El mapa de los feminicidios en el mundo
Una investigación realizada por The Geneva Declaration –iniciativa diplomática suscripta por más de cien estados nacionales- dio como resultado que el 17 por ciento de todas las víctimas de asesinatos a nivel mundial son mujeres, que hay una relación directa entre la tolerancia social de la violencia hacia las mujeres y estos asesinatos, y que de los 12 países con índices muy altos de feminicidios, nueve están en América Latina y el Caribe.
"Sus cuerpos son sus cuerpos", ilustración de Gaby Futch
The Geneva Declaration on Armed Violence and Development es una iniciativa diplomática creada en 2006 con el objetivo de observar los vínculos entre la violencia armada y el desarrollo. Actualmente está suscripta por más de 100 países de todo el mundo; entre ellos, Argentina.
Como parte de su tarea de incidencia política para disminuir la violencia armada, la organización realiza investigaciones, entre ellas el informe "Carga Global de la Violencia Armada" que, en su edición 2011, dedicó un capítulo a analizar qué sucede cuando la víctima es una mujer. En base a ese informe, fue realizada en 2012 la Hoja Informativa "Femicide: a global problem", por The Small Arms Survey, un proyecto de investigación independiente del Instituto de Graduados de Estudios Internacionales de Desarrollo, también de Ginebra, Suiza. "Femicide: a global problem" diseña el mapa actual de asesinatos de mujeres en el mundo, relevando la posta que dejó vacante el Centro Reina Sofía de España que durante varios años publicó también un informe internacional sobre el tema hasta su cierre en octubre del 2011.
Al igual que el informe que realizaba esa organización española, "Femicide: a global problem" cuenta todos los asesinatos de mujeres como si fueran feminicidios. Si bien esta no es la forma correcta de medir este indicador, hasta la fecha es la más accesible, ya que no se ajustaron en cada país las mediciones para diferenciar los asesinatos de mujeres por razones de género de los que no lo son. Según la Campaña Únete de la Organización de las Naciones Unidas, debe calcularse que la mitad de todas las mujeres asesinadas, lo son a manos de su pareja actual o anterior, es decir que se trataría de feminicidios. A estos, deberían agregarse los que se producen en la vía pública a manos de personas desconocidas y que frecuentemente están precedidos de un ataque sexual, y los que se producen en el contexto de conflictos armados, entre otros. Si bien no hay una cifra definida, se `puede afirmar que los feminicidios son bastante más del 50% de los asesinatos de mujeres en cualquier lugar del mundo.
Según el informe, alrededor de 66 mil mujeres fueron víctimas cada año de feminicidios en el mundo entre el 2004 y el 2009, lo cual significa el 17 por ciento del total de asesinatos que se producen en el mundo, de lo que se deduce que el 83 por ciento restante del total de asesinatos son de varones, es decir, homicidios. De los 25 países con tasas altas o muy altas de feminicidios, 14 están en nuestro continente (nueve de ellos, entre los 12 con tasas más altas): cuatro en el Caribe (Jamaica, Bahamas, Belice, República Dominicana) cuatro en América Central (El Salvador, Guatemala, Honduras) y seis en América del Sur (Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Guyana). Entre los 25 países con tasas más altas también figuran Sudáfrica, la Federación Rusa y varias naciones de Europa del Este: Azerbaiján, Lituania y Belarrusia, entre otras.
En general se observa una correspondencia entre las regiones con más violencia letal y más altos índices de feminicidios. En estas zonas, las mujeres son frecuentemente atacadas en los espacios públicos, muchas veces por grupos o pandillas de varones, y se trata de asesinatos muy poco sancionados por el Estado, es decir que se desarrollan en un ambiente de enorme impunidad.
Sin embargo, hay algunas regiones como Europa del Este y la Federación Rusa, donde los feminicidios son proporcionalmente mucho más altos que los índices generales de violencia de la sociedad. Y, por otra parte, hay focos particulares de feminicidios en determinados países que superan ampliamente el promedio nacional: en Ciudad Juárez (México), por ejemplo, en el año 2009, hubo 19,1 feminicidios cada 100 mil mujeres, mientras que el promedio nacional de México para todo el período fue de 2,5. Lo mismo sucedió en Brasil donde, mientras el promedio nacional fue de 4,3, en la región de Espíritu Santo se registraron 10,9 feminicidios cada 100 mil mujeres en el mismo período. En este sentido, una de las conclusiones del estudio es que en aquellas regiones con altas tasas de feminicidios, suele haber mucha mayor tolerancia hacia la violencia contra la mujer, con sistemas de justicia ineficaces y ausencia de políticas públicas.
