No es el título de una película.
Ni el calificativo de persona alguna.
Es un colectivo de personas.
Dicen ser los mejores del mundo.
Los más adelantados y civilizados.
Entendiendo por ello el poder y el dinero.

No viven tan lejos.
Ni tampoco cerca.
Están dentro de tu casa, 
de la mía, de las nuestras.
Todo lo ven y todo lo oyen.
Nada se les escapa.
Todo está controlado: 
nuestros movimientos y nuestras ideas.

Somos libres ‘para morirnos’, como dice la canción.
En todo lo demás, dependemos de ellos.
Política, economía, cultura, costumbres, consumo.
Y hasta para subir o bajar de un avión.
Ellos dicen que nos cuidan.
Y puede que sea verdad.

Nos cuidan para ser sus apetitosas presas.
Ellos son señores.
Nosotros, esclavos.
Tienen la sartén y el mango.
Cumplen, y hacen cumplir las leyes que les convienen.

La ‘seguridad jurídica’ es para sus asuntos.
Para las naciones y las personas está la guerra.
Honrando, así, a sus padres, los piratas.
No hay lugar en el mundo donde no se hayan metido.
Comprando, sometiendo y despojando.
Se dicen adalides de la libertad y de la seguridad.
Pero hoy, ni a ellos les funcionan. 

Manejan el poder con tanta impunidad.
Que hasta los otrora países libres, se les someten.
Para ellos no existen la ONU, ni el Consejo de Seguridad. 
Ni la FAO ni la Organización Mundial del Comercio.
Menos, mucho menos, los Derechos Humanos.
De las personas y de las naciones.

Estoy hablando del actual Imperio Mundial.
Por si no lo reconoces, te lo presento.
Son los Estados Unidos de Norte América.