El Irízar sumó a biólogos para observar la fauna del Mar Argentino y la Antártida
Las observaciones de aves y mamíferos marinos forman parte de un proyecto desarrollado desde 1987. Aportan información a un banco de datos internacionales.
El equipo estudia cambios en el ecosistema marino a través de la distribución, densidad y diversidad y de aves y mamíferos marinos. Foto: Télam
Un equipo de biólogos embarcó durante la actual Campaña Antártica de Verano 2021/2022 a bordo del Almirante Irízar con el objetivo de observar y registrar la fauna marina del Mar Argentino y de la Antártida mientras el rompehielos navega y abastece a las 13 bases argentinas en ese continente.
Las observaciones de aves y mamíferos marinos -conocidos como predadores tope o predadores superiores- forman parte de un proyecto plurianual, desarrollado desde 1987 e incluido en el Programa Antártico Argentino, cuya implementación está a cargo del Instituto Antártico Argentino (IAA).
Esa iniciativa del Estado nacional tiene varios objetivos. Uno general que es estudiar cambios en el ecosistema marino a través de la distribución, densidad, diversidad y relaciones tróficas de aves y mamíferos marinos. Todo ello es analizado bajo el marco de un escenario de calentamiento global, donde nuestros océanos son actores principales.
Los biólogos enviados también realizan un inventario de las "áreas más importantes" para aves y mamíferos marinos, es decir, zonas marinas donde la fauna se concentra para alimentarse y, por lo tanto, requieren de un especial cuidado porque son críticas para los ciclos de vida de todos los organismos.
Argentina realiza el relevamiento desde hace varios años y aporta la información a un banco de datos internacional. Foto: Télam
Tareas de observación biológica
El licenciado en Ciencias Ambientales y doctor en Oceanografía Antonio Curtosi es el jefe del área de Investigaciones Fisicoquímicas y Ambientales del IAA. Con más de 30 campañas antárticas de experiencia, durante este verano cumplirá el rol de jefe científico de la actual campaña -la 118° desde que el país comenzó a explorar el continente antártico- y forma parte del grupo de científicos, técnicos y demás profesionales que embarcaron en el Irízar.
Curtosi afirmó en diálogo con Télam que "muchos de los equipos que tenía el Irízar para realizar muestreos de oceanografía física se perdieron en el incendio de 2007 y lo que se salvó fue trasladado al Buque Oceanográfico Puerto Deseado".
Si bien el rediseño del rompehielos incluyó nuevos laboratorios, cuyo equipamiento será adquirido próximamente a partir de un acuerdo firmado entre los ministerios de Ciencia, Defensa y Relaciones Exteriores, la totalidad del potencial científico no podrá ser aprovechado en la actual expedición. De todos modos, Cursosi afirmó que "podremos realizar importantes tareas de observación biológica".
"Un equipo de cuatro biólogos del IAA se rotará en turnos a lo largo de toda la navegación para hacer observación y registro de toda la fauna que se pueda avistar desde el rompehielos", detalló el jefe científico de la CAV. Y añadió: "Argentina hace este relevamiento desde hace varios años y aporta la información a un banco de datos internacional, que relaciona de modo indirecto la presencia de los animales observados con las poblaciones de sus alimentos, ya sea krill o peces".
Esa base de datos es una de las más extensas del mundo en su tipo en cuanto a la cantidad de información recabada, la extensión geográfica estudiada y los años abarcados ya que incluye tres décadas de estudio en todo el Océano Atlántico Sur y Antártida.
Curtosi añadió que "el equipo de biólogos tiene la tarea de identificar las especies avistadas, hacer un conteo y clasificación, y volcar esos datos en las planillas en las que se asientan año tras año y que nos permiten cruzar esa información con la que producen los investigadores que trabajan con esas mismas especies en distintas bases y campamentos argentinos en la Antártida".
La continuidad a lo largo del tiempo de ese registro posibilita brindar mayor certeza a las conclusiones alcanzadas sobre la relación entre la presencia de animales en determinadas zonas y sus fuentes de alimentos.
"Cuando el Irízar disponga de las redes de arrastre y el equipamiento de pesca vamos a poder tomar muestras de la biota marina que permitan corroborar las relaciones que identificamos a partir de la observación; y estos datos van a ser importantes para saber en qué zonas puede haber ballenas o alimento para los pingüinos, o comprobar la sanidad del ecosistema", consideró el especialista.
Abastecimiento de 13 bases
Curtosi señaló que "este verano el Irízar no va a ser el principal centro científico de la campaña antártica, pero sí será fundamental para desplegar y abastecer a más de un centenar de investigadores en distintas bases, refugios y campamentos argentinos en la Antártida; un esfuerzo en cual están implicados otros buques de la Armada Argentina y los aviones Hércules C-130 de la Fuerza Aérea, que nos permiten llegar a la base Marambio y de allí a donde necesitemos con los aviones Twin Otter o los helicópteros".
Un incendio afectó el 10 de abril del 2007 al Irízar cuando regresaba de la campaña antártica con 296 tripulantes a bordo; el fuego se originó en los generadores eléctricos cerca de las 22 y dejó fuera de servicio cerca del 80 por ciento del barco. El Ministerio de Defensa, la Armada y la Dirección Nacional del Antártico analizaron las alternativas de comprar un nuevo rompehielos, construir uno o reconstruir el Irízar. Eligieron esta última opción, la cual además contemplaba una profunda modernización del buque para ampliar sus capacidades y darle mayor espacio a los laboratorios y la investigación científica.
El rediseño fue planeado para que el rompehielos pase de ser un buque logístico a uno multipropósito en el que tengan preponderancia las tareas científicas, se optimice su capacidad de asistencia en las campañas antárticas y tenga todas las herramientas necesarias para tareas de búsqueda y rescate en el Atlántico Sur.
De acuerdo a un informe difundido en el año 2015 por el Ministerio de Defensa, los trabajos de reparación y modernización del Irízar lograron ampliar de 74 a 412 metros cuadrados la superficie destinada a laboratorios, de 76 a 83 la cantidad de camarotes y de 350 metros cúbicos a 650 la capacidad de trasladar combustible antártico.
Fuente: Télam
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