Otro de los hallazgos del estudio es que, a medida que aumentan los asesinatos en general en una sociedad, decrecen proporcionalmente los feminicidios. En los 13 países que tenían estadísticas más bajas de homicidios en general, fueron asesinadas aproximadamente 66 mujeres cada 100 varones, es decir que la relación entre homicidios y feminicidios es bastante cercana; pero en aquellos con tasas altas y muy altas de asesinatos en general, fueron asesinadas en promedio unas 14 mujeres cada 100 varones, es decir que se abrió la brecha entre feminicidios y homicidios. Lo cual mostraría que, mientras los homicidios (asesinatos de varones) tienen variaciones, los feminicidios se mantienen estables.
También fue medida la violencia íntima y se halló que tiene mucha relación con el grado de violencia social: a medida que aumenta la violencia social desciende proporcionalmente la violencia íntima, aunque no los feminicidios, que se producen mayormente fuera del hogar. En El Salvador y Colombia, por ejemplo, que tienen altas tasas de feminicidios, sólo el 3% de ellos fue cometido por una pareja reciente o actual de la mujer, mientras que en Francia o Portugal (países con bajas tasas de feminicidios): más del 80% de los mismos fue cometido por una pareja actual o anterior.
Pero a su vez, la violencia íntima tiene otras consecuencias, como el suicidio de las mujeres durante o después de transcurrida la relación violenta. En Estados Unidos, por ejemplo, está medido que, del 35 al 40 por ciento de las mujeres que sobrevivieron a situaciones de violencia de género, luego intentaron suicidarse; en la Unión Europea, de todas las muertes vinculadas a situaciones de violencia de género, el 42 por ciento fueron suicidios.
El informe también alerta sobre la utilización de armas de fuego: el 60 por ciento de todos los asesinatos son a causa de este tipo de armas; en las casas son un enorme riesgo para las mujeres, ya que la mayoría de las veces son usadas para amenazarlas o asesinarlas, en lugar de para defenderlas de agresiones externas. En los países con más altas tasas de feminicidios, una gran proporción de ellos son realizados con armas de fuego: mientras en promedio las armas de fuego son usadas en un tercio de los feminicidios alrededor del mundo, en países como Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras, estas armas fueron usadas en más del 60% de todos los casos. En Ciudad Juárez, en 2009, más del 80 por ciento de todos los feminicidios fue realizado con armas de fuego.
El informe concluye que, mientras es cierto que en los países con más altos índices de violencia en general los varones son las principales víctimas, las mujeres tampoco están seguras en estos escenarios, y que las armas fuera de control afectan tanto a mujeres como varones. También señala que, si bien aumentó la existencia de datos sobre homicidios y feminicidios, estos son aún insuficientes, y que es necesario investigar otras formas de violencia letal para las mujeres, como los asesinatos debidos a la dote.
Como parte de su tarea de incidencia política para disminuir la violencia armada, la organización realiza investigaciones, entre ellas el informe "Carga Global de la Violencia Armada" que, en su edición 2011, dedicó un capítulo a analizar qué sucede cuando la víctima es una mujer. En base a ese informe, fue realizada en 2012 la Hoja Informativa "Femicide: a global problem", por The Small Arms Survey, un proyecto de investigación independiente del Instituto de Graduados de Estudios Internacionales de Desarrollo, también de Ginebra, Suiza. "Femicide: a global problem" diseña el mapa actual de asesinatos de mujeres en el mundo, relevando la posta que dejó vacante el Centro Reina Sofía de España que durante varios años publicó también un informe internacional sobre el tema hasta su cierre en octubre del 2011.
Al igual que el informe que realizaba esa organización española, "Femicide: a global problem" cuenta todos los asesinatos de mujeres como si fueran feminicidios. Si bien esta no es la forma correcta de medir este indicador, hasta la fecha es la más accesible, ya que no se ajustaron en cada país las mediciones para diferenciar los asesinatos de mujeres por razones de género de los que no lo son. Según la Campaña Únete de la Organización de las Naciones Unidas, debe calcularse que la mitad de todas las mujeres asesinadas, lo son a manos de su pareja actual o anterior, es decir que se trataría de feminicidios. A estos, deberían agregarse los que se producen en la vía pública a manos de personas desconocidas y que frecuentemente están precedidos de un ataque sexual, y los que se producen en el contexto de conflictos armados, entre otros. Si bien no hay una cifra definida, se `puede afirmar que los feminicidios son bastante más del 50% de los asesinatos de mujeres en cualquier lugar del mundo.
