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21 DE NOVIEMBRE DE 2024
Feminización y brecha.
Logo del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas.
Milagros Martín Varela
Publicado el 09 DE MAYO DE 2018
Un informe presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que en Argentina, en las últimas tres décadas, el sector Salud experimentó un cambio significativo en la naturaleza de su feminización. Es decir que hay mayor cantidad de mujeres en el área, tanto entre estudiantes como entre técnicos, operativos y profesionales. Sin embargo, en este estudio también se analizan las brechas laborales persistentes por la condición de género.
El documento, presentado el último 4 de abril, demuestra que el porcentaje de mujeres médicas en el país aumentó del 20 % en 1980 a poco más del 50 % en 2016. Además, las mujeres también son la mayoría de los y las estudiantes de la carrera de Medicina, fenómeno que se expande, sin excepciones, “en todas las principales universidades y se manifiesta en todas las instancias del ciclo universitario”, según se lee allí.
En el siguiente interactivo se puede observar la feminización de la profesión desde 1980 hasta 2016, año del que datan los últimos registros oficiales.
A pesar de los números persisten las brechas, tanto en los ingresos como en la distribución del uso del tiempo, en el acceso a puestos de decisión y en las especialidades dentro de la profesión. El estudio del PNUD observa que la feminización de los puestos laborales no condujo a avances importantes en la paridad del ingreso y que existe una brecha salarial de hasta el 19, 6 %. Un factor clave para comprender la permanencia de esta condición es la distribución del uso del tiempo entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado, debido a que las trabajadoras de la salud disponen de menos tiempo para realizar el primero en razón de que el estereotipo de género indica que ellas son las que también tienen que encargarse del segundo.
La brecha en las especialidades
Este medio consultó acerca del informe del PNUD a dos mujeres del área de Salud: Chiara Panelli, estudiante avanzada de la carrera de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la UNCUYO, y Gabriela Maure, médica clínica e investigadora del CCT-Conicet Mendoza. Ambas coincidieron en que, en los hospitales, es muy común escuchar a un varón médico indicarle o sugerirle a una mujer de la misma profesión a qué especialidad dedicarse y por qué.
“Es algo que circula todo el tiempo, que los varones den su opinión sin que una se la pida, su opinión sobre qué deberíamos hacer con nuestras vidas y con nuestras carreras profesionales”, declaró Maure, al tiempo que agregó: “Hay una división sexual del trabajo al interior de la medicina en la que ciertas especialidades están más vinculadas al cuidado, no tienen guardias, pareciera haber una continuidad entre el rol de la mujer en el ámbito de lo doméstico y esas especialidades que serían ‘más propicias’ para nosotras”.
El testimonio de Panelli no se alejó del de la investigadora: “Se ve que hay más mujeres en aquellas especialidades que por ahí tienen que ver con un trato un poco más humano. Lamentablemente, hay que decirlo así”, sugirió la estudiante. Agregó, también en concordancia con las declaraciones de Maure, que los médicos varones les dicen que deberían especializarse en disciplinas en las que puedan trabajar menor cantidad de horas porque deberán –además– cuidar a la familia. Ambas coincidieron en la dermatología como la rama de la medicina más trabajada por mujeres, en tanto que cirugía, neurocirugía y kinesiología son las más ocupadas por hombres.
En el siguiente interactivo se muestra el comportamiento de una disciplina feminizada como la enfermería, que conlleva muchas horas de guardia, pero que tiene que ver más con los cuidados y con el trato más “humano”, como aseguraban las entrevistadas. Los datos son de la cantidad de varones y mujeres egresados y egresadas de la carrera en la FCM entre 1997 y 2009.
El informe del PNUD señala que las mayores dificultades para realizar las residencias médicas explican en gran medida la brecha entre las especialidades. Esa etapa coincide, en general, con la etapa reproductiva. Esto afecta decisiones sobre la maternidad y también presenta estructuras organizacionales y condiciones laborales que suelen intensificar las tensiones latentes sobre la conciliación entre el trabajo y el hogar.
El estudio especifica que, de 72 especialidades certificadas, en 30 hay predominancia de mujeres y en 40 de varones, y que esta distribución no es aleatoria. “Las especialidades con mayor participación de varones –entre ellas, un gran número de especialidades quirúrgicas– tienden a tener mayor remuneración de ingresos y se vinculan con características tradicionalmente definidas como masculinas, como el control, la autoridad y el manejo de situaciones de riesgo. Las especialidades con una alta proporción de mujeres tienden a relacionarse con atributos definidos como femeninos, como el cuidado maternoinfantil que, a su vez, suele estar vinculado con la contención y la empatía”, señala el informe.
Resulta llamativo, en este aspecto, un testimonio citado en el documento del PNUD. Se trata de un nefrólogo que señaló que “las mujeres toleran mucho menos el estrés, se desbordan más rápido, se sienten saturadas, explotan en llanto, son más impulsivas. Los hombres son más tranquilos, más estables… Por ahí, a propósito la biología nos creó así, uno más estable y el otro más cíclico, con la responsabilidad de la reproducción y el otro para sostener”.
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