El 23 de junio, el periodista Alejandro Alfie publicó en su cuenta de X cinco casos de acoso sexual a mujeres de parte del divulgador Pedro Brieger. En ese momento, no se sabía que eran los primeros cinco. Diez días después, el colectivo de Periodistas Argentinas presentó en conferencia de prensa en el Senado nacional el informe La cultura del acoso. Punto y aparte. Relata diecinueve casos que evidencian 25 años de conductas recurrentes del periodista: exhibicionismo de sus genitales o masturbación expuesta, siempre sin consentimiento. Además, cuentan repetidas conversaciones de contenido sexual explícito por handy o teléfono en contexto laboral.

Los casos ocurrieron entre 1994 y 2019, y las primeras denuncias públicas desencadenaron otras. El informe es más que una investigación. Es la visibilización de hechos que habían logrado dejar sin palabras y sin respuestas a periodistas, académicas, alumnas, empleadas, vecinas. Es que una de las primeras reacciones ante una situación de acoso, explican, es callar, por vergüenza o miedo a no ser creída. Las primeras animaron a las siguientes a levantar la voz.

El objetivo de la publicación no es el escrache o el castigo a Pedro Brieger, aseguran, sino la necesidad de ponerle palabras y punto final a la cultura del acoso. Busca reparar el daño por el que todas pasaron. En este caso, encarna a una persona, pero revela algo más profundo: las responsabilidades estructurales de medios de comunicación –públicos y privados– e instituciones académicas –públicas y privadas–, pero también de los contextos y los individuos que naturalizan y avalan la violencia.

Algunas imágenes de la jornada de hoy presentando el Informe Cultura del Acoso: Punto y aparte"

Fotos: Juan Valeiro pic.twitter.com/LjYEawCmSo

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July 2, 2024

Los relatos son impactantes y todos distintos, aunque similares: un lugar, una situación de acoso sexual, una marca en la mujer. Sucedieron en distintos espacios y situaciones: la universidad, un edificio de departamentos, un estudio de televisión, la redacción de un medio, un estudio de radio, una conferencia, un aula, una reunión, un bar, un edificio público, un hotel, otro país. Además, señala el documento, todas perdieron cosas concretas: para ellas, el acoso implicó mudanzas, cambios de carreras, coberturas interrumpidas, estudios abandonados, renuncias laborales.

Hacia el final, la publicación destaca que en Argentina no hay ley que penalice los agravios que se producen en el ámbito laboral y académico y propone que se legisle específicamente contra este tipo de conductas abusivas. Si está claro que un exhibicionista en la vía pública debe ser sancionado, también debe serlo un profesor o un colega en posición dominante, asegura. “En estos casos, existe una asimetría de poder que, además de humillar, busca despojar de algo a la víctima, infligiéndole este tipo de violencia”, concluye.

Leé La cultura del acoso. Punto y aparte. Informe de Periodistas Argentinas

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