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07 DE NOVIEMBRE DE 2024
Ochenta mil ejemplares constituyen la historia del herbario MERL, perteneciente al Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza).
Foto: CCT Conicet Mendoza
Los herbarios son colecciones de muestras de plantas que mayormente se conservan secas, y son utilizados por especialistas para estudios agronómicos, ambientales, polínicos, dendrocronológicos, paisajísticos, farmacopeicos, de biodiversidad e incluso lingüísticos. El Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (Iadiza) tiene la mayor colección del oeste argentino y la zona más visitada, debido al intercambio con otras instituciones.
Mendoza es pionera, ya que a principios del siglo XIX el escocés John Gillies (1792-1834) realizó importantes colecciones en las cuales se describieron unas 200 especies desconocidas para la ciencia hasta ese momento. Silenciosamente, los herbarios aportan información para el mejor conocimiento de la naturaleza, con sus implicancias en nuestras vidas y en la economía regional.
En 1858, el entonces gobernador Cornelio Moyano creó el Museo que hoy lleva su nombre. Moyano asignó un lugar especial a las muestras vegetales. Cada una fue nombrada con un nombre indígena y fue inscripta cada condición que permitiera conocer cuál es su aroma, olor, tinte, tipo medicinal, lugar donde se produce, etc.
A principio del siglo XX se radicó en Mendoza el micólogo Renato Sanzín, quien además de sus funciones en la incipiente Escuela Nacional de Vitivinicultura ejerce como profesor en el Colegio Nacional Agustín Álvarez. Como discípulo de Sanzín, el Dr. Ramón Adrián Ruiz Leal (1889-1980) coleccionó sus primeros ejemplares a los 18 años. Luego comenzó en Buenos Aires sus estudios universitarios de Biología, que debió interrumpir por falta de recursos económicos.
De allí en adelante Ruiz Leal fue un meritorio autodidacta que se relacionó con numerosos centros de investigación. Se unió a expediciones de geólogos, arqueólogos y andinistas, mayormente en condiciones precarias. Además, organizó sus propias expediciones tomando muestras en los lugares más remotos de Mendoza. Su herbario particular, con unos 27 mil ejemplares, cada uno con el registro de su procedencia, fecha y observaciones de campo, se encuentra desde 1976 constituyendo el herbario del Iadiza; otra parte se mantiene en el herbario MEN de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, donde Ruiz Leal fue profesor y posteriormente galardonado con el título de Doctor Honoris Causa.
Este herbario actualmente conocido en el mundo de la botánica como MERL (abreviatura convenida internacionalmente para “Mendoza Ruiz Leal”) se formó en 1976 sobre la base de la colección particular de Ruiz Leal, pocos años después de la creación del Iadiza, ocurrida en 1972. El primer responsable del herbario ya donado al Estado fue el ingeniero agrónomo José Ambrosetti, con la entusiasta colaboración del entonces alumno Luis Del Vitto.
Luego se incorporaron el ingeniero agrónomo Fidel Roig Simón (1922-2008), profesor de la Universidad Nacional de Cuyo. De allí en adelante ingresó una nueva generación, más numerosa. Las dos ramas principales de estudios fueron la taxonomía (clasificación de las plantas) y la fitosociología, una rama de la ecología que estudia las comunidades vegetales.
En la actualidad el herbario, y el instituto en general, funcionan como una prolongación de varias universidades. Así es como se colaboró en la formación de varios profesionales, como es el caso de las doctoras Sofía Albesiano, de Colombia, y Alejandrina Alaria, de Mendoza. En este momento dos alumnos realizan sus trabajos de doctorado: los ingenieros Ana Vignoni y Pablo Molina. Cada año varios pasantes realizan entrenamientos en las tareas de herbario, que incluyen la determinación de ejemplares, ordenamiento, montaje y otras.
Hoy el herbario cuenta con cerca de 80 mil ejemplares; de ellos, unos 62 mil están ordenados por familias botánicas y dentro de ellas, por orden alfabético según sus nombres científicos. Otros 18 mil fueron donados por el ingeniero Méndez, estos deben ser gradualmente incorporados, tarea que sin duda realiza personalmente. Cerca de 400 ejemplares son “tipos”, es decir, el material utilizado para describir por primera vez algunas especies, documentos indispensables en caso de duda de la identidad de los nombres.
La colección se formó también con el intercambio de duplicados con otras instituciones y la ayuda de otras personas interesadas en las plantas, como naturalistas de Mendoza, andinistas, alumnos, etc. Desde hace tiempo se están digitalizando los datos de los ejemplares para incorporarlos a una base nacional en la que participan los herbarios más importantes del país y que facilita la labor de los estudiosos de las plantas.
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