Según el informe, alrededor de 66 mil mujeres fueron víctimas cada año de feminicidios en el mundo entre el 2004 y el 2009, lo cual significa el 17 por ciento del total de asesinatos que se producen en el mundo, de lo que se deduce que el 83 por ciento restante del total de asesinatos son de varones, es decir, homicidios. De los 25 países con tasas altas o muy altas de feminicidios, 14 están en nuestro continente (nueve de ellos, entre los 12 con tasas más altas): cuatro en el Caribe (Jamaica, Bahamas, Belice, República Dominicana) cuatro en América Central (El Salvador, Guatemala, Honduras) y seis en América del Sur (Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Guyana). Entre los 25 países con tasas más altas también figuran Sudáfrica, la Federación Rusa y varias naciones de Europa del Este: Azerbaiján, Lituania y Belarrusia, entre otras.
En general se observa una correspondencia entre las regiones con más violencia letal y más altos índices de feminicidios. En estas zonas, las mujeres son frecuentemente atacadas en los espacios públicos, muchas veces por grupos o pandillas de varones, y se trata de asesinatos muy poco sancionados por el Estado, es decir que se desarrollan en un ambiente de enorme impunidad.
Sin embargo, hay algunas regiones como Europa del Este y la Federación Rusa, donde los feminicidios son proporcionalmente mucho más altos que los índices generales de violencia de la sociedad. Y, por otra parte, hay focos particulares de feminicidios en determinados países que superan ampliamente el promedio nacional: en Ciudad Juárez (México), por ejemplo, en el año 2009, hubo 19,1 feminicidios cada 100 mil mujeres, mientras que el promedio nacional de México para todo el período fue de 2,5. Lo mismo sucedió en Brasil donde, mientras el promedio nacional fue de 4,3, en la región de Espíritu Santo se registraron 10,9 feminicidios cada 100 mil mujeres en el mismo período. En este sentido, una de las conclusiones del estudio es que en aquellas regiones con altas tasas de feminicidios, suele haber mucha mayor tolerancia hacia la violencia contra la mujer, con sistemas de justicia ineficaces y ausencia de políticas públicas.
Otro de los hallazgos del estudio es que, a medida que aumentan los asesinatos en general en una sociedad, decrecen proporcionalmente los feminicidios. En los 13 países que tenían estadísticas más bajas de homicidios en general, fueron asesinadas aproximadamente 66 mujeres cada 100 varones, es decir que la relación entre homicidios y feminicidios es bastante cercana; pero en aquellos con tasas altas y muy altas de asesinatos en general, fueron asesinadas en promedio unas 14 mujeres cada 100 varones, es decir que se abrió la brecha entre feminicidios y homicidios. Lo cual mostraría que, mientras los homicidios (asesinatos de varones) tienen variaciones, los feminicidios se mantienen estables.
También fue medida la violencia íntima y se halló que tiene mucha relación con el grado de violencia social: a medida que aumenta la violencia social desciende proporcionalmente la violencia íntima, aunque no los feminicidios, que se producen mayormente fuera del hogar. En El Salvador y Colombia, por ejemplo, que tienen altas tasas de feminicidios, sólo el 3% de ellos fue cometido por una pareja reciente o actual de la mujer, mientras que en Francia o Portugal (países con bajas tasas de feminicidios): más del 80% de los mismos fue cometido por una pareja actual o anterior.
Pero a su vez, la violencia íntima tiene otras consecuencias, como el suicidio de las mujeres durante o después de transcurrida la relación violenta. En Estados Unidos, por ejemplo, está medido que, del 35 al 40 por ciento de las mujeres que sobrevivieron a situaciones de violencia de género, luego intentaron suicidarse; en la Unión Europea, de todas las muertes vinculadas a situaciones de violencia de género, el 42 por ciento fueron suicidios.
El informe también alerta sobre la utilización de armas de fuego: el 60 por ciento de todos los asesinatos son a causa de este tipo de armas; en las casas son un enorme riesgo para las mujeres, ya que la mayoría de las veces son usadas para amenazarlas o asesinarlas, en lugar de para defenderlas de agresiones externas. En los países con más altas tasas de feminicidios, una gran proporción de ellos son realizados con armas de fuego: mientras en promedio las armas de fuego son usadas en un tercio de los feminicidios alrededor del mundo, en países como Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras, estas armas fueron usadas en más del 60% de todos los casos. En Ciudad Juárez, en 2009, más del 80 por ciento de todos los feminicidios fue realizado con armas de fuego.
El informe concluye que, mientras es cierto que en los países con más altos índices de violencia en general los varones son las principales víctimas, las mujeres tampoco están seguras en estos escenarios, y que las armas fuera de control afectan tanto a mujeres como varones. También señala que, si bien aumentó la existencia de datos sobre homicidios y feminicidios, estos son aún insuficientes, y que es necesario investigar otras formas de violencia letal para las mujeres, como los asesinatos debidos a la dote.