El holocausto de los migrantes
El instituto para las Mujeres en la Migración de México denuncia a través de un informe que en los últimos 6 años 47 mil emigrantes han perdido la vida durante su paso por ese país con rumbo a Estados Unidos. Trata, secuestros, narcotráfico, crimen organizado y complicidad política como trasfondo de la aberrante situación.
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Imumi es una organización civil que promueve los derechos de las mujeres en la migración, ya sea estén en tránsito a través del territorio mexicano o residan en México o en los Estados Unidos. Ante la ausencia de cifras oficiales sobre las personas que mueren o desaparecen en su intento de cruzar la frontera, el organismo lleva adelante investigaciones que arrojan los alarmantes datos que fueron publicados recientemente por el portal de noticias Telesur.
En concreto, denuncia que en los pasados seis años murieron en el paso fronterizo entre ambos países 47 mil emigrantes, la mayoría centroamericanos. De ese total, unos ocho mil 800 permanecen sin ser identificados.
El sacerdote Alejandro Solalinde, director del albergue para emigrantes Hermanos en el Camino, con sede en Oaxaca, expresó que al menos 10 mil emigrantes centroamericanos se encuentran desaparecidos, aunque otras estimaciones elevan esta cantidad hasta los 70 mil.
“Debo aclarar el término sobre lo que ocurre con los migrantes en México, el término preciso no sería 'exterminio', sino 'holocausto', porque para ser una población migrante y estar aquí, están expuestos a todo de principio a fin. Desde que salen de sus países de origen hay violencia. Tenemos cientos de miles de extorsionados, cuántas mujeres no han sido violadas, cuántas mujeres no han sido tratadas, cuántos personas no sabemos de ellas. Si todo esto no es un holocausto, yo no sé entonces qué sea”, aseguró el pasado 18 de diciembre el padre Alejandro Solalinde durante los actos conmemorativos por el Día Internacional del Migrante, reseñó RT.
Un trabajo especial publicado por el portal web jornada.unam.mx, reseñó que la lista de hechos de violencia contra las personas en tránsito es extensa: secuestros, tortura, amenazas a defensores (albergues) y trata de personas (prostitución forzada dentro del esquema de tráfico y secuestro), entre otros delitos.
El Instituto destacó que las estadísticas oficiales de las autoridades mexicanas no existen. Sin embargo, destacaron que en cuanto a las víctimas de los secuestros, la cifra gubernamental sí figuró en varios informes, que documenta solamente los casos de 393 migrantes. Los especialistas atribuyen una tasa tan baja a los riesgos que implica la denuncia para los migrantes.
Jorge A. Bustamante, fundador del Colegio de la Frontera Norte, advirtió que el Estado mexicano no ha reaccionado ante el fenómeno migratorio.
El también relator especial de la ONU para los derechos humanos de los migrantes en el período 2005-2011, agregó que adjudicar la violencia solo al crimen organizado, como lo hacia el anterior gobierno, es una concepción falsa y equivocada.
El expresidente Felipe Calderón decía que la violencia contra los migrantes era causada por el crimen organizado; uno de sus secretarios de Gobernación (Francisco Blake) terminó enfatizando que la violencia hacia los migrantes provenía únicamente del crimen, reseñó La Jornada.
Historias del horror
La información publicada en la Jornada, cuenta las historias de varios migrantes y los riesgos que tienen que asumir mientras permanecen en tránsito.
José, un hombre de origen afrohondureño, después de 28 días de haber salido de su país llegó a la Casa del Migrante en Tijuana. En su recorrido por México fue extorsionado, golpeado y engañado.
Busca la manera de cruzar, pero no tiene dinero. Alguien ahí mismo en el albergue le aconsejó que tomara la línea y se hiciera pasar por gringo. Su piel es negra y confiaba en que si decía que lo golpearon y que no se acordaba ni de su nombre lo dejarían pasar. Ya luego, en la inspección, buscaría escapar. El problema es que no sabe nada de inglés.
Pero la agonía de estos peregrinos no culmina cuando al fin logran cruzar la fortificada frontera de Estados Unidos, que incluye un muro divisorio y una poderosa patrulla militar, auxiliada con equipos sofisticados de persecución. A partir de ahí tienen que enfrentar nuevas amenazas.
Según Prensa Latina, los viajeros son víctimas del inhóspito desierto; de la felonía de contrabandistas de personas (los conocidos como coyotes y polleros); de la violencia de otros grupos criminales y xenófobos; así como de la guardia fronteriza.
Fuente: Telesur
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