el pago de deuda pública y, en ciertos casos, privada. De este modo, los problemas actuales no consisten solo en la obtención de divisas, sino también en la capacidad para retenerlas y destinarlas al desarrollo nacional. Amén de que el mandato exportador ignora los límites físicos, ambientales y sociales del país, tampoco es capaz de resolver las recurrentes crisis económicas del país.
Fuente: Lautaro Breitman Pacheco y Eliana Canafoglia, Incihusa-Conicet